El nuevo comandante en jefe de las fuerzas internacionales en Afganistán, el general David Petraeus, afirmó el jueves que mantendrá la consigna de evitar al máximo las pérdidas civiles, aunque velará para que la misma no se aplique en detrimento de la seguridad de los militares.
«No habrá revisión de las reglas» para las tropas, que «creo que son buenas», aunque «vamos a verificar que sean aplicadas correctamente», declaró el general estadounidense en la sede de la OTAN en Bruselas, un día después de que el Senado de Estados Unidos le confirmara como máximo responsable militar en Afganistán.
Petraeus, que recibió el apoyo unánime de los embajadores de los países de la OTAN, sustituirá al general Stanley McChrystal, destituido por sus críticas a la administración estadounidense de Barack Obama, al frente de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) de la Alianza Atlántica.
«Ha habido un cambio en el mando pero no un cambio en la estrategia», señaló junto al general el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, saludando al «hombre indicado para sacar adelante la misión» en Afganistán.
Petraeus hizo escala en Bruselas, donde además de los 28 países miembros de la OTAN fue recibido por representantes del resto de los 18 países de la ISAF, pocos días antes de embarcarse hacia el país asiático, donde se pondrá al frente de unos 119.000 militares extranjeros.
«Debemos hacer todo lo que sea posible para proteger a la población y reducir las pérdidas entre civiles inocentes», insistió Petraeus, desmintiendo rumores sobre un cambio de doctrina que permitiría a las tropas de la OTAN abrir fuego en cualquier circunstancia para defenderse en caso de ataque.
Consciente del impacto desastroso que toda muerte de civiles a manos de las fuerzas extranjeras tiene en la opinión pública en Afganistán, debilitando la estrategia para ganar la guerra contra los talibanes, McChrystal recortó ampliamente el derecho de abrir fuego.
Petraeus se felicitó de que en las últimas doce semanas, el número de civiles muertos en esas circunstancias descendiera a la mitad comparado con el mismo periodo del año anterior.
No obstante, subrayó que los militares «han expresado inquietudes sobre el procedimiento», que «se habría convertido en demasiado burocrático» a la hora de solicitar el apoyo del fuego aéreo durante enfrentamientos de tropas con los talibanes.
«Es imperativo asegurarse de que nuestros soldados están apoyados por todos los medios cuando se hallan en una situación difícil», prosiguió el general.
El mando de la ISAF «tiene suficientemente experiencia para responder a estos dos imperativos: reducir las pérdidas civiles y proteger a nuestros soldados», agregó Petraeus en la sede de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Pero la segunda tarea tampoco será fácil: un total de 102 militares de la OTAN murieron en junio en Afganistán, en el mes más letal desde el comienzo de la ofensiva para sacar del poder a los talibanes en diciembre de 2001.
Las pérdidas son comparables a las sufridas por las fuerzas internacionales en los peores momentos de la guerra en Irak, en 2007, donde precisamente fue la estrategia del general Petraeus la que en Washington consideran que funcionó.