Planes contra la crisis alimentaria


Una marcha en Egipto el pasado domingo, formó parte de la

La ONU y el Banco Mundial expusieron hoy en Roma sus planes para contener la crisis alimentaria mundial y movilizar urgentemente los fondos necesarios y advirtieron contra cualquier fracaso de su acción.


«No podemos fracasar. Es una lucha que no podemos perder, el hambre crea inestabilidad y tenemos que reaccionar unidos e inmediatamente», advirtió en la cumbre de la FAO el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.

«Un plan de acción debe ponerse en marcha urgentemente, millones de personas no esperan», agregó.

«Es un asunto que afecta a todo el mundo, consumidores y campesinos. Invito a los dirigentes del mundo a comprometerse aquí­ en Roma a luchar contra el hambre conjuntamente con los paí­ses y las organizaciones de la sociedad civil», agregó Ki-moon.

La ONU considera que se necesita un esfuerzo financiero de 15 mil a 20 mil millones de dólares al año para combatir la escalada de los precios, la mayor de las últimas tres décadas.

Jefes de Estado y de Gobierno y representantes de 193 paí­ses debaten desde ayer hasta mañana de esta semana en la sede en Roma de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) un plan de acción contra las nuevas olas de hambrunas que azotan a paí­ses de ífrica, Asia y América Latina por la escalada del precio de los alimentos.

Para el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, es clave suprimir las barreras comerciales a las exportaciones, que estimulan el aumento del precio de los alimentos y golpean a las poblaciones más pobres del planeta.

«Tenemos que hacer un llamamiento mundial para que se eliminen las restricciones y las barreras aduaneras a las exportaciones. Esos controles alientan la subida de los precios y afectan a las poblaciones más pobres del planeta que luchan por los alimentos», declaró Zoellick.

Un pedido apoyado por buena parte de los paí­ses latinoamericanos, entre ellos Brasil y Argentina, dos grandes potencias agrí­colas, que reiteraron sus crí­ticas en la cumbre al «proteccionismo» de Europa y Estados Unidos.

El jefe del Banco Mundial presentó un programa de diez puntos para batallar contra las hambrunas y convertir «los precios elevados de los alimentos en una oportunidad para desarrollar la agricultura mundial».

«La decisión aquí­ en Roma es clara. O millones de personas tienen qué comer o no tienen nada», aseguró Zoellick.

Los organismos internacionales coinciden en considerar grave y urgente la actual crisis alimentaria que arrastra a unas 100 millones de personas al umbral de la desnutrición.

Como respuesta al llamamiento urgente de las entidades, el Banco Islámico de Desarrollo anunció la donación de 1.500 millones de dólares para programas de ayuda alimentaria.

La misma FAO dió el ejemplo al desbloquear 17 millones de dólares para necesidades inmediatas de los campesinos de los paí­ses más pobres.

El Programa Mundial de Alimentos (PMA) anunció también que otorgará ayuda por 1.200 millones de dólares para adquirir alimentos en 62 paí­ses pobres, entre ellos Haití­, Somalia y Etiopí­a, afectados por las hambrunas .

La «unidad de crisis» formada por los jefes de las agencias de Naciones Unidas y las instituciones económicas internacionales está armonizando las propuestas de las varias entidades para adoptar una «plan de acción global» que deberá ser ratificado por los paí­ses más industrializados del G-8 que se celebrarán en julio en Japón.

Según el coordinador de la unidad, John Holmes, hay «un amplio consenso» entre los paí­ses sobre las soluciones a adoptar, ante todo la de incrementar la producción agrí­cola, por años desatendida por las entidades internacionales.

Pero la manera con la que se debe incrementar tal producción constituye uno de los puntos que dificultan la cumbre, ya que están en juego intereses enfrentados, desde la producción de semillas genéticamente modificadas, hasta la polí­ticas comerciales y la fabricación de los biocombustibles.

«La decisión aquí­ en Roma es clara. O millones de personas tienen qué comer o no tienen nada».

Robert Zoellick

presidente del Banco Mundial