Por favor, no sigamos en las mismas


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¡Apareció el peine! Es una expresión popular guatemalteca que indica que determinado asunto se hace presente para bien o para mal de quienes aprecian su presencia. Al ver publicada una encuesta de opinión que trata de la intención de voto con exagerada anticipación al evento electoral que se llevará a cabo, si Dios lo permite, hasta finales del 2015, indica que a pesar de tantas frustraciones y desencantos seguimos en las mismas, sin que nos hayamos detenido a analizar los puntos claves del porqué los gobiernos en Guatemala no han querido invertir los recursos económicos que la ciudadanía aporta con sus impuestos en asuntos vitales como el cuidado de la salud, la educación o en mantener la infraestructura en óptimas condiciones, en especial las carreteras.

Francisco Cáceres Barrios
fracaceres@lahora.com.gt


Nos hemos preguntado ¿a qué se debe tanto derroche en shows para informar los pobres resultados del 2013 como el montado en Escuintla; luego en el Teatro Nacional y el cúmulo de propaganda oficial que no convence a nadie? ¿Quién es el verdadero enemigo del pueblo?, ¿serán los extremistas de la izquierda o los de la derecha? ¿Serán los delincuentes individuales o los organizados o los mismos políticos que nos han venido gobernando? Digo todo lo anterior después de haber visto por la televisión guatemalteca dos noticias, una en donde aparece un padre con su hijo en brazos ardiendo en calentura reclamando la urgente atención médica hospitalaria y la otra, en que una señora con lágrimas corriendo por sus mejillas imploraba porque le inscribieran a su hijo en la escuela pública.

Lo anterior no es causa de nadie más que de los gobiernos. Sus políticos desde que llegan al poder se tapan los ojos y se colocan tapones en los oídos para dedicarse tranquilamente a hacer sus personales negocios y ¡punto! Entonces, sucede que los verdaderos enemigos del pueblo resultan ser la corrupción, como los personajes que con su haraganería, incapacidad e intereses creados llegan a un  cargo público a salir de pobres o hacerse más ricos dejando de prestar el deber ineludible de servir a la población.

¿Quién no sabe qué países europeos y asiáticos han sufrido tremendas y dolorosas pérdidas derivadas de conflictos bélicos pero que con su trabajo honesto y entrega total han surgido de las mismas cenizas? ¿Pero qué han hecho la gran mayoría de nuestros políticos enquistados en cargos públicos a pesar de haber encontrado enormes problemas que requerían gran esfuerzo y dedicación para solventarlas? ¡Nada! Solo han producido más miseria, atraso, dolores y lágrimas, mientras ellos salen transformados en prósperos personajes de negocios.

¿Por qué nuestros políticos han fracasado tanto en impulsar nuestro desarrollo, con un país tan lindo, con naturaleza privilegiada que ya hubieran querido tener otros países ahora en pleno desarrollo? Solo cabe una respuesta: ¡porque nosotros lo hemos permitido! ¿No debiéramos unirnos para contener a quienes tanto daño nos han hecho?