«Castigo para el verdugo que mandó esta muerte, pido castigo. Para el traidor que ascendió sobre el crimen, pido castigo. Para el que dio la orden de agonía, pido castigo» -Pablo Neruda-
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Los esfuerzos por ejercitar la memoria de las y los guatemaltecos no cesan. Varios eventos que provocan en lo individual y colectivo se presentaron esta semana, con el objetivo de sacudirnos la cultura de silencio, olvido y terror.
El lente de Jean-Marie Simon, con el libro y exposición fotográfica «Guatemala: Eterna Primavera, Eterna Tiranía», no miente sobre la Guatemala de hace apenas algunos años, donde el terror estatal hacia la población civil alcanzó niveles de genocidio.
Cuadro por cuadro, las fotografías nos describen el sufrimiento y tortura de la población en situación de pobreza, de los jóvenes, de las mujeres y niños que durante 36 años estuvieron en el blanco de la represión estatal a través del ejército y sus brazos paramilitares. Poco a poco se descubre todo un aparataje de muerte en contra de cualquier intento de contradicción a la situación excluyente y racista predominante.
Lejos de ser aquellas páginas cerradas de la historia, las causas estructurales que originaron tales acontecimientos aún predominan en el ambiente. Los grupos conservadores que históricamente han ocupado lugares de poder, siguen en el uso del miedo como mecanismo que paraliza la conciencia y siguen cobijados en el olvido para caminar libremente por cualquier calle.
Lo anterior, sumado a la actual falta de voluntad política por impulsar, aprobar y presupuestar iniciativas que buscan investigar y aclarar el por qué de tantas prácticas abominables, hace el caldo de cultivo perfecto para que el mal de la impunidad continúe su reproducción en todos los niveles.
En un acto conmemorativo el pasado 21 de junio, Día Nacional contra las Desapariciones Forzadas, Fredy Peccerelli, director de la Fundación de Antropología Forense de Guatemala, comentaba sobre la importante tarea y avances que realizan en el cementerio La Verbena desde el 26 de febrero, en la búsqueda y dignificación de personas desaparecidas por fuerzas del Estado durante la época más dura de represión.
Lamentablemente también comentaba que desde lo nacional, existen grandes vacíos en el apoyo a tan importantes proyectos, como la aprobación de la ley 35-90, que crearía la comisión de búsqueda de personas víctimas de desaparición forzada, actualmente estancada en el Legislativo.
Han pasado gobiernos y ha pasado el tiempo. Para quienes no nacimos por aquellas fechas, acciones que nos acercan sin ninguna censura a nuestra verdadera historia, se convierten en oportunidades de negarnos hoy a construir un falso «futuro y progreso» sobre los cuerpos y memoria de más de 200 mil personas asesinadas y desaparecidas.
El reto de quienes a través de imágenes o narraciones podemos conocer el pasado, consiste en sobrepasar la ideología del éxito personal y profesional bajo la imagen de una sociedad dividida por los que tienen y los que no.
Perpetuar las desigualdades y el olvido nos pone en una situación incluso más violenta que la sufrida durante la represión, apuntaba acertadamente Jean-Marie.
Hacer de cuenta que nada pasó y apelar a la reconciliación y proyecto de nación, no es posible sin castigo, para quienes acabaron con una generación completa de intelectuales, estudiantes, juventud comprometida, comunidades indígenas y campesinas.