Los planes del gobierno conservador mexicano de autorizar una participación privada en la poderosa petrolera Pemex pusieron al rojo vivo una pugna con la izquierda, que amenaza con una resistencia activa, a pocos días de que el Congreso debata un proyecto de reforma energética.
El presidente Felipe Calderón negó una y otra vez que su gobierno intente privatizar la monopólica Petróleos Mexicanos (Pemex), emblema de los mexicanos y principal empresa del país, pero sugirió una apertura al capital privado para modernizarla y dotarla de una mayor capacidad tecnológica.
Al cumplirse esta semana 70 años de la expropiación del petróleo, Calderón dijo que es necesario dar a Pemex «mayores facultades de decisión y contratación y libertad suficiente en toma de decisiones» para que recupere su capacidad financiera y tecnológica.
Ello permitirá, aseguró el mandatario, que «en cinco años vuelva a ser una de las cinco compañías petroleras más importantes del mundo».
Pemex, que aporta el 40% de los recursos fiscales del país, registró en 2007 una producción de crudo de 3.082.000 millones de barriles diarios, 5,3% menos que el año anterior, cuando figuraba en tercer lugar a nivel mundial entre las empresas del sector en ese rubro, según la compañía.
La falta de inversión tecnológica en exploración y la declinación de Cantarell (Golfo de México), el mayor yacimiento del país con reservas para menos de diez años, son los argumentos del gobierno para impulsar una reforma energética, cuyo debate legislativo se prevé la semana próxima.
«Lo que estamos pidiendo es una apertura para que la empresa privada pueda invertir en sectores en los que hasta hoy estaba restringido, debe dársele a Pemex autonomía como empresa», reclamó el director general de la Asociación Nacional de la Industria Química, Miguel Benedetto.
En igual sentido, Ernesto O»Farril, director de Bursamétrica (calificación financiera), admitió que en México no hay un amplio respaldo para privatizar Pemex pero demandó «un cambio en el sistema regulatorio».
En cambio, quienes rechazan una eventual privatización o una participación privada en Pemex, sostienen que 90% de las reservas mundiales de petróleo están en manos de empresas nacionales, mientras las transnacionales que concentran el 10% restante llegaron a tener el 70% en 1978.
Poco antes de iniciar una gira en 2007 por América Latina, que incluyó a México, el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, pidió a Calderón abrir el sector energético a capitales privados.
«México tiene un activo valioso en su sector energético, y la demanda por esa energía es importante. Sin embargo, la explotación de esa energía requiere una importante inversión para conservar moderno su actual sector», dijo Bush en entrevista con un grupo de dirigentes de diarios latinoamericanos.
Y agregó: «en tanto el gobierno se sienta confiado en buscar fuentes de capital fuera del gasto corriente del gobierno, para mí es algo que ciertamente debiera ser considerado por el presidente Calderón».
La izquierda mexicana, la mayor fuerza opositora, enarbola la defensa de Pemex como empresa estatal como su principal bandera y amenazó con bloquear el Congreso si se discute la reforma energética.
En un acto por el 70 aniversario de la expropiación petrolera, el líder de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador, rechazó el argumento del gobierno de que Pemex no tenga recursos para llevar a cabo una modernización tecnológica.
«Pemex, a pesar de la corrupción y del mal manejo, es la empresa más rentable del país (ya que) extraer un barril de petróleo nos cuesta 4 dólares y se está vendiendo hoy en 93.55 dólares», dijo López Obrador.
«Que se oiga bien, lo digo con absoluta responsabilidad: si se entrega la renta petrolera a particulares, nacionales y extranjeros, (…) se estaría cancelando la posibilidad de transformar a México por la vía pacífica», alertó el ex candidato presidencial en un acto en la plaza central capitalina.