Pilares del estado de derecho (III)


Guatemala es una nación multiétnica, pluricultural y multilingí¼e. Pero ello no quiere decir una nación fragmentada, desunida. No, enfáticamente No. Es a través de esta unidad nacional integrada por los componentes señalados, en que debemos lograr una democracia y una paz firmes, sostenidamente permanentes.

Lic. Mario Roberto Guerra Roldán

Papel importante juegan los partidos polí­ticos para lograr las metas anteriormente mencionadas. Estos no sólo deben ser grupos organizados jurí­dica y polí­ticamente, sino verdaderos transmisores de las necesidades y demandas del pueblo, tanto en el orden económico como en el social y polí­tico, o de cualquier í­ndole.

En la reciente historia de Guatemala hemos visto nacer, crecer e, infortunadamente, desaparecer a varios partidos polí­ticos, o si no han desaparecido están desgastados y debilitados. Son fuertes cuando están en el poder y se tornan frágiles y endebles cuando desaparece su lí­der y/o dejan el gobierno. Causa de tal fenómeno, tanto en nuestro paí­s como en el resto de América Latina, es que los partidos no han sido eficientes para encauzar el cambio que demanda el progreso económico y social. No se han preocupado de transformar sus estructuras tradicionales que los perfilan como grupos electoreros, sin contenido ideológico y esencia polí­tica.

Sin embargo, son indispensables para la vida de un régimen democrático, ello es indiscutible; pero es necesario que se compenetren de los problemas sustanciales de la población, en toda su dimensión. Sin menoscabo de su ideologí­a, si es que la tienen, sin mengua de su institucionalidad, deben conformar una entente de comprensión de adversidad, conciliadora, ya sea fuera del Gobierno o dentro de él. Deben obrar de acuerdo con los postulados del sistema democrático; asimismo, estimo que deben contraer compromisos estables con los intereses, no sólo de sus afiliados o sus cúpulas, sino también (esto es básico) con los de toda la población, y deben dar acceso a las demandas legí­timas de los grupos emergentes, así­ como respetar las reglas de juego de la competitividad y no simplemente adueñarse del poder.