Piedra de Escándalo (poesí­a en Décima)


Roberto Cifuentes E.

Cuando se habla de un libro, de inmediato nuestro pensamiento gira en torno al autor. En la nueva publicación de la Editorial Universitaria de la Universidad de San Carlos de Guatemala, el pensamiento no solamente gira en torno al autor sino también a una «rama» de la poesí­a desfavorecida por algunos poetas lí­ricos, la poesí­a escrita en Décimas. Nos referimos a la obra Piedra de Escándalo, del poeta cubano Modesto Caballero Ramos, vicepresidente del grupo literario Ala Décima.


Piedra de Escándalo es una obra donde el lector podrá introducirse espiritualmente a la poesí­a, construida en estrofas octosilábicas (ocho sí­labas métricas) de diez versos cada una. La Décima aunque es cultivada en muchas partes del mundo hispano, es en Cuba donde ha alcanzado un vigoroso desarrollo en sus dos vertientes, la oral improvisada y la escrita. La poesí­a, no importando la forma que se escoja para escribirla, siempre será como dijo José Martí¬ » la más alta expresión de lo bello».

El poeta Modesto Caballero Ramos, desde su casa en Alamar, municipio de La Habana del Este, Ciudad de La Habana, Cuba, nos responde ví­a Internet, el por que de publicar Piedra de Escándalo en la Editorial Universitaria.

Pregunta: El lector guatemalteco no está relacionado con los poemas en décimas. ¿Nos da una reseña de la historia de la décima en América?

Respuesta: Me parece conveniente, para conocimiento del gran público que se quisiera interesar en la décima, abarcar un poco más en la historia misma de su aparición. Está comprobado que entre sus antecedentes, se encuentran en las estrofas de Mí­stica pasionaria, del sevillano Juan del Mal-Lara, publicadas en 1571, aunque existen dudas relacionadas con la autenticidad autoral de aquellas estrofas. Lo que sí­ está comprobado es que fue el poeta y músico español Vicente Martí­nez Espinel quien dotó a esta estructura de una especial musicalidad veinte años más tarde, porque en 1591 aparece su obra «No hay bien del mal que me guarde». Fue tal el impacto, que dos de los más altos exponentes del Siglo de Oro Español, Lope de Vega y Luis de Góngora y Argote, comenzaron a llamarle «espinela» a la estrofa acuñada por Espinel. Fueron ellos mismos quienes la popularizaron. En un inicio la décima fue considerada un arte culto, pues fue muy bien acogida en las Cortes. Luego también entró a los monasterios y al teatro. Por ahí­ entró en nuestra América desde sus inicios: los frailes, los cortesanos, los teatristas. Por ejemplo, el antecedente más lejano que tenemos en la historiografí­a reconocida, es que precisamente la primera obra literaria cubana, un poema épico llamado «Espejo de paciencia», editado en 1608, de la autorí­a del canario Silvestre de Balboa, encontramos la décima con su armónica estructura, aunque con alguna diferencia en la distribución de las rimas, pero con todos los versos octosilábicos.

P.: ¿Cómo nace la idea de editar el libro Piedra de Escándalo, en la Editorial Universitaria?

R.: Te cuento que yo soy de esos autores que escribo un libro para un certamen y si se va en blanco, difí­cilmente lo vuelva a enviar a otro concurso. Eso le sucedió a Piedra de Escándalo, escrito expresamente en 1999 para participar en la primera edición del concurso Iberoamericano Cucalambé de la Décima, convocado para premiarse en el mes de julio de 2000. Esta primera edición fue ganada por uno de los más altos exponentes de la décima escrita en la actualidad, Pedro Péglez González, presidente del Grupo Ala Décima, del que soy vicepresidente. Al respecto, es Péglez el único que lo ha ganado dos veces, ya que también alcanzó el galardón en el 2004.

Después de esto, mi libro estuvo engavetado hasta el mes de marzo de 2006 en que luego de que impartiera el taller de creación poética dedicado í­ntegramente a la construcción de la décima, en la que participaron veintidós poetas guatemaltecos, jóvenes, menos jóvenes, adultos, mujeres y hombres. Ya yo habí­a comprobado que en Guatemala no habí­a bibliografí­a sobre la décima, ni poemarios, ni trabajos de pensamiento sobre esta estrofa, que como ya dijimos, surge en España en el año 1591. Entonces, le propuse al arquitecto Byron Rabé, Director en ese momento de la Dirección General de Extensión Universitaria, la publicación. Lo hice como un aporte, aunque pequeño, al desarrollo del conocimiento de esta estrofa en Guatemala, paí­s tan cercano a los cubanos por lazos históricos y culturales.

P.: ¿Por qué el nombre de Piedra de Escándalo?

R.: El poeta es un ser que ha de estar siempre atento al entorno de sus dos mundos: el interior y el exterior, porque de pronto se refracta en alguno de sus sensores una mí­stica imagen en forma de destello lumí­nico que deberá captar al instante, pues si la deja escapar, aunque luego tenga un recuerdo, ya no será lo mismo. Yo por suerte atiendo mucho esos extraños llamados, aunque reconozco que no he sido infalible y algunos, no pocos, no he atendido. Pero con relación a por qué el nombre del libro, recuerdo que cuando ya tení­a bien establecida la estructura del libro, que es la misma que tiene en la actualidad, es decir, tres secciones, bien diferenciadas la una de las otras, no habí­a encontrado qué nombre ponerle. Se suele llamar a un libro por el tí­tulo de uno de los poemas que lo compone o simplemente con uno de sus cientos de versos, tal vez, y es aquí­ lo sistémico más complejo, algo que sin parecerse a nada, sea a su vez la esencia misma del contenido fundamental del libro, es decir, que el libro es su tí­tulo y no el tí­tulo el libro como pudiera considerarse. El Cucalambé es un concurso extremadamente difí­cil, muy difí­cil, obtener en él una mención es de hecho todo un alto reconocimiento para cualquier poeta. Recuerdo que justamente el 24 de marzo de 2000 me encontraba en mi habitación cenando a las 20:15 horas. En aquel momento tení­a una computadora del tipo XT que para mí­ era una joya, mi más avanzada máquina de escribir y la tení­a apagada mientras comí­a como de costumbre, con el plato en la mano y miraba el noticiario estelar de la Televisión Cubana. De repente comienzan a hablar del Arzobispo Oscar Romero Arias, pues se conmemoraba el vigésimo aniversario de su asesinato y el locutor dijo que él decí­a: «me gusta cuando me desprecian, porque me parezco un poquito a Jesucristo que también fue piedra de escándalo».

Te digo que no fue un simple reflejo lumí­nico lo que se apoderó de mis sentidos, sino un potente rayo. No me daba tiempo de encender mi querido dinosaurio, entonces tomé un bolí­grafo y una hoja de papel y sin detenerme a pensar qué iba a ser, comencé a escribir esta décima:

Y me vestiré despacio

bajo el designio del Otro,

cabalgaré sobre un potro

a la Estigia. En el espacio,

¿será este acaso el prefacio

de mi estirpe como vándalo?

Quizás perfumado sándalo

sea el madero de mi cruz

pues como lo fue Jesús,

soy también piedra de escándalo.

Eso salió en solamente un minuto, casi sin respirar. Me le quedé mirando. ¿Qué habí­a sucedido? Leí­ la décima tres veces. Fue entonces que supe lo que habí­a acontecido. Habí­a, en ese instante, terminado realmente el libro: Aquella décima serí­a el pórtico y el tí­tulo la sentencia del difunto arzobispo. Además, por derecho propio, por todo lo que aún hoy sigue significando ese humilde hijo de Dios para su pueblo y por lo que veinte años después de su muerte fue capaz de trasmitirme, el libro estarí­a dedicado a su memoria. Esa, Roberto, es la historia, sencillamente.

P.: ¿Existe en Guatemala campo fértil para el surgimiento de los poetas decimistas?

R.: Yo fui testigo de excepción de que sí­ hay potencial humano en Guatemala para el cultivo de la décima, al menos, escrita, que fue mi experiencia, pero además, tengo la certeza de que también lo hay para la otra vertiente de la décima, me refiero a la oral-improvisada, o como lo llamamos en Cuba, el repentismo, porque en otros paí­ses del área tienen distintos nombres, por ejemplo, en Argentina se les conoce como payadores; en Colombia, Venezuela y en Yucatán, decimeros. Además, en cada uno de los paí­ses, las tonadas con que se hacen acompañar los poetas son diferentes. A mí­ me gustarí­a investigar en Guatemala sobre los ritmos autóctonos, estoy seguro que algo de la oralidad debe existir.

En Cuba, donde históricamente ha existido una fuerte tradición decimí­stica, en ambas vertientes, existe, desde hace siete años los talleres infantiles de repentismo. Los resultados han sido, sin ninguna intención de magnificar los resultados, excelentes. En todas las provincias y en un número grande de municipios, existen estos talleres. En ellos, se les enseña a los educandos, las técnicas de la improvisación y de cantar. Claro que todos no pueden ser poetas, pero si tienen buena voz, entonces se les entrena como tonadistas, es decir, cantan las décimas utilizando cualesquiera de las muchí­simas tonadas que existen.

Te reafirmo que tengo la más absoluta certeza de que sí­ existe el potencial humano suficiente para cultivar, de forma masiva, la décima en Guatemala,

como en cualquiera de los demás paí­ses del habla castellana, pues el metro del habla común de esta lengua es el octosí­labo, que es el metro por excelencia de la décima. Si no, fí­jate lo común que es escuchar: Roberto, ¿qué hora es? Y tú le respondes: son las cinco menos veinte. Y por ahí­ para allá, a diario y en todos los lugares, escucharás parlamentos octosí­labos, porque es el metro natural, repito, de la lengua castellana.

P.: Profundizando más en lo personal, hablemos de su obra poética.

R.: Mira, te diré algo, yo soy un poco, para no decir mucho, un escritor extraño. No se trata de que tenga miedo escénico, porque en realidad, no lo tengo, pero soy reacio a dar recitales y cuando accedo, leo muy poco. El más largo de todos, lo di, precisamente, en el teatro del Paraninfo el 16 de marzo de 2006 y me hice acompañar por 14 poetas guatemaltecos. Mira, a los 14 años gané mi primer premio como poeta. Fue un concurso convocado para niños y jóvenes en la provincia de Matanzas, llamada también, por su alta cultura, la Atenas de Cuba. Entre los jurados, estaba nada más y nada menos que la hoy Premio Nacional de Literatura, uno de los í­conos de la poética nacional, Carilda Oliver Labra. Luego tuve otros premios que a decir verdad no los recuerdo y publicaciones en periódicos, en numerosas antologí­as poéticas cubanas, revistas, recitales de radio, etc. Sin embargo, ninguno de mis veintidós libros de poesí­a, muchos de los cuales han obtenido premios y menciones en concursos nacionales e internacionales, no han visitado todaví­a ninguna editorial, como tampoco mis once novelas, mis obras de teatro y dos libros de cuentos. ¿Por qué? Pues porque no escribo para publicar, sino para dejar memoria escrita de mi tiempo para futuras generaciones y una vez que el libro sea publicado, ya dejó de pertenecer al autor y ya no podrá trabajar más sobre él y prefiero perfeccionarlos constantemente, porque nunca estoy conforme con lo que hago.

Escribo todos los dí­as durante muchas horas. Lo mismo poesí­a que narrativa, pero escribo los siete dí­as de la semana. Es un hábito. Cuando no escribo, leo. Casi no veo televisión. El tiempo lo tengo bien planificado, una parte de él, diariamente lo dedico al ejercicio fí­sico, tan necesario para poder mantenerme sentado diez horas diariamente delante de la computadora, porque para mí­, escribir no es un vicio, porque gracias a Dios, no tengo ninguno; para mí­, escribir y leer es una necesidad del alma.

P.: ¿Quiénes son los decimistas más destacados en Cuba?

R.: Muy difí­cil pregunta. Difí­cil y comprometedora. Se trata de que el fenómeno de la décima en Cuba está muy difundido y enraizado y que en verdad son muchos. Mira, de todas maneras, solamente nombraré los máximos í­conos cultores de nuestra Estrofa Nacional, a decir del poeta del siglo XIX, José Fornaris. Precisamente, en ese siglo, vivió quien está considerado el máximo exponente de la décima cubana en esa centuria, a cuya memoria se celebra cada año en la provincia de Las Tunas, el evento Iberoamericano dedicado a esta estrofa, la Jornada Cucalambeana. Se trata de Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, el Cucalambé. En ese siglo, todos los poetas la cultivaron, con mayor o menor suerte, como los del siglo XX, pero de este último, sobresalió por encima de la pléyade de cultores decimí­sticos, Jesús Orta Ruiz, mundialmente conocido como El Indio Naborí­, quien tuvo tanta fuerza en lo escritural como en el repentismo y en cuyo nombre, se celebra el 30 de septiembre de cada año, dí­a de su cumpleaños, aún estando en vida, el Dí­a Iberoamericano de la Décima. Mencionar otros nombres, te digo que serí­a cometer, por más que me esfuerce, dolorosas omisiones, porque es tan grande el número de poetas, de todas las edades, que hoy cultivan la décima con un alto nivel lí­rico, que no podrí­a nombrarlos a todos y como soy amigo de esa gran totalidad, prefiero nombrar a esos dos í­conos, reconocidos, aceptados y respetados por los demás.

P.: ¿Cómo se concibe en Cuba la poesí­a en décimas?

R.: En Cuba, la décima ha pasado por varios estadios. Me voy a referir al Siglo XX exclusivamente. En determinado momento las formas tradicionales de hacer poesí­a fueron quedando relegadas, no solamente la décima, te hablo del soneto, el romance, la lira, etc, etc. Ahora, ¿qué pasó con la décima? Pues sucedió que si bien la vertiente escritural pasó casi al desuso, no sucedió lo mismo con la otra cara de la estrofa, la improvisada, que enraizada en lo más profundamente genuino de la cultura tradicional campesina, el hombre de campo la siguió cultivando. Se entró a un perí­odo que se ha dado en llamar «tojosismo», es decir, la décima campesina que solamente le cantaba a la belleza del paisaje campestre y a la dureza de la vida del hombre y la mujer del campo, que por ser persona de muy poca cultura, la inmensa mayorí­a analfabeta, no tení­an posibilidad de hacerles aportes verdaderamente literarios a la décima y cada vez se perdí­a más y más de los llamados medios y ambientes culturales, principalmente en los grandes centros culturales del paí­s y ningún poeta querí­a saber de ella, so pena de que lo tildaran de inculto.

Pero siempre estuvo latente la décima en lo verdaderamente cubano. Entonces comenzaron a surgir poetas como Nicolás Guillén, nuestro Poeta Nacional, los origenistas, movimiento de vital importancia surgido en los años 30″, y comenzaron a aparecer en las estaciones radiales los programas de música campesina, o guateques, como se les dice en Cuba y se destacaron algunos poetas, el más importante fue el Indio Naborí­.

Para no extenderme demasiado, te quiero decir que ni aún después del triunfo de la Revolución el Primero de Enero de 1959, la décima, fundamentalmente la escrita, tuvo un lugar preponderante en la vida cultural del paí­s, aunque claro, aparecí­a, aunque muy raras veces, algún poemario escrito en esta estrofa. Sucedió algo inevitable. Para nadie es un secreto que el nivel cultural del pueblo cubano es incomparablemente superior al que habí­a antes de 1959 y eso tiene necesariamente incidencia determinante en el ámbito de la cultura, y la décima, aunque ignorada por muchos, formaba parte de ella. Entonces, para finales de la década de los 80″, comienza un movimiento, yo dirí­a de mayor participación de poetas jóvenes, en el cultivo de la décima, que según se iba adentrando los años 90″, se vigorizaba y cada vez más se surtí­a de sangre e inteligencia joven, que llega hasta nuestro tiempo. A este fenómeno se le ha dado en llamar de renovación o revitalización de la décima, pero en ambas vertientes, es decir, la escrita y la oral-improvisada. Para decirte hasta donde se ha elevado el canto poético en la décima cubana, baste decir que lo que hoy dí­a improvisan los repentistas, antes de los años 90″, los escritores no llegaban a ese nivel de elaboración, por lo que ambas vertientes del mismo fenómeno, se han complementado, quiero decir, el escritor ve por donde anda el vuelo poético del repentista y se ve obligado a subir el suyo, pues él tiene todo el tiempo para elaborar su poema mientras el repentista dispone apenas de un minuto, lo que en realidad requiere de un gran talento y una alta teatralidad.

P.: ¿A qué atribuye que muchos poetas desdeñan la décima y la consideran un arte menor?

R.: Mira, yo tengo un amigo poeta cubano, natural de la provincia de Las Tunas, considerada con toda validez la Capital Mundial de La Décima, que jamás ha escrito una sola espinela, y dice que los versolibristas que desdeñan escribir en la forma tradicional o rimada, es porque no lo saben hacer. Te cuento, tú que también eres poeta, lo digo yo con honestidad que he visto lo que escribes aunque no te guste que se sepa, que escribir poesí­a rimada es difí­cil, porque te tienes que ceñir a la rigidez de las reglas, los cinco ritmos de la poesí­a donde todos están presentes, es el verso rimado; en el otro, solamente se tiene en cuenta, y es un grave error, el ritmo semántico, no quiero entrar en aspectos técnicos porque no alcanzarí­a el espacio.

Por eso, pienso, y con ello no pretendo faltarle el respeto a nadie, que quien considere a la poesí­a rimada, cualesquiera que sea, un arte menor, es un pensamiento estrecho y de esos hay muchos en todas partes del mundo, en Cuba tenemos tantos, que si los pudiéramos exportar, resolverí­amos muchos de nuestros problemas económicos. Porque hay un concepto erróneo. Numerosos poetas creen de verdad que el verso rimado es el más antiguo de todo y no es así­. La poesí­a comenzó con verso libre y al paso del tiempo, fueron surgiendo las estrofas rimadas. Pero hay más, el verso más armonioso y técnico que existe, el endecasí­labo, es el más moderno de todos los versos, surgido apenas en el Siglo XVI en España, traí­do por Garcilaso de la Vega en la parte petrarcana de su obra como consecuencia de sus andanzas por Italia. Y fí­jate si a España todo entraba tarde, que de Francesco Petrarca (1304 a 1374) su obra más reconocida, el Cancionero, escrito en este tipo de verso, pudo llegar a España dos siglos después.

Quiero finalmente dejar algo en claro: nadie se debe sentir obligado a escribir de una forma o de otra, con la misma intensidad te digo que tampoco nadie se debe sentir con el derecho a menospreciar alguna de las formas de manifestación de la poesí­a ni de otra forma del arte. Todo ha de coexistir en perfecto cosmos en la gran galaxia que supone el arte.

P.: En un mundo tan competitivo ¿cuál será el destino de los poetas decimistas?

R.: LOS POETAS, Roberto, no tenemos un destino diferente al resto de los mortales. Si bien Thomas Stearns Eliot dijo que los poetas eran más viejos que el resto de los mortales, lo cierto es que formamos parte indisoluble de la gran aventura inalienable del ser sobre la tierra, destinado irreversiblemente a morir. Ese es el centro de la poesí­a. Lo que está en juego, es algo superior al individuo, es el arte de lo bello por lo bello y para lo bello. No es quién triunfa sobre quién, pienso que la filosofí­a más inteligente serí­a aquella de, primero, reconocer la multiplicidad de las formas en la esencia, luego, aprender a coexistir con ellas para finalmente, quien triunfe no sea, o quien de más recursos dispuso para demostrar su teorí­a, o quien bajo el soporte de supuestos altí­simos méritos literarios, se haga de una tribuna desde donde imponer con más pasión que razón, sus propios razonamientos, sino que triunfe la verdadera razón, que es donde está la verdad. El mérito se ha de ganar de la misma forma en que seamos capaces de saberlo cultivar. De todo, al final, la historia jamás equivoca su veredicto y no podrá ser otro que el de que la décima, como cualquier otro continente, tendrá garantizada su existencia mientras exista la lengua que le dio origen.

P.: ¿Qué fue lo que más le sorprendió en su estancia en Guatemala, en relación con el mundo de la poesí­a?

R.: Nada me sorprendió y perdona la franqueza. Más bien te dirí­a que se acentuó con altí­sima firmeza y se me ensanchó la visión que desde Cuba llevaba. Como lo he dicho muchas veces, para el cubano común, Guatemala le es a su espí­ritu como los seres muy queridos que andan lejos. Se extrañan aunque no se conozcan y nunca se les olvida. Eso me pasaba a mí­ antes de besar con las palmas de mis pies esa tierra maravillosa. Desde hací­a unos pocos años antes ya habí­a comenzado a tener relaciones personales con algunos guatemaltecos, que por suerte eran personas sensibles y con los que profundicé en mis apetitos culturales, porque tení­a claro que no se trataba solamente de los í­conos infalibles, a saber, digamos, un premio Nobel y Lenin de la Paz como lo es, repito, lo es, Miguel íngel Asturias, ni los hijos de Quetzaltenango y Antigua, Rafael Arévalo Martí­nez y Luis Cardoza Aragón. Es toda Guatemala, que junto a México tiene una poderosa tradición cultural anterior a la conquista, ahí­ están los monumentos que lograron sobrevivir, como la Biblia quiché, los textos del Rabinal achí­ o la cumbre de todo, el Popol Vuh.

La señora Ana Marí­a Simons Solí­s, guatemalteca inmensa y creadora, amante y defensora de su cultura, me alertó sobre el tremendo movimiento poético que luchaba por abrirse paso en el ambiente y los cí­rculos literarios del paí­s, integrado por hombres y mujeres de todas las regiones de la tierra del quetzal. Entonces me tocaba a mí­ comprobar hasta dónde era cierta aquella afirmación. Como sabes, fue programado un encuentro de música y poesí­a Cuba-Guatemala para el 16 de marzo de 2006. Desconocí­a que la poeta del paí­s que me iba a acompañar, serí­a la amiga Patricia Muñoz Meza. No se me habí­a dicho esta parte del programa y pensé que serí­a un escenario solo para mí­, entonces, sin contar con nadie, cuando fui presentado y te aseguro que sin saber cuántos poetas habí­a allí­ y si estarí­an dispuestos a leer sus textos, lancé la invitación. Mira, fantástico, fantástico, en Cuba, donde decimos que das una patada en el piso y salen diez poetas, nunca me ha sucedido eso. Al final, allí­ decidieron acompañarme 16 poetas y habí­a más y estaban ávidos por participar, porque se les oyera y eso para mí­ fue mucho más importante que cualquier otra cosa. Luego fue lo del Taller de Creación Poética cuatro dí­as después, sin tanta divulgación y participaron 22 poetas durante los tres dí­as que duró. Por eso te digo que nada me sorprendió, pues sabí­a que ese movimiento tremendo existí­a, pero se ensanchó mi visión. Allí­ conocí­ personalmente a un joven que ya dejó de ser una promesa para la cultura guatemalteca para convertirse en una realidad que sigue creciendo y que con gran humildad aceptó mi invitación, te hablo de Julio Manuel Girón. Y fí­jate tú qué cosa tan singular, por lo menos para mí­, cubano: entre los poetas que participaron en el taller, habí­a una monjita, ¿ves?, es que para la poesí­a no existen fronteras, ni territoriales ni filosóficas, allí­, todos juntos, construyendo un cántico al coro de la lí­rica.

P.: Para finalizar: ¿Qué recomendaciones le da a un joven que se inicia en este campo de la poesí­a?

R.: Para la inmensidad infinita del tiempo, el hombre, que nace niño, por muchos años que pueda vivir, morirá eternamente joven. Con esto te quiero decir que las recomendaciones que le pudiera dar a cualquier poeta que desee incursionar en la décima como continente donde expresar su mundo mí­stico, es que estudie primeramente sus particularidades técnicas, luego leer muchas décimas; sobre todo, de diferentes poetas, por ejemplo, les puedo recomendar a los poetas, investigadores o simplemente amantes de esta estrofa, que visiten la página web del Grupo Ala Décima, www.peglez.blogspot.com y en ella podrá encontrar todo cuanto necesite para este propósito. Y después, escribir muchas décimas, todos los dí­as, hasta que llegue el momento en que no pueda dejar de hacerlo.

Para la inmensidad infinita del tiempo, el hombre, que nace niño, por muchos años que pueda vivir, morirá eternamente joven. Con esto te quiero decir que las recomendaciones que le pudiera dar a cualquier poeta que desee incursionar en la décima como continente donde expresar su mundo mí­stico, es que estudie primeramente sus particularidades técnicas, luego leer muchas décimas; sobre todo, de diferentes poetas, por ejemplo, les puedo recomendar a los poetas, investigadores o simplemente amantes de esta estrofa, que visiten la página web del Grupo Ala Décima, www.peglez.blogspot.com y en ella podrá encontrar todo cuanto necesite para este propósito. Y después, escribir muchas décimas, todos los dí­as, hasta que llegue el momento en que no pueda dejar de hacerlo.