Pides y no te doy, suma y resta


Aún no han tomado posesión de su cargo y el Presidente y Vicepresidente electos son objeto de diversas solicitudes para resolver problemas ingentes para determinados sectores.

Lic. Mario Roberto Guerra Roldán

No está demás insistir en que la democracia es el régimen de equilibrio que se ha creado, con la pretensión de vivir en paz y concordia. Sin embargo, ha sido harto difí­cil, por no decir imposible, lograr esa situación que se acerca a una utopí­a.


La democracia constituye un gran pretexto para alcanzar y ejercer el poder, y en su nombre se cometen desaciertos que ponen en evidencia la incapacidad de los gobernantes y actos de violación a los derechos humanos, de corrupción y delictivos, que se quedan impunes a la sombra del poder.

Esto sucede en casi todos los paí­ses que presumen y blasonan de tener una democracia. Con toda razón podemos afirmar que esta forma de gobierno está en crisis, o sea que la democracia está en peligro y que con sus envolventes, el liberalismo y el neoliberalismo, ha fracasado. Estos problemas son tí­picos en los paí­ses llamados del tercer mundo en que, puedo asegurar, nunca se ha conocido la democracia en su esencia, salvo algunas excepciones como aconteció en Guatemala de 1945 a 1954.

Los guatemaltecos experimentamos hace pocas semanas, un evento electoral en el que las elecciones realizadas fueron calificadas de democráticas y transparentes, porque no hubo fraudes o actos que afectaren el resultado de las votaciones y porque el pueblo, aunque no en mayorí­a, acudió a las urnas a ejercer libremente el derecho de sufragio. Y después ¿Qué? ¿Se repetirá la historia? ¿Se cumplirá lo ofrecido en un Plan de Gobierno? Los actos de gobierno ¿Expresarán la voluntad popular? Y tales actos ¿Serán vinculantes con las necesidades y carencias de la población?

El candidato electo no ha tomado posesión y ya están las presiones de diferentes sectores, para que de inmediato se resuelvan los problemas que consideran solamente suyos y los más importantes y prioritarios, en una sociedad sumamente dividida.

Cuando un gobernante y su partido asumen la dirección de los destinos del paí­s, se le adhieren una gran cantidad de simpatizantes y afiliados proclamando a los cuatro vientos que votaron, no sólo, por decir que son ganadores, sino también por conseguir algún chance; como se decí­a hace 50 años, aunque sea de policí­a. Asimismo, ponen sus esperanzas en el nuevo régimen los sectores marginados y olvidados, como son los campesinos, los trabajadores, las mujeres y los indí­genas, cuyas carencias no se han resuelto y han seguido creciendo como una bola de nieve que se precipita en una ladera, porque los gobiernos no han tenido la voluntad ni la capacidad de atenderlos idóneamente, lo que ha causado desesperación y frustración y, como consecuencia, una gran presión para el gobierno que se estrena y que se traduce o provoca el desahogo mediante protestas, manifestaciones y, el pan nuestro de cada dí­a: la violencia.

¿Tendrá el próximo gobierno la mesura, la sensatez, la capacidad y la buena voluntad para enfrentar tanto problema heredado de sus antecesores, y que constituyen un cúmulo agobiante de insatisfacciones? ¿Continuaremos en este interminable «camino a la democracia? Nuestros deseos son por una respuesta afirmativa. En caso contrario, después de la suma vendrá la resta.

¿Tendrá el próximo gobierno la mesura, la sensatez, la capacidad y la buena voluntad para enfrentar tanto problema heredado de sus antecesores, y que constituyen un cúmulo agobiante de insatisfacciones?

Mario Roberto Guerra Roldán.