Poniatowska regala sus palabras a las mujeres y a América Latina


fara_3

Elena Poniatowska recogió hoy en Madrid el prestigioso premio Cervantes con un discurso combativo y crítico en el que recordó especialmente a las mujeres y a los más desfavorecidos del continente latinoamericano.

MADRID / Agencia dpa

«Pertenezco a México y a una vida nacional que se escribe todos los días y que todos los días se borra porque las hojas de papel de un periódico duran un día: se las lleva el viento, terminan en la basura o empolvadas en las hemerotecas», expresó la escritora mexicana destacando su faceta de periodista.

   Poniatowska, de 81 años, es la cuarta mujer que recibe el máximo galardón de las letras españolas, si bien la primera en subir al púlpito del Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares para agradecerlo en público y con voz propia.

   «María Zambrano fue la primera y los mexicanos la consideramos nuestra porque debido a la guerra civil española vivió en México y enseñó en la Universidad Nicolaíta en Morelia, Michoacán», explicó.

   Y tras recordar a las otras dos galardonadas con el Cervantes, la cubana Dulce María Loynaz y la española Ana María Matute, afirmó: «Hoy, son las mujeres de Cervantes, al igual que Dulcinea del Toboso, Luscinda, Zoraida y Constanza».

   En un discurso bien hilado y combativo, y ante decenas de autoridades encabezadas por los reyes de España, Poniatowska defendió la cultura y el conocimiento, «la única batalla que vale la pena».

   Desde el púlpito del Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid), dedicó sus palabras a los «más pobres», a las personas «de a pie» y a aquellos que recorren América Latina en tren para atravesar la frontera con Estados Unidos.

   «Muchas veces me he preguntado si esa gran masa que viene caminando lenta e inexorablemente desde la Patagonia a Alaska se pregunta hoy por hoy en qué grado depende de los Estados Unidos. Creo más bien que su grito es un grito de guerra y es avasallador», afirmó.

   Ataviada con un vestido indígena rojo y amarillo, la escritora recordó que a su llegada a México en 1942, tras abandonar Francia, aprendió el español en la calle, «con los gritos de los pregoneros y con unas rondas que se referían siempre a la muerte».

   Tras recoger el premio de manos del rey Juan Carlos, la escritora mexicana agregó querer «subir al cielo y regresar con Cervantes de la mano para ayudarlo a repartir, como un escudero femenino, premios a los jóvenes que como yo hoy, 23 de abril de 2014, Día Internacional del Libro, lleguen a Alcalá de Henares».