El delantero francés fue nuevamente, en el partido frente al Málaga, el jugador más destacado de su equipo.
Cuando Karim Benzema aterrizó en el Santiago Bernabéu, procedente del Lyon y previo pago de 35 millones de euros, el madridismo se vanaglorió por la incorporación de un jugador que había estado en el punto de mira del Barcelona, el eterno rival, y que estaba avalado por un increíble olfato goleador. A sus credenciales había que sumar su descaro, picardía y capacidad para resolver partidos trascendentales.
Unas virtudes que, sin embargo, tardaron en hacer acto de presencia en la Casa Blanca. Consumó dos temporadas mediocres, en las que su discreto acierto cara a puerta (marcó 9 goles en 33 partidos en su primer año y 26 tantos en 48 encuentros, en el segundo) y la apatía le caracterizaron, y su mejor versión, la que desplegó en Lyon, no ha hecho acto de presencia hasta la tercera, tras recibir las sonoras reprimendas de José Mourinho.
El técnico del Real Madrid empezó picándole el año pasado (cuando le comparó con un gato, por su incapacidad para morder dentro del área como un perro) y en el presente curso está recogiendo sus frutos. Benzema es, por fin, un delantero peligroso y motivado, capaz de forzar, estando ‘tocado’, para jugar con su equipo, tal y como hizo ayer frente al Málaga.
Benzema saltó al terreno de juego en el minuto 68 (con el 0-0 en el marcador y la clasificación del Real Madrid para los cuartos de final de la Copa del Rey todavía en el aire) y en el 71 ya había marcado el gol que cerraba la eliminatoria. Cabe señalar, en cualquier caso, que el tanto más que mérito de Benzema fue demérito de Willy Caballero, protagonista de una ‘cantada’ de infarto. Primero se le escurrió el balón de las manos; después el esférico se le coló entre las piernas.
Sea como fuere, el gol aumentó el casillero de un Karim Benzema que en lo que llevamos de temporada y tras 26 partidos jugados ha anotado 17 goles y regalado 10 asistencias.
Unos números que reflejan que, por fin, se ha convertido en el delantero trascendental que el madridismo anhelaba. El francés ya sonríe, revoluciona partidos tan tediosos como el de ayer y es capaz de marcar las diferencias en unos pocos minutos. Su proceso de adaptación al Real Madrid, por tanto, se ha completado. Y, ahora, Benzema ya apunta a su próximo objetivo copero: el Barcelona (salvo milagro de Osasuna mañana).