Polí­tica vieja, loca y shuca


¿A quién trata de engañar la casta polí­tica que tiene rato de estar haciendo de las suyas en Guatemala, con engaños, pantomimas, aires de pureza y grandeza? Un dí­a pretenden darle atol con el dedo a la población, asegurando que la corrupción es cosa del pasado; otro, que la salud es gratuita, aunque en el mismo discurso se reconozca que «todaví­a quedan algunos servicios que en algún lugar se están cobrando» y no falta quien salga diciendo que la gente que vino a la manifestación del 18 de noviembre, lo hizo espontáneamente para defender la propuesta gubernamental de aprobar el presupuesto de 2009 con fondos que salieron de su propio bolsillo. ¿A dónde vamos ir a parar con este tipo de actitudes que ponen en relieve la quiebra de valores y principios que cada vez se acentúa más en nuestra sociedad?

Francisco Cáceres Barrios

Las expresiones usadas en el titular son las mismas que un diputado utilizó para dirigirse a una dama, profesional y colega suya, cuando la más elemental educación establece que debiera tratarla con la dignidad, respeto, corrección y buena educación, la que seguramente trataron de imbuirle sus papás, quienes por cierto siempre me merecieron aprecio muy especial, desde que tuve el honor de conocerlos cuando era patojo. De sobra es sabido que todo puede decirse, pero en el correcto lugar, ocasión u oportunidad, lo que ni por asomo puede ser el recinto de uno de los tres organismos del Estado.

Toda esta vieja polí­tica, loca y shuca debiera dejarse de lado si es que los guatemaltecos deseamos superarnos. Es que no se puede seguir hablando de la necesidad de erradicar la corrupción, si se siguen haciendo los locos o peor todaví­a, si shucamente aseguramos que la citada manifestación no estuvo burda y descaradamente preparada por miembros del gobierno o el partido polí­tico en el poder. Peor todaví­a, si el mismo Contralor de Cuentas servilmente es propicio para compartir la vieja pantomima de hacer gobierno, la misma que trató de hacer un su colega que lo tiene todaví­a detrás de las rejas.

De ahí­ que insista en preguntar ¿a quién tratan de engañar? Nadie con dos dedos de frente, duda de la necesidad de contar con fondos para realizar programas que contribuyan a mejorar nuestra productividad, a combatir nuestra ignorancia, a lograr salud y bienestar social, brindar la seguridad ciudadana, como a construir la infraestructura. Lo que nos tiene a la gran mayorí­a con el pelo parado es el cinismo y la desfachatez de quienes, siendo servidores públicos se dedican a autorrecetarse y apropiarse impunemente de viáticos, gasolina, contratos y cuanto dinero les ponen enfrente. Entonces, no es el monto del presupuesto lo que se discute, es simple y sencillamente: ¿cómo se va a gastar y a que bolsillos van a ir a parar miles de millones de quetzales? Tan sencillo como eso.