Cuando se analiza el último informe del Instituto Nacional de Estadística, INE, en el cuadro de costos de adquisición de la canasta básica alimenticia correspondiente al mes de diciembre del año 2013, y se correlaciona con el Acuerdo Gubernativo 237-2013 de fecha 26 de diciembre de 2013, emitido por el presidente de la República con la asistencia del Ministro de Trabajo y Previsión Social, donde se establece en el artículo primero el salario mínimo para las actividades agrícolas de Q74.97
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en el artículo segundo, el salario mínimo para las actividades no agrícolas de Q74.97 y en el artículo 3 el salario mínimo para la actividad exportadora y de maquila de Q68.91 y esto se compara con la información contenida en el cuadro ya mencionado de costos de adquisición de la canasta básica alimenticia, que para una familia de cinco personas asciende a Q96.67 diarios, se evidencia que la gran mayoría de los habitantes de Guatemala, incluyendo los que tienen un puesto de trabajo con salario mínimo, están condenados a la pobreza, a la extrema pobreza y al hambre.
El INE señala en ese cuadro que el gasto en tortillas de maíz es de Q31.49 diario, lo que conlleva que el 40% del salario mínimo en una familia como la señalada gasta el 40% de su ingreso solo en tortillas. Si a ello se le agrega el gasto en frijol negro, café, azúcar y arroz ya se supera el 60% de su ingreso y continuando con la información estadística ninguna familia puede comer una onza de carne de res con hueso diariamente, tampoco puede consumir un huevo o un vaso de leche.
Que enorme diferencia la que se puede comprobar entre el control de la canasta básica que legal y democráticamente se logró en los cuatro años del gobierno que presidió como presidente Alfonso Portillo y vicepresidente el suscrito. Qué contraste entre el reajuste y actualización de los salarios mínimos que en promedio se actualizaron el 15% cada uno de los cuatro años.
El escaso 5% que por segunda vez este gobierno aumenta en el acuerdo 237-2013 no cubre la inflación y la pérdida del poder adquisitivo del quetzal en el último año. Cómo se puede hablar de justicia social, de equidad o ecuanimidad cuando el Ejecutivo actúa así. Todos los programas sociales juntos no compensan la diferencia entre salario mínimo y canasta básica alimenticia, para qué decir de las otras necesidades que todas las familias tienen para poder pagar arrendamiento, luz, agua, vestuario y demás necesidades.
Cómo podrá dormir tranquilo el resto de los guatemaltecos que sabe de estas situaciones vergonzosas y precarias, no es cuestión de izquierda ni derecha, sino de justicia social. La Conferencia Episcopal, la Asociación de Iglesias Evangélicas, las universidades no pueden ni deben ignorar esta situación.
La paz no es el producto de firmar documentos, la paz es lograr que los guatemaltecos tengan la barriguita no llena sino por lo menos satisfecha. Nuestro país camina como el cangrejo, hacia atrás, no podemos compararnos con Panamá, Colombia, Brasil, Perú, Chile y cada día más nos acercamos a Haití.
Presidente Otto Pérez Molina y vicepresidenta Roxana Baldetti, por humanidad, por decencia asuman su compromiso, hagan lo que sea necesario para que los guatemaltecos en su gran mayoría puedan comer y reciban un salario, un ingreso que sea superior a la canasta básica alimenticia y a la canasta básica en general. Los salarios mínimos deben ser uno solo, en carácter de urgente debe duplicarse la bonificación salarial, de lo contrario continuaremos hundiéndonos en la miseria y ustedes en la vergüenza.
¡Guatemala es primero!