En los últimos 30 años debido a la baja tasa de recaudación, para poder ejecutar diferentes programas urgentes en infraestructura, educación, salud, los gobiernos han recurrido a la emisión de bonos y así obtienen la plata o recursos que necesitan para poder tener la liquidez que les permita ejecutar el Presupuesto de Egresos de la Nación.
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Sin embargo, como todo el mundo lo sabe, lo que se presta hay que pagarlo y salvo casos muy excepcionales, como por ejemplo el Banco Empresarial que le prestaba a todos sus accionistas sin mediar hipoteca, garantía e intereses, los préstamos además de tenerlos que pagar devengan un interés que es la razón por la cual los bancos, las empresas y las personas renuncian a utilizar el dinero a cambio que lo use el Gobierno y pague un beneficio o interés.
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El actual Gobierno pretende financiar en un elevadísimo porcentaje el Presupuesto de Gastos de la Nación y como bien lo señalaran diferentes expertos, por ejemplo Luis Alberto Moreno, presidente del BID, la diferencia de Guatemala con otros países es que, debido a su bajísima tasa de recaudación, Guatemala no tiene suficientes ingresos para pagar sin problemas lo que hoy presta.
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Eso es algo que se ve reflejado en el monto de pagos de deuda que se tiene que presupuestar y pagar. En otras palabras, es un círculo vicioso: para poder ejecutar se emiten bonos, se endeuda el país y para poder pagar, el país grava y merma cada día más lo que le ingresa y así cumplir sus obligaciones ya que la única manera que el Gobierno podría dejar de endeudarse es si sus ingresos fueran suficientes, lo que sucedería si la tasa de impuestos y recaudación fuera similar a la de la mayoría de países de América Latina, donde el promedio de recaudación es el 23 por ciento y no el 10 por ciento como en Guatemala.
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El Ministro de Finanzas, el Presidente de la República, el partido de Gobierno, las bancadas que se alían con el mismo, deberían reconocer que más vale un rato colorado y no un millón de ratos descoloridos, que la solución de emitir bonos no resuelve sino posterga el problema. Claro, los inversionistas, bancos y empresas felices y contentos porque saben que su dinero está seguro y devengando un interés suficiente. Lo único es que ese capital e intereses los tienen que pagar nuestros hijos, nietos y bisnietos.
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Si CACIF, las cámaras que lo integran: Industria, Comercio, Construcción, Finanzas, Agricultura y azucareros no quieren deuda, no quieren bonos, hagámosle caso, decretemos impuestos directos que los pague el 5 por ciento de los guatemaltecos que es lo que representa CACIF y son los que año con año aumentan su patrimonio.
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Si alguien duda que ese reducido número de personas, a los que ya reconocemos todos como la cúpula económica no tienen la capacidad de pagar más impuestos, no han obtenido en los últimos 30 años las más altas rentabilidades, es muy simple, establezcamos que todos los grupos empresariales, cuyo capital o el de sus accionistas sea superior a Q 10 millones efectúen una declaración patrimonial y así se transparentará y se tendrá la certeza que tienen la capacidad de pago.
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Ocultar la riqueza es difícil, basta ver quienes son los dueños de los aviones privados, especialmente los jets, de los helicópteros y por supuesto de los cientos de yates que en Semana Santa utilizan estas personas. Ya no digamos, haciendo un recuento de las propiedades inmuebles, urbanas y extraurbanas, que la cúpula económica posee. Colorín, colorado, que cada quien pague impuestos transparentemente conforme a su capacidad de pago.