Pioneros (II)


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Con los cursos de educación técnica por supuesto que mejoraba nuestro recurso humano pero no eran lo suficientemente elevados y prolongados para formar técnicos universitarios en las diferentes materias. En 1991, como diputado y vicepresidente de la Comisión de Educación del Organismo Legislativo, ante la primera citación y reunión con la ministra de Educación, María Luisa Beltranena de Padilla, mi compañera de universidad y promoción y distinguida amiga, le pregunté formalmente cuántas escuelas técnicas estaban previstas crear en el programa del gobierno que presidía Jorge Serrano Elías,

Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com


quien por su profesión de ingeniero y por su experiencia y trabajo en el área educativa en la Organización de Estados Americanos, OEA, se presumía que dentro de su programa, tendría contemplada la creación de uno o más institutos técnicos regionales, para mi sorpresa, la respuesta de María Luisa fue que no se había contemplado la creación de alguno de estos importantísimos institutos que esperaba que con el apoyo de la Comisión de Educación, en el siguiente presupuesto, se establecieran partidas específicas para el efecto. En el siguiente año propuse a la Comisión de Finanzas establecer recursos presupuestarios al respecto, sin embargo, el Ejecutivo y el Legislativo no lo consideraron una prioridad y la iniciativa no fue aprobada.

Ante los antecedentes existentes, el 15 de enero del año 2000, en la reunión bilateral, al día siguiente de la toma de posesión de Alfonso Portillo como Presidente y del suscrito como Vicepresidente, estando presente el Canciller, Gabriel Orellana, le propuse como una iniciativa específica a la delegación proveniente del gobierno de Taiwán que especialmente vino y asistió al acto de toma de posesión, que concretamente nos apoyara para que en la Costa Sur, por ser ésta el área de mayor agroindustria, se creara el primer instituto tecnológico a nivel universitario en nuestro país, solicitud que en principio fue aceptada por el presidente de la delegación taiwanesa.

Como consecuencia de este planteamiento concreto y específico, a los tres meses aproximadamente, se nos respondió que nuestra solicitud de cooperación había sido aceptada por Taiwán, se nos requirió concretar el área específica donde podría construirse dicho instituto y quién sería la unidad ejecutora por parte del Gobierno de Guatemala. De inmediato respondí que el lugar sería la finca Jurum Marinalá, instruyendo al Instituto Nacional de Electrificación, INDE, que donara el espacio correspondiente (Acuerdo Gubernativo 538-2003) y la unidad ejecutora sería el Fondo Nacional para la Paz, FONAPAZ, que presidía Arístides Crespo, aprobándose mediante Acuerdo Gubernativo 43-2003 invertir entre préstamo y aporte de Q80 millones.

Ante esa situación, los subsiguientes meses se procedió a determinar cuáles serían los planos e instalaciones suficientes para que jóvenes que ostentaran el título de maestro, bachiller, contador u oficial del Ejército pudieran dedicar parte de sus años de estudio a obtener un título de técnico universitario y así llenar esa inmensa necesidad intermedia entre un ingeniero y un trabajador de las áreas técnicas respectivas.

Ver al poco tiempo los planos y la maqueta me produjo una gran emoción, me recordó que en Birmingham, Alabama, USA, extracurricularmente asistí a un instituto técnico y aprendí lo básico en soldadura y torno. Recordé que en el Ejército de Chile los oficiales están obligados a estudiar armamento y motores y muchos de ellos posteriormente se gradúan de ingenieros politécnicos.

¡Guatemala es primero!

Continuará.