Por las montañas del encanto


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Qué grato contemplar el paisaje que se descubre primoroso, cuando no se está pendiente de rebasar el ruidoso camión que desespera el paso y nos ataca inclemente con sus escapes de diesel. Un trayecto que ¡al fin! se puede circular en dos carriles y por ello viajar al occidente se torna placentero. El camino ya forma parte del atractivo y el mismo está casi terminado salvo el tramo que atraviesa la cabecera de Chimaltenango, y desde ahí hasta el cruce a Patzicía (paso que se vuelve pesadilla en días de asueto). Por lo demás casi todo está listo.

Luis Fernández Molina

 


Ojalá este gobierno realice el último esfuerzo y se luzca inaugurando la moderna carretera  de cuatro líneas que ha tomado varios gobiernos. Algunos deslaves y grietas tienen que superarse, pero en general el camino está bien. El paso fluido permite disfrutar de esas verdes montañas secas, laderas y llanuras que ayer eran de trigo, el pastoreo de los chivos (cada vez menos); los grandes pinos jugando con la luz, los hilamos y cipreses un poco más serios, y los pocos cultivos. Muchos niños apostados en las orillas pidiendo dulces. Acaso por ser vacaciones. Respirar el aire cargado de brisas frías. Divisar esos pueblitos que desde la distancia lucen armoniosos. Antes de techos rojos y paredes de colores brillantes. Lástima que el color se haya lavado con las aguas de las vicisitudes: primero el terremoto, y luego la crisis económica. Ahora parece una obra gris. Todo block. Destacan, eso sí, las casas típicas de la nueva arquitectura. El estilo neo-remesa que es una combinación caprichosa y preciosista de distintos elementos; es construcción cara, pero que se puede sostener con los envíos que nos vienen del norte. Vidrios tipo espejo de diferentes colores, azulejos variados en todo el frente combinados con tejas;  largas series de balaustres en medio de las barandas.  Al fin llegamos a la ciudad de la estrella, a la reina de los siete montes. Oficialmente Quetzaltenango, antes Quezaltenango, pero que sus habitantes prefieren llamarla Xelajú o, cariñosamente Xela. De cualquier forma es una caja que guarda como alhaja ese centro histórico de calles toledanas, empedradas y diseñadas por algún duende con fantasías de urbanista. Y la joya de la corona: el parque central. Imponente la Municipalidad, solemne la Catedral, gallardo el edificio del Museo, que por cierto estaba cerrado. En el parque un bellísimo nacimiento único en exposición pública en el país. Altivo el pasaje Enríquez y lástima por el único edificio vecino, de estilo modernista que desentona en el conjunto. Ojalá se pueda “maquillar” ese frente; sería fácil, solo engrosar esas columnas tipo Brasilia para adecuarlas al bello estilo clásico del centro (creo que los propios bancos colaborarían). Más adelante, en la esquina del Museo, la calle (pasaje) denominada “Estrada Cabrera”; claro, era un dictador, pero era “chivo”. Al día siguiente el viaje obligado al cerro El Baúl; garantizan los vecinos que ya es seguro y así lo aparenta. Muchos deportistas subiendo por el camino; familias merendando. Arriba un monumento dedicado al Reformador en 1935 (tiempos de Ubico), que consiste en una especie de obelisco que tiene tallada la imagen, no de Barrios sino que de Tecún Umán. Curioso. La vista desde este cerro es impresionante por los cuatro costados. Lástima que en algunos puntos no se ha podido definir la prioridad entre tener árboles grandes o hermosas panorámicas. Aparecen árboles con las puntas cortadas; mejor sembrar árboles nativos que no crezcan mucho. Luego la también obligada visita a las Fuentes Georginas. Así se llaman por doña Georgina, esposa de Ubico (que promovió las dichas Fuentes). Siguiendo ese criterio, en otros tiempos se hubieran llamado Fuentes Raquelinas, Patricias o  Sandrinas. Un poco cara la entrada para familias de clase media baja. Las reabrieron con mucho esfuerzo, pero ahora el agua sale demasiado caliente. Por eso solo se puede observar la piscina principal. ¿Y qué se hizo aquella hermosa estatua de bronce que en medio de la neblina le daba un misterioso aire de Olimpo griego? ¿Dónde estará? De regreso por Zunil detenidos largo rato por el movimiento del mercado en su expresión más molecular y dinámica. En medio del puente los actores vienen y van, compran y venden, regatean, aceptan; cargan camioncitos y pick ups. Muy interesante. Por cierto que la población sigue apegada a sus trajes (sobre todo las mujeres) y a su idioma. Después camino de Totonicapán. Como en muchos lugares del país muchos túmulos, solo que éstos son más amables, poco “montañosos” y desde ahí al nuevo municipio de Santa María Ixtahuacán. Un lindo viaje y muy cercano y sobre todo muy nuestro.