El célebre comediógrafo español, Jardiel Poncela, de inspiración fecunda, respecto de la Independencia de las naciones sentencio: «Ser libre es dejar de depender de alguien para depender de todos».
Cito ese aleccionador pensamiento a propósito de varios sucesos deplorables ocurridos en Guatemala que apuntan, no al fortalecimiento de la soberanía nacional, sino, por el contrario a la profundización de la vergonzosa dependencia de nuestra patria de la reducida, pero poderosa clase dominante omnímoda del poder político, aunque incapaz de gobernar y, peor aún, del Imperio del Norte.
Mencionaré algunos de esos vergonzantes e indignantes hechos: a) la completa sumisión del Ejército de Guatemala al de los Estados Unidos de América (EUA), mediante los Acuerdos por Canje de Notas entre lo gobiernos de Guatemala y de los EUA de 25 de abril y 5 de junio del año pasado referente al Ejercicio PKO-North (léase mi artículo publicado en LA HORA, Tribuna No mostrador, del 26/3/07); y el relativo al Suministro de Artículos y Servicios al Gobierno de la Republica de Guatemala, conforme al Programa del Departamento de la Defensa de los Estados Unidos de América para apoyar a los países con fuerzas armadas en el combate al narcotráfico, publicado en el Diario de Centro América ?Diario Oficial- el 29/3/07.
b) La visita del presidente Bush, quien vino a sujetar más aún a Guatemala a los intereses imperiales sin que los empresarios que se han adueñado del poder local hayan tenido la dignidad, siquiera, de exigirle al Herodes yanqui tratamiento justo y digno a los millones de compatriotas que contribuyen con su abnegado trabajo a la prosperidad económica del imperio.
c) La 48ª. Asamblea de Gobernadores del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que, aprovechando la crisis bancaria y financiera existente en Guatemala, sin oposición alguna de nuestras autoridades del sector bancario y financiero nacional, como conclusión del evento, aseguró el proceso de absorción, fusión y traspaso de los bancos guatemaltecos a la red de oligopolios internacionales, principalmente a favor del Citi Group. Y,
d) El aberrante cambio de dos eximias damas que nos hacían recordar a Juana de Arco, a Dolores Bedoya, a María Chinchilla, por su valentía y compromiso con la población explotada y oprimida, quienes al postularse la primera como precandidata presidencial y la segunda, para su reelección como representante del pueblo en el Congreso de la República, produjeron grandísimo entusiasmo, no sólo por sus méritos, sino porque de la veintena de aspirantes a la primer magistratura del país, la mejor era ella, Rigoberta Menchú. Sin embargo, inexplicablemente, no obstante la simpatía que el presidente de Bolivia, Evo Morales, manifestó públicamente por dicha candidatura y se puso a sus órdenes en vez de agradecer aquel gesto amistoso, solidario, revolucionario, la interfecta expresamente, al igual que su aliada del partido Encuentro por Guatemala, rechazaron cualquier posibilidad de entendimiento con el dirigente socialista indígena, Autoridad máxima de Bolivia, a quien Nineth Montenegro llegó al extremo, siguiendo el vocabulario de los imperialistas y pro imperialistas de, llamarle despectivamente «político populista». No satisfecha con ese desaire, Rigoberta cometió otro error más grave:
En Guatemala se realizaría por esos días la III CUMBRE CONTINENTAL DE PUEBLOS INDíGENAS y, en vez de participar en ese trascendental encuentro, prefirió irse a México a pedir dadivas dinerarias para su campaña presidencial a partidos políticos desacreditados y corruptos y luego a rendir pleitesía a la Estatua de la Libertad, a sabiendas, porque lo profetizó Simón Bolívar, que los Estados Unidos en su nombre, parecen destinados por la providencia a cundirnos de males, como los que siguen sufriendo más de un millón de asalariados indígenas guatemaltecos.
Es una lástima que la líder del movimiento político Winak no sepa de un político estadounidense, Enrique Clay, quien a mediados del siglo XIX clamó por la Revolución y profirió el siguiente mandato: «Un pueblo oprimido tiene derecho a levantarse y a romper sus cadenas en cuanto pueda», que es el caso de nuestro pueblo. Y ese mandato fue acogido ampliamente como guía en las deliberaciones y conclusiones de la III Cumbre Continental de Pueblos Indígenas, pues resumiendo sus conclusiones, todas, se proponen precisamente el rompimiento de las cadenas que nos unen al yugo del nepotismo criollo-mestizo guatemalteco y al del Imperio del íguila Calva, como son las siguientes:
* Identidad, derechos y desarrollo de los pueblos indígenas.
* Defensa de los recursos naturales.
* Recuperación histórica de los territorios indígenas.
* Inmediata salida de militares (nacionales y extranjeros) ubicados en distintas áreas de nuestra América, propias de comunidades indígenas.
* Creación de un consejo continental y de voceros de las etnias, para dar voz a los pueblos indígenas.
* Condena a las llamadas democracias «impostoras y terroristas» que ejercen los gobiernos neo liberales.
* Rechazo a las concesiones de minería a cielo abierto y de hidrocarburos.
* Políticas públicas para mujer, juventud y niñez.
* Acceso a la tierra.
* Protección a sus lugares sagrados y alcanzar, como sus ancestros «el equilibrio entre el hombre y la naturaleza.
* Unidad continental de las etnias indígenas decididas a asumir su pasado y ser constructoras de su futuro.
En fin, restablecer Abya Yala -la tierra del florecimiento o sea lo que hoy se llama América Latina en la que en el ombligo del mundo, ha estado y estará Coactemallan, cuya población multiétnica y multicultural alentada por sus mejores hijos e hijas pugna por una sociedad independiente, solidaria y próspera para mayas, ladinos y criollos.
Si Rigoberta se arrepintiese y alzáse su voz en un sincero mea culpa y anunciase su también sincero reencuentro con la sabiduría y moral del Libro Sagrado -el Pop Wuj- y condenase al soberbio y poderoso «porque los hombres no deben envanecerse por el poder y la riqueza y despreciase a los ensoberbecidos y malos hermanos y volviese a lo «pobres (que) nada poseían, ero su naturaleza era de hombres prodigiosos» y se incorporases al llamado eterno: «Que todos se levanten que se llame a todos, que no haya un grupo, ni dos grupos de entre nosotros que se queda atrás de los demás», las perspectivas de su triunfo electoral podrían ser de certeza.