Me siento feliz y especialmente honrada de poder dedicar el presente artículo a la poeta Luz Lescure, esposa del Excelentísimo Señor Embajador de Suecia en Guatemala, Michael Frühling, y amiga querida de mis señores padres don León Aguilera y María del Mar.
Se viene a mi memoria el recuerdo de cuando la conocimos en casa de la escritora Gloria Menéndez Mina, quien ofreció en aquel entonces un recital de poesía en honor a tan distinguida dama del cuerpo diplomático, habiendo interpretado algunos poemas mi señora madre, quien luego recibió de la poetisa el regalo de su libro “Trozos de ira y ternura” con la siguiente dedicatoria: “Para María del Mar,/ la voz poética de Guatemala,/ con el mayor de los afectos./ Luz Lescure/ Septiembre 1991.” El insigne filósofo don León Aguilera escribió en su ‘Urna del Tiempo’ publicada en Prensa Libre el lunes 25 de enero de 1993: “Luz Lescure absorbe lo humano y lo trascendental en sus piezas líricas y en cuanto pinta con deslumbramiento, que nos resume su alma cívica y cosmopolita, tropical, y tendida a las palpitaciones ecuatoriales y nórdicas. La poetisa se libra de los trajes ceñidos y echa a volar etéreamente sus túnicas sutiles al viento libre… ha encontrado entre nosotros los brazos abiertos, cariño y admiración a su elevado calor lírico.” El nuevo poemario de Luz Lescure “El mundo es un silencio/ Himno en honor a Ochún” (Editorial Palo de Hormigo) fue presentado por la poeta laureada Carmen Matute el jueves 9 de febrero de 2012 en la Ciudad de Guatemala, quien define el trabajo lírico de Luz de la siguiente manera: “…este libro es un canto a la vida, al amor, es una celebración del cuerpo pero también del espíritu. La pasión, el deseo incandescente, los placeres de la sensualidad, son temas que aparecen en los libros anteriores de Luz como los más caros a la poeta. Y ‘El mundo es un silencio’, no podía ser una excepción. La poeta en este nuevo libro redime, recupera, reclama el eros femenino con su propio lenguaje.” El ejemplar poético reúne obras del pintor cubano Luis Felipe Oviedo. La pintura que ilustra la portada se titula “Vuelos”. Es el rostro de una hermosa mujer, que para mí surge de las entrañas de la naturaleza y dirige su pensamiento y enigmática mirada hacia el recinto sagrado de la poesía. Así pienso que esta dama sibilina y recóndita representa discretamente a la autora, quien en las páginas interiores del libro revela en profundos soliloquios sus intrínsecos sentimientos, plegarias líricas, ánimos y desánimos en el constante devenir de su existencia. Por ejemplo en el poema “Hechicera felina” hace evidente su enardecida personalidad, que la muestra con arrogancia y satisfacción: “…a los felinos nos encanta jugar con nuestras presas,/ es un karma, una expresión genética./ Perdona que te haya tendido trampas,/ perdona que haya caído en tu juego de tigre y comadreja/ sabiendo que mi naturaleza te iba a devorar…” Pero en realidad Luz es ternura, pasión y generosidad, entonces es cuando nos envuelve en una dulce caricia: “…si necesitas paz,/ ven a mi corazón,/ si necesitas tristeza/ te ofrezco la mía/ que es grande y profunda como un océano/ si quieres mi alegría/ tengo un carnaval en la mirada/ y danzas caribeñas en el alma…” El albedrío de su espíritu reclama a su amado: “…Tengo derecho a ti/ al cuerpo de mi cuerpo/ porque tengo derecho a la ternura,/ a la pasión, al goce,/ porque este es mi cuerpo…” El agua brota en uno de sus más bellos poemas: “He aprendido/ la importancia del agua,/ es el nido/ donde duerme la vida/ y se arrullan los cantos/ de los pequeños trinos./ Es cascada de luz/ en donde Eros juega/ en su infantil demencia/ y nos arrastra dulce/ hacia el Amor…”