Plan de seguridad



Es encomiable que durante estas fiestas de Navidad y Año Nuevo las fuerzas del orden puedan implementar acciones concretas para brindar más seguridad a los ciudadanos, lo cual significa que los agentes tienen que renunciar a sus descansos para mantener la fuerza operativa en su nivel óptimo. Mucha gente se pregunta por qué no se mantienen planes similares de manera permanente, pero la realidad es que no se dispone de suficiente recurso como para hacerlo porque en condiciones normales muchos de los agentes están de descanso y otros gozan de sus vacaciones, mientras que ahora ambas situaciones quedan excluidas.

Eso nos indica que hay necesidad de incrementar el número de agentes para brindar mejor seguridad a la ciudadaní­a y para corroborarlo basta comparar el í­ndice de agentes por habitante que prevalece en otros paí­ses, especialmente estudiando la forma en que ha evolucionado la cuestión en lugares que han sido tan complicados como lo es ahora nuestra Guatemala. Expertos en seguridad dicen que Colombia es un lugar al que debemos ponerle mucha atención porque con eficiencia se ha logrado enfrentar al crimen organizado, además de que estamos de alguna manera siguiendo la huella del proceso que sufrió esa nación sudamericana que pasó de ser puente del narcotráfico a un productor mundial de primer orden y, por lo tanto, sometido al control de los grupos o carteles dedicados a producir y comerciar los estupefacientes.

La situación en Guatemala es ya crí­tica en cuanto al debilitamiento provocado en el Estado, producto tanto de una tendenciosa actitud de los grupos de crimen organizado como a la torpe receta de quienes creen que adelgazando al Estado están logrando el predominio de su bando ideológico. Ese vací­o que deja el Estado al no poder atender ni operar en extensas regiones del paí­s, es inmediatamente ocupado por las fuerzas del crimen que están al acecho para llenar inmediatamente todos los espacios.

Por ello es que el fortalecimiento del Estado y sus instituciones tiene que ser un objetivo fundamental de corto plazo, puesto que en la medida en que sigamos alentando su reducción confirmamos el carácter fallido que ya se le asigna y por lo tanto nos condenamos a vivir bajo la dictadura del crimen organizado.

Ahora que vemos que la vigilancia funciona y ayuda a prevenir, hay que pensar en la necesidad de un nuevo modelo de fuerza pública que sustituya a la Policí­a Nacional Civil que tiene el pecado original de surgir de un reciclaje absurdo y es tiempo de dotar de recursos a la seguridad interna del paí­s para dar confianza y tranquilidad a los ciudadanos. Este experimento temporal nos debe servir para reafirmar la necesidad de adoptar polí­ticas de largo plazo en materia de seguridad, reforzadas desde luego con el ataque frontal a la impunidad que se debe basar en eficiente investigación.