Placenteros dí­as en la portentosa ciudad de Miami


Después de sufrir todo un ví­a crucis en el hogar a causa de un vací­o de ausencia, amén de constantes ajetreos de la vida, dispusimos visitar la bella y coruscante ciudad de Miami, Florida, Estados Unidos de América.

Marco Tulio Trejo Paiz

Ostentamos, por así­ decirlo, la etiqueta de turistas. Permanecimos allá tres semanas y unos dí­as más. Fue un verdadero «relax» que nos fortaleció aní­micamente.

Hací­a algún tiempo que no saltábamos los bordes territoriales de Guatemala, nuestra nunca bien amada patria. Viajar es vivir, como decí­a el ex presidente Juan José Arévalo, y eso lo comprobamos cuando trafagamos en interesantes ocasiones a través de varios continentes ejerciendo el periodismo y/o asistiendo a importantes eventos de la Federación de la Paz Mundial.

En Miami trotamos por todos lados. Realmente es una urbe cosmopolita deslumbrante. Radican muchos latinoamericanos. La comunidad cubana es muy numerosa y vive suspirando por la libertad de la ínsula de los Castro y compañeros de ruta. Los llaman «los Chacales de dos… extremidades inferiores» correspondiendo el calificativo que ellos les dan.

El «dawn tawn» maiamés realmente es formidable: grandes edificios modernos. Abundan los rascacielos y los grandes establecimientos comerciales donde uno encuentra todo lo que desea o necesita.

En las correntadas de flamantes automóviles y de otros vehí­culos se ve orden y nada, absolutamente nada de humo contaminante de buses y demás vehí­culos que ya parecen las viejas locomotoras de la desaparecida IRCA que ahora están durmiendo y oxidándose aquí­, en las abandonadas o semiabandonadas estaciones y subestaciones.

Las lujosas mansiones de millonarios; los condominios de la clase media y aun otras viviendas dan la impresión de ser islotes rodeados de espaciosos engramados, y todo está técnicamente jardinizado y limpio. Como en nuestras ciudades, ¿no?

Movilizándonos con mis estimadas sobrinas Martita Soto Trejo de Urrutia y Raquelita Trejo en los diversos sectores, conocimos a muchas personas de diferentes nacionalidades. Con algunas de ellas, familiares, amigas y recién conocidas, cambiamos impresiones en forma cordial. Incluso, nos invitaron a cenar o almorzar y a degustar todo género de gollerí­as en famosos restaurantes.

Contactamos a doña Gloria Bolaños Pons, quien se dedica a millonarios negocios con megaempresas estadounidenses, europeas y asiáticas, entre otras, cultiva mil relaciones con personalidades de las diferentes posiciones de la vida activa y productiva, incluso con altos funcionarios de los gobiernos federal, estatales y municipales. Es una empresaria de éxito admirable. Ella nos dijo, como reza un sabio pasaje bí­blico, que «Nadie es profeta en su tierra». Y tiene sobrada razón la significada compatriota cuyo mundo -como ella con í­ntima satisfacción y legí­timo orgullo nos expresó- es la superpotencia norteamericana. La adoptó como tal -como su mundo, como su segunda patria- y se siente muy feliz, muy contenta, muy realizada.

La señora Bolaños Pons tuvo las gentilezas de invitarnos a su mansión, donde se pasa largas horas del dí­a y de la noche comunicándose por medio de la Internet con la gente de importantes negocios a nivel internacional. «Este es mi mundillo inserto en el gran mundo en el que transcurre nuestra vida», enfatizó significativamente. Luego, en las primeras horas de la noche, nos pidió acompañarla a un enorme casino, amplí­simo, con centenares y centenares de máquinas, el que frecuenta dos veces por semanas para «probar suerte»… Yo nunca pierdo, recalcó. No bien se habí­a arrellanado en el mullido asiento frente a la pantalla del aparato, comenzó a ganar buenos dólares y continuó ganando varias veces hasta que terminó cuando -ante nuestro asombro- le «pegó» a 200,000 billetes verdes, verdes, verdes? Ella, con toda naturalidad, sin inmutarse, casi, recibió la friolera de dólares. ¿Cuál será la equivalencia a quetzales? ¡Calculemos!…

En próxima oportunidad diremos algo más respecto de lo que cosechamos periodí­sticamente en la cálida ciudad floridana.