¡Pobre yo!


De acuerdo al DRAE, la palabra POBRE se define así­: «Viene del latí­n pauper, necesitado, escaso, humilde (de poco valor), infeliz, pací­fico, corto de ánimo y espí­ritu, mendigo, limosnero».

Raymond J. Wennier

«Nosotros los pobres…», «nosotros somos pobres…», «uno de pobre…» ¿Cuántas veces se ha escuchado a personas que inician su conversación con el concepto de ser pobre? De los significados de la definición de pobre, quisiera mencionar dos categorí­as; una es MATERIAL y la otra es MENTAL. Mis comentarios van dirigidos a la categorí­a MENTAL. ¿Cuántas veces se necesita escuchar, repetir en voz alta o solamente pensarlo para aprenderlo? Según la Neurologí­a, sabemos que una acción como la descrita anteriormente, que incluye varias formas de reforzar el aprendizaje, como pensarlo, decirlo, sentirlo en forma constante, llega a crear nuevas conexiones neuronales y así­ se arraiga en el cerebro una nueva ACTITUD demostrada en un COMPORTAMIENTO expresado en múltiples maneras en la vida de una persona. De esa forma, la ACTITUD de POBRE en ese caso, resulta ser un CíRCULO ALIMENTADOR por las veces que una persona repite, de diferentes maneras, que es pobre. Esa situación mental interna, expresada con voz sumisa de cómo se visualiza a sí­ mismo, les hace sentir «de poco valor», «infeliz», «pací­fico» y «corto de ánimo y de espí­ritu». Piensan que están condenados a su situación, sin esperanza de algo diferente. Es por eso que el cí­rculo alimentador continúa fijando esa actitud de generación en generación. Aprenden que la vida es vivir de dí­a en dí­a, de la mano a la boca, sin una visión más amplia que incluya otros escenarios de progreso y mejor calidad de vida.

Desde luego, para los niños, esa forma de crecer afecta de manera negativa su autoestima y la seguridad en sí­. Si ha escuchado desde el nacimiento que «son humildes, pobres, y no pueden hacer algo más», también ellos van a tener una actitud de «POBRE». Así­ pues, la actitud de pobre se inicia en la familia, continúa en la escuela, cuando por las razones anteriores los niños no tienen éxito en los primeros años y terminan abandonándola. Fí­jense en la diferencia entre los niños que sí­ tienen un buen concepto de ellos mismos, los éxitos que logran en la escuela y posteriormente en su vida. Se marcan grandemente esas diferencias porque la REPITENCIA y la DESERCIí“N son formas de decir «soy pobre» o «pobre yo», «no pude, no tuve éxito» y me convierto en una ví­ctima de mi existencia en vez de ser el actor pro-activo de mi propia vida y de mi futuro.

Hay que romper ese CíRCULO ALIMENTADOR NEGATIVO. La motivación viene del interior de la persona. ¿Qué hacemos entonces para tener una ACTITUD POSITIVA? En 1982 viendo este persistente negativismo enraizándose en la sociedad, escribí­ unas ideas acerca de este tema y quiero compartirlas con ustedes.

Las tres P’s: PERSONALMENTE, PENSAR, POSITIVAMENTE.

«Las investigaciones de la conducta humana han demostrado que existe un eslabón entre el concepto de sí­ mismo y el éxito».

«El poder de pensar positivamente puede convertirse en ejemplo, influir y dar ánimo a otras personas para que ese poder se contagie y así­ todas puedan lograr éxito en sus trabajos y en su vida particular».

«Para lograr un ambiente y un auto concepto positivo de sí­ mismo, hay que repetir en la mañana, a mediodí­a y en la tarde, el mensaje positivo: Yo puedo tener éxito si lo quiero. Cada persona es alguien importante. Yo soy importante».

«Las tres P’s cultivan la confianza y los hábitos positivos para toda la vida».

PERSONALMENTE PENSAR POSITIVAMENTE.