Los países democráticos tienen la responsabilidad de mantener y desarrollar una política laboral, un balance social y permanente combate a la pobreza y extrema pobreza. La Revolución de octubre de 1944 fue en Guatemala el momento en el que se actualizó y estimuló, como consecuencia de la conciencia que privaba en la Presidencia de la República, en el Congreso y en los principales partidos políticos, la creación del Código de Trabajo, de las instituciones de seguridad social, dentro del contenido de dichas normas, la existencia de salarios mínimos y prestaciones sociales como la indemnización y las vacaciones pagadas de forma obligatoria. Adicionalmente, con el tiempo se estableció el descanso pre y posnatal para las madres trabajadoras, el aguinaldo obligatorio y la bonificación salarial.
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Actualmente las comisiones de salario mínimo integradas de forma tripartita, no logran acuerdo. En una actitud reiterativa los representantes del sector patronal proponen «cero aumento a los salarios mínimos», actitud que los mismos y reiterados representantes, año con año, han hecho su postura.
El sector laboral pidió un aumento superior a la inflación, a la diferencia entre el salario mínimo y los medios que se requieren para poder adquirir los alimentos y elementos que integran la canasta básica, señalaron que no puede desterrarse la pobreza, menos la extrema pobreza, si no se reajustan y aumentan los salarios mínimos.
El sector público o de gobierno no fijó su posición en ningún sentido obligando que sea la Comisión Nacional del Salario la que tenga que conocer el reajuste, es predecible que igual que ha sucedido todos los años en el presente gobierno no lo hagan y sea el Presidente Berger y su Ministro de Trabajo de turno quienes lo fijen, hecho en el cual este gobierno ha sido insensible y sin conciencia.
El Presidente de la República ha mostrado su falta de imparcialidad y ecuanimidad en este importante aspecto social al permitir que los principales productos de la canasta básica, como son tortilla, pan, pollo, azúcar, huevos, aumenten su precio constantemente, como bien lo ha señalado el INE, por el contrario, no ha ajustado los salarios mínimos, ni mucho menos los ha aumentado o anticipado su poder adquisitivo para que los asalariados no sean cada día más pobres, más miserables. Su actitud evidencia que privilegia a la cúpula económica a la cual le otorga exoneración de impuestos y libertad de precios, pero no balancea el costo de vida de los asalariados al no reajustar adecuada y oportunamente los salarios mínimos, olvidando su obligación de ser Presidente de todos.
El salario mínimo es una garantía social, prueba de ello es que existe en todos los países desarrollados y democráticos. Estados Unidos de América tiene en vigencia y acaba de reajustar el salario mínimo por hora, no por día, de US$5.85 dólares a US$7.25 por hora.
Qué diferencia de política laboral la del gobierno de la Gana, la de í“scar Berger y la que existió en el gobierno del FRG donde sí se produjo ecuanimidad económica y laboral.