Polí­tica cosmética


O lo que es lo mismo, polí­tica de atol con el dedo

Un nuevo gobierno a punto del fracaso. A poco más de seis meses que el actual gobierno tomó legí­timamente el poder, las cosas siguen peor, aunque se descargue la responsabilidad en frases cosméticas como la que enjuició al anterior gobierno como del «más nefasto». Aunque así­ lo fuese, el enjuiciamiento es cosmético por liviano e irresponsable y porque su objetivo es ocultar la incapacidad para siquiera tener la esperanza de subsanar, como lo predica nuestro mandatario, «integralmente», los problemas más urgentes que impiden la convivencia sana y el desarrollo y futuro del paí­s.

Milton Alfredo Torres Valenzuela

La polí­tica cosmética se caracteriza por tener como principal objetivo, limpiar la cara o la imagen de un pseudolí­der, de un partido polí­tico o de un sistema de administración especí­fico, recurriendo a la demagogia y especialmente al ataque destructivo del rival. Es un procedimiento usado por todos los polí­ticos y por todos los partidos en nuestro medio.

Otro recurso de la polí­tica cosmética es, por ejemplo, aprovechar los espacios polí­ticos para ganar adeptos, ingenuos o no, promoviendo el circo (con el perdón de estas instituciones populares), es decir: parrandas de barrio, deporte, inauguración de «polideportivos», obsequio de láminas, blocks, celebración de dí­as especí­ficos, como de la madre, del maestro, etc.) y el tamalito y musiquita grupera, reguetonera y los animadores de fiesta de quince años.

La polí­tica cosmética es regalona, dadivosa, sentimentalista, generosa, como dirí­an en el anterior gobierno, bonachona. De nada sirve porque no soluciona nada. Todo es, como ya hemos dicho, un dar atol con el dedo.

La polí­tica cosmética es bravucona, irónica, sarcástica, paliativa, cortoplacista, mediocre y pantallera, queda bien momentáneamente, pero nada soluciona: mete bombo y platillo en cada escuelita y carretera que inaugura, aunque se arruine al dí­a siguiente; dona frazadas, camillas y ví­veres en general, aunque los desastres aumenten y cada vez causen más ví­ctimas.

Y quienes sólo han aprendido a hacer polí­tica cosmética deben saber que, tarde o temprano, el fantoche, el adefesio, el esperpento, el monstruo queda al descubierto, cuando la verdad que siempre es implacable, se revela.