El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, recibió esta semana un fuerte espaldarazo de su aliado argentino Néstor Kirchner, quien logró la resurrección internacional de la estatal petrolera Enarsa, recursos financieros frescos mediante la emisión de bonos y una inyección de 135 millones de dólares a una endeudada cooperativa lechera.
Kirchner desembarcó el martes con sus dos aviones presidenciales, los Tango 01 y 02, repletos de altos funcionarios y 60 empresarios para una visita de dos días en la Faja Petrolera del río Orinoco, donde Chávez tomará el control de la mayoría accionaria de las cuatro asociaciones mixtas estratégicas a partir de mayo.
Como parte del intenso plan de nacionalizaciones de la industria estratégica de telecomunicaciones, eléctrica y petrolera estatal PDVSA tomará el control accionario de esas alianzas con Exxon-Mobil, la británica BP, Statoil, Texaco, y la francesa Total, entre otras.
En la otra cara de la misma moneda, con la ayuda de petroleras estatales de aliados como China, Irán, Rusia, Argentina, Cuba, Brasil y Uruguay, Chávez busca probar al mundo que en esa región de 55.300 km2 existe el yacimiento de hidrocarburos más grande del planeta.
En 2008 terminará ese proceso que incrementaría en 235.000 millones de barriles las reservas probadas de petróleo extrapesado de Venezuela, elevando a 316.000 millones sus reservas probadas, adelante de Arabia Saudita que cuenta con 264.000 millones.
Bajo un sol vertical, con lentes, guantes y cascos industriales Chávez y Kirchner activaron el primer pozo de perforación con las banderas de ambos países, de un grupo de seis pozos en uno de los 27 bloques en que se divide la Faja.
«Enarsa vuelve a la vida», celebró Kirchner.
La asociación estratégica con la estatal PDVSA, tiene un «gran significado» para Enarsa, confesó Kirchner: «Como el Ave Fénix que renace de las cenizas que nos dejaron» dijo en alusión a la era de privatizaciones de los años 90.
«La empresa petrolera argentina vuelve a tener una activa participación en la producción en una región que tiene una reserva que se calcula en 21.000 millones de barriles, con una explotación del 20% en una primera etapa. Creo que el futuro nos sonríe», dijo Kirchner satisfecho.
El sonoro resurgimiento de Enarsa en un país donde la palabra nacionalización ha cobrado actualidad hizo renacer en Argentina los sueños de petróleo propio, justo en un año electoral donde el peronismo buscará preservar el poder con Kirchner o su esposa, la senadora Cristina Fernández.
El diario La Nación recordó que Kirchner «encargó alguna vez encuestas que sondearon cómo recibiría la ciudadanía esa medida, y que el resultado favorable a hacerlo fue abrumador», no obstante indicó que la estrategia de Chávez, no consiste en nacionalizar todo sino tomar activos importantes.
Relató además que cuando el ex ministro de Hacienda, Roberto Lavagna dejó el gobierno «contó en una reunión privada lo que, según creía, intentaría hacer Kirchner: adquirir participación en la mayor parte de las empresas privatizadas. Parte de eso ha ocurrido», apuntó el influyente diario.
Como sea, está por verse la capacidad que puedan tener con este tipo de crudos de difícil explotación empresas como Enarsa o la estatal uruguaya Ancap, que ha fracasado en encontrar petróleo en sus exploraciones nacionales.
Pero el componente político de la visita fue de tal magnitud que Chávez afirmó, la noche del jueves: la visita de Kirchner fue «un golpe al hígado del imperialismo estadounidense»
«Â¿Quiénes estaban antes en la Faja del Orinoco?, sólo las empresas gringas porque ellos asumían que eso era de ellos, ahora no, nosotros estamos compartiendo con todos, con el mundo y sobre todo con nuestros amigos», dijo Chávez.
Kirchner consideró como «un error absoluto» que se diga que él o el presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva deban «contener a Chávez».
Sin embargo, a diferencia del fuerte componente ideológico de izquierda que promueve Chávez, Kirchner, acotó que su idea de integración es «independiente del pensamiento político de cada gobierno».