O lo que es lo mismo, política de atol con el dedo
Un nuevo gobierno a punto del fracaso. A poco más de seis meses que el actual gobierno tomó legítimamente el poder, las cosas siguen peor, aunque se descargue la responsabilidad en frases cosméticas como la que enjuició al anterior gobierno como del «más nefasto». Aunque así lo fuese, el enjuiciamiento es cosmético por liviano e irresponsable y porque su objetivo es ocultar la incapacidad para siquiera tener la esperanza de subsanar, como lo predica nuestro mandatario, «integralmente», los problemas más urgentes que impiden la convivencia sana y el desarrollo y futuro del país.
La política cosmética se caracteriza por tener como principal objetivo, limpiar la cara o la imagen de un pseudolíder, de un partido político o de un sistema de administración específico, recurriendo a la demagogia y especialmente al ataque destructivo del rival. Es un procedimiento usado por todos los políticos y por todos los partidos en nuestro medio.
Otro recurso de la política cosmética es, por ejemplo, aprovechar los espacios políticos para ganar adeptos, ingenuos o no, promoviendo el circo (con el perdón de estas instituciones populares), es decir: parrandas de barrio, deporte, inauguración de «polideportivos», obsequio de láminas, blocks, celebración de días específicos, como de la madre, del maestro, etc.) y el tamalito y musiquita grupera, reguetonera y los animadores de fiesta de quince años.
La política cosmética es regalona, dadivosa, sentimentalista, generosa, como dirían en el anterior gobierno, bonachona. De nada sirve porque no soluciona nada. Todo es, como ya hemos dicho, un dar atol con el dedo.
La política cosmética es bravucona, irónica, sarcástica, paliativa, cortoplacista, mediocre y pantallera, queda bien momentáneamente, pero nada soluciona: mete bombo y platillo en cada escuelita y carretera que inaugura, aunque se arruine al día siguiente; dona frazadas, camillas y víveres en general, aunque los desastres aumenten y cada vez causen más víctimas.
Y quienes sólo han aprendido a hacer política cosmética deben saber que, tarde o temprano, el fantoche, el adefesio, el esperpento, el monstruo queda al descubierto, cuando la verdad que siempre es implacable, se revela.