El presidente Evo Morales llamó a la unidad de Bolivia con autonomías regionales «solidarias e integradoras» y anunció su confianza en que la Asamblea Constituyente plasmará los cambios «revolucionarios» que impulsa su gobierno, al brindar al Congreso el informe de su primer año de gestión.
En un informe que casi llega a las 5 horas, el mandatario indígena dijo que sólo un régimen autonómico que distribuya poder y recursos por igual a gobernaciones, municipios y comunidades indígenas y originarias garantiza la unidad del país.
Morales, que durante el primer año de su gestión enfrentó una dura oposición de gobernadores y organizaciones civiles y empresariales de cuatro regiones del país que reclaman autonomía del poder central de La Paz, anunció que reorientará su política en ese sentido.
Más temprano el vicepresidente ílvaro García reconoció como uno de los más grandes errores de la administración Morales «no haber abanderado la autonomía», que le valió al gobernante indígena una oposición de sectores conservadores que se extiende incluso a la Asamblea Constituyente.
En su extenso informe anual, en el que subrayó el éxito de la nacionalización de los hidrocarburos, que en 2006 redituó al Tesoro público «1.600 millones de dólares» y que le permitió incluso pagar bonos a escolares, reafirmó su decisión de liquidar el latifundio, en base a la ley de Reforma Agraria promulgada en octubre último.
Con especial énfasis expresó su confianza en que la Constituyente apuntalará los cambios estructurales que propugna en el país.
«Todavía las transformaciones profundas estarán en manos de la Asamblea Constituyente, que es el mejor instrumento democrático, es el mejor instrumento para cambiar profundamente nuestro país, es el mejor instrumento para unir, para integrar nuestro territorio nacional», dijo.
El gobernante destacó los logros de los manejos de una economía «saludable», con superávit fiscal «por primera vez desde 1970», un récord en exportaciones situadas por encima de los 4.000 millones de dólares y unas reservas internacionales sin precedentes de 3.000 millones de dólares.
El jefe de Estado advirtió que devolverá al Estado las empresas públicas privatizadas en la década de los 90 y en cuya administración se detecten malos manejos o incumplimiento de las cláusulas estipuladas en los contratos de concesión.
«Si encontramos que las empresas (privatizadas) no cumplen con las empresas bolivianas, con los contratos de capitalización, esas empresas volverán a manos del Estado boliviano», dijo.
También afirmó su decisión de nacionalizar la minería boliviana, que comenzará con la «recuperación» de la fundición de Vinto, en el departamento andino de Oruro (sur) en manos de la empresa Sinchi Wayra, filial de la compañía suiza Glencore.
Aseveró que acentuará sus políticas de apoyo a los más pobres, indígenas y campesinos y que el Estado incentivará a pequeños y medianos productores e industrias.
Morales, que se aprestaba a participar de un acto popular de celebración popular por el primer año de su gobierno socialista en una plaza de La Paz, anunció un amplio y ambicioso programa de construcción de carreteras que permita al país vincularse con sus cinco vecinos y con los océanos Pacífico y Atlántico.
Morales, que exaltó con especial énfasis la ayuda financiera y técnica brindada por Venezuela y Cuba a sus políticas de educación, salud e industrialización de hidrocarburos, agradeció también la ayuda brindada por Europa a su gestión.
También se dijo seguro de encontrar soluciones al diferendo marítimo con Chile asentadas en el «diálogo, la amistad y la confianza» con el pueblo y el gobierno de la vecina nación.
«Creo en la necesidad de buscar soluciones mediante el diálogo, reparar los daños históricos», que han quedado como secuelas de la guerra que Bolivia, aliada de Perú, libró con Chile en 1879, afirmó.