Qué contradictorio, la moderna tecnología es una ventana abierta de par en par en beneficio del ser humano, pero a la vez también significa un daño a la propiedad. Los dos lados de la balanza que según la conciencia de cada uno entra en juego, repito, para bien y para mal.
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Destino incierto tienen los grandes inventos lanzados al mundo ¿El camino ofrece alternativas? ¿El hombre y la mujer son instrumentos de esa dicotomía? En resumen generan una convivencia, por cierto alejada del término pacífica, sin que quepa duda alguna en esta época convulsionada.
Gracias al poder, capacidad y facilidad de la computadora y el internet, son llevadas a cabo acciones aparentemente sencillas, sin embargo caen en el terreno ilícito. En tal sentido la propiedad intelectual sale perdiendo como ahora todo hijo de vecino puede darse cuenta.
Así se trate del universo musical tan rico y fértil por cuanto su producción deja una inmensa creación, si tomamos en cuenta que este arte prodigioso nada ni nadie lo detiene; de igual manera sucede con la propiedad intelectual, otro campo interminable y satisfactor muy especial.
Uno y otro lamentablemente cayó en manos que apoderadas a su sabor y antojo, por sí y ante sí, mediante los servicios instalados en los aparatos muestra tecnológica, hacen copias sin límite de los mismos. Tal piratería gana espacios con la rapidez del sonido en menoscabo de los derechos de autor.
Aquí no es factible ni permisible decir que el desarrollo y progreso alcanza dimensiones con extrema ventaja; tampoco cabe expresar que todos en un momento dado deben disfrutar. Ni siquiera referirnos al hecho que eso represente discriminación, tendencia clasista ni nada por el estilo.
De ajuste existe otra rémora en contra de los derechos de autor, me refiero a las fotocopias hoy en día en marcha triunfal. Textos completos son fotocopiados, dizque como auxiliares educativos; bajo este fundamento colegios y también universidades permiten y fomentan tal procedimiento ilegal con propósitos de negocio. ¡Estamos muy mal!