¡Por la patria, magistrados, por la patria!


  Habituado a leer noticias que presentan aspectos sombrí­os, violentos, inmorales, ilegí­timos y de otras cataduras similares propias del contexto socioeconómico y polí­tico de nuestro paí­s, de repente, en medio de ese amplio espectro de informaciones perniciosas que apachan el ánimo, uno se entera de actitudes de generosidad que provocan renacimiento de esperanzas en la especie humana.

Eduardo Villatoro
eduardo@villatoro.com

   Este genuino, deslumbrante y repentino rapto de optimismo lo percibí­ la mañana del sábado anterior, cuando la nubosidad del cielo presagiaba un aguacero copioso y tempranero. Pero el opaco estado del tiempo no perturbó mis ávidos sentimientos; en primer lugar, porque los diputados al Congreso habí­an elegido a los 90 magistrados de las Salas de Apelaciones excluyendo a 20 abogados señalados de falta de idoneidad.

   Sin embargo, lo que vino a elevar mi euforia a grados rayanos en la excelsitud fue una noticia que leí­ en Siglo Veintiuno. Al principio no le podí­a dar crédito a semejante anuncio, por lo que, con las precauciones del caso, me abstuve de compartir mi inusitado regocijo con algún miembro de mi familia, y de ahí­ que opté por limpiar meticulosamente los lentes que utilizo normalmente, no sin antes restregar mis tristes ojos de papel volando, a fin de estar conveniente preparado para dar lectura a la información.

    Resulta -por si usted  no se enteró de tan insólita nota periodí­stica- que la aún magistrada Beatriz Ofelia de León, de la Corte Suprema de Justicia, reveló que este prestigioso Tribunal otorgó un bono de mil quetzales a los empleados del Organismo Judicial, por el monto global de Q8 millones, en su última sesión, puesto que «como tema extraordinario, se decretó por mayorí­a de magistrados un bono único de forma inmediata, supongo yo, en donde (sic) quedamos excluidos los magistrados» de la eximia Corte.

   Me da la impresión que la ilustre jurista ha de haber querido decir que los/as magistrados/as de la CSJ no aceptaron el bono de mil quetzales, lo que demuestra hasta donde llega la generosidad, el altruismo y la nobleza de esos juristas, porque en estas épocas de penurias a nadie le caerí­an mal mil pericos,  por magistrado que sea.

   Quizá por un olvido involuntario, la magistrada De León hizo caso omiso de que el Organismo Judicial desembolsará  Q4.5 millones (centavos más, centavos menos) en pago de indemnizaciones a los magistrados, que ellos mismos ratificaron,  y que a partir de pasado mañana dejarán de sacrificarse por la patria.

   Pero con el gí¼izache Romualdo Tishudo casi nos echamos a llorar ante la dadivosidad expuesta por doña Beatriz al negarse a recibir mil quetzales. ¡Imagí­nense, colocho y colocha, qué gesto de magnanimidad de esos incomprendidos magistrados!