Pese a “Sandy”, Nueva York no parece lista para una barrera


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¿Cree que Sandy, la tormenta que devastó la ciudad de Nueva York, fue sólo uno de esos fenómenos que se producen una vez cada 100 años? Imagine una igual de terrible, o peor, cada tres años.

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Por JEFF DONN Agencia AP

Destacados desarrolladores urbanos dicen que ahora es el momento de pensar en grande para proteger el corazón de la ciudad: un muro de 8 kilómetros (5 millas) que bloquee la vía de entrada a New York Harbor, un archipiélago de islotes artificiales que resguardan la punta de Manhattan. Algo similar a la idea del ingeniero Larry Murphy, de CDM Smith, de 518 metros (1 mil 700 pies) que incluya control de tránsito para los barcos y una marina para los peatones, donde desemboca la vía marítima Arthur Kill entre Staten Island y Nueva Jersey.

Actuar ahora antes del próximo diluvio, dicen, podría incluso ahorrar dinero en el largo plazo.

Esta estrategia no son solo castillos en el aire. Estas tecnologías ya existen, algunas han estado ahí por décadas y han sido implementadas con éxito en otros países y en ciudades de Estados Unidos.

Entonces, si la ciencia y la ingeniería son sólidas, si el costo en el largo plazo en realidad sería un ahorro y si la frecuencia y severidad de más tormentas asesinas es inevitable ¿cuál es el problema?

LA VOLUNTAD POLÍTICA
Las 43 muertes que causó Sandy a finales de octubre y un estimado en gastos de 26 mil millones de dólares tan sólo en Nueva York tal vez no sean suficientes para conseguir que la gente y los políticos actúen unidos.

El costo de los daños causados por Sandy en la región se calcula en 50 mil millones de dólares, la segunda tormenta más destructiva después de Katrina.

Con su densa población y distintiva línea costera, Nueva York es especialmente vulnerable, con Manhattan en el centro.

«Desafortunadamente, probablemente no harán nada hasta que algo malo pase», dijo el ingeniero Murphy. «Ignoro si esto sea considerado suficientemente malo».

Si Sandy no fue suficiente malo, para finales del siglo los investigadores prevén que el nivel del mar se elevará hasta 1,2 metros (cuatro pies), produciendo inundaciones similares a las que causó la supertormenta con una frecuencia promedio de cada década. Incluso con el actual nivel del mar, Sandy inundó trenes subterráneos, túneles y calles en zonas de Manhattan.

Sin nuevas medidas, la reconstrucción simplemente aumentará la futura destrucción. Sin embargo, eso es lo que los líderes políticos enfatizan. El mismo presidente Barack Obama prometió apoyar a la ciudad hasta que «se concluya la reconstrucción».

Entonces, podrían ocurrir una o dos tormentas más antes de que realmente se solucione el problema.

Manhattan, una isla de 21 kilómetros (13 millas) de largo, es el centro financiero y de entretenimiento del país. En un rango de 4,8 kilómetros (3 millas) con forma de herradura en su extremo sur, viven unas 500 mil personas y trabajan unas 300 mil. Las tormentas importantes arrasan con lugares como Wall Street y la zona donde se encontraban las Torres Gemelas.

Ya hay tecnología probada para disminuir o virtualmente impedir que el mar se lleve parte de la zona baja de Manhattan y gran parte del resto de la ciudad de Nueva York, de acuerdo con ingenieros, arquitectos y científicos.

Estas estrategias van desde estructuras sólidas como barreras mamut equipadas con accesos para barcos e incrustadas en el puerto, hasta protecciones más blandos y ecológicos como ciénagas artificiales o islas barrera. Vertederos adicionales, que una vez se utilizaron para extender a Manhattan podrían elevar los caminos vulnerables y otros sitios al alcance del agua de mar.

Todavía más simple, los muros marinos de roca y concreto que rodean el bajo Manhattan podrían elevarse, pero ahora tal vez con materiales de tecnología de punta que absorban o reflejen las olas.

Lo que falta no son ideas viables, sino determinación. Proyectos masivos para proteger a otras ciudades de los periódicos azotes de las tormentas marítimas normalmente han ocurrido después de catástrofes a escalas que eclipsan a Sandy.

Tuvieron que colapsarse los canales, morir  mil 800 personas y evacuar a más de 100 mil en 1953 para que los holandeses dijeran «¡nunca más!». Desde entonces han construido la barrera más sólida del mundo con diques, presas y muros. Desde entonces no ha ocurrido una tragedia a esa escala.

Tuvieron que romperse los diques, morir casi el mismo número de personas e inundarse 80% de Nueva Orleáns con el huracán Katrina en 2005 para que finalmente se construyera una barrera de 3,2 kilómetros (2 millas) contra el Golfo de México.

Otras ciudades costeras de la región de Nueva Inglaterra como Stamford, Connecticut; Providence, Rhode Island, y New Bedford, Massachusetts, han construido barreras similares después de sufrir sus propios desastres.

Sin embargo, la ciudad de Nueva York, que está apenas algunos metros (pies) sobre el nivel del mar, hasta ahora ha escapado de los horrores vistos en otras partes.

Muchos proyectos para la ciudad han muerto en parte por el impacto que pudieran tener en el preciado panorama del mar desde el congestionado horizonte urbano. Imagine ahora la viabilidad política de un proyecto que pueda bloquear aún más el acceso acuático a la isla o la vista a la Estatua de la Libertad desde Manhattan.

Sin embargo, el calentamiento planetario y el aumento en los niveles del mar ahora vuelven más difícil descartar medidas para proteger a la ciudad de las tormentas. Sandy causó inundaciones de 4,27 metros (14 pies), superando los récords en 200 años, en túneles del metro, calles, vecindarios elegantes, vías ferroviarias y en prácticamente toda la zona baja de Manhattan.

Pero Sandy no persuadió al alcalde Michael Bloomberg ni a sus colaborares. Bloomberg dijo que las barreras tal vez no valgan la pena «aunque se gastase una fortuna».

El vicealcalde Cas Holloway dijo que ninguna medida específica se ha descartado porque «no hay una solución que se acomode a todos». «La ciudad no será totalmente a prueba de tormentas, pero puede ser muy adaptable», dijo.

Antes de Sandy, el costo inicial estimado por barreras y diques asociados era de 15 mil a 27 mil millones de dólares para la ciudad, de acuerdo con Jeroen Aerts, un desarrollador urbano holandés y especialista en barreras para tormentas. El cálculo final se conocerá en febrero de 2013.

BAJO MANHATTAN
Aún no está listo

El zumbido de una gran cantidad de generadores móviles, calderas y bombas emergen a cuadras del distrito financiero de Manhattan y se convierte en un continuo estruendo al sur de Wall Street. Es un sonido ahora familiar de un área que trabaja para recuperarse tras el paso de la supertormenta Sandy.

Otras zonas de la ciudad han recibido visitas del alcalde y atención mediática luego que la tormenta del 29 de octubre mató a decenas de residentes y destruyó hogares en vecindarios costeros. Menos evidentes fueron los millones y millones de galones de agua de mar que causó estragos en los paneles eléctricos subterráneos y otras infraestructuras internas a lo largo del bajo Manhattan, haciéndolas inutilizables incluso después de que se restauró la energía eléctrica en el área.

«Había olas en Wall Street, todo llegó hasta allá», dijo Mike Lahm, un ingeniero de obra que sorteó la tormenta en 120 Wall Street, durante un reciente recorrido al sótano del rascacielos.

Casi un mes después, algunos de los altos edificios que albergan bancos de inversión, importantes despachos de abogados y lujosos apartamentos se han repuesto rápidamente. Pero otros edificios continúan escalofriantemente oscuros y vacíos.

Los propietarios han advertido que la electricidad no se recobrará por completo durante semanas, si no es que meses, dejando a negocios y residentes desplazados y con la incertidumbre de cuándo —si es que llega el día— podrán regresar. J. P. Morgan Chase, el periódico Daily News y la organización Unión Estadounidense por las Libertades Civiles se encuentran entre los inquilinos que operan en ubicaciones satélite después de verse obligados a dejar sus sedes en el bajo Manhattan.

Fuertes inundaciones también azotaron un complejo de apartamentos multimillonarios a lo largo del río Hudson, cuyos adinerados propietarios —se reporta que entre ellos se encuentran Gwyneth Paltrow y Meryl Streep— podrían refugiarse tranquilamente en segundos o terceros hogares en zonas más altas y secas.

«Lo que vemos es un éxodo masivo», dijo Gail Strum, residente del centro de la ciudad, mientras recuperaba algunos documentos y otras pertenencias de un edificio de apartamentos en renta que permanece sin electricidad. «Se siente como si no hubiese retorno».

En teoría, el comentario de Strum suena demasiado pesimista. El Departamento de Edificaciones de la ciudad declaró inseguros solamente a nueve edificios en el bajo Manhattan debido a daño en su estructura por la tormenta, y la compañía de energía eléctrica, Consolidated Edison (Con Ed), señaló que todos los edificios de la ciudad contaban con electricidad y energía para el 15 de noviembre.

Una firma de asesoría de bienes raíces que rastrea la recuperación del bajo Manhattan, Jones Lang LaSalle, indicó que 49 de los 183 edificios de oficinas en el distrito empresarial fueron cerrados por fallas mecánicas. Para el más reciente conteo, al menos la mitad de ellos recuperó sus operaciones por completo, incluso si eso signifique depender de energía eléctrica temporal. Se espera que más hagan lo mismo.

«Vemos eso como un ritmo muy saludable», dijo John Wheeler, un ejecutivo de Jones Lang LaSalle.

Una historia exitosa fue la de 120 Wall Street, un rascacielos de 34 pisos construido cerca de East River y que alberga a organizaciones sin fines de lucro como National Urban League, el United Negro College Fund y el Eye-Bank for Sight Restoration.

Incluso antes de que Sandy golpeara, el propietario Silverstein Properties se adelantó a las dificultades por obtener recursos al conseguir generadores portátiles de diesel capaces de proveer 2 megavatios de energía cada uno. Poco después, el edificio compró su propio tanque de combustible en Pensilvania —y un equipo de seguridad de Florida para su cuidado— para poder mantener los generadores encendidos durante el periodo de escasez de gasolina.

Usando una mezcla de energía del generador y el servicio restablecido de Con Ed, los ingenieros tuvieron los elevadores, luces y sistemas de clima artificial funcionando para mediados de noviembre.

Para los inquilinos, «es como si el edificio operase con normalidad», dijo Jeremy Moss, un vicepresidente de Silverstein Properties.

Lo que los arrendatarios no ven en las entrañas de 120 Wall Street es una maraña de cableado temporal y al descubierto que va de un lado a otro. La advertencia «CABLES SUELTOS. ALEJESE» está pintada con pintura roja en aerosol en la puerta de un cuarto lleno de interruptores, fusibles o cortacorrientes después de que quedó bajo las aguas. El aire se siente húmedo y mohoso. «El aroma del río Este», dijo Lahm, jefe de ingenieros del edificio.

Ante el temor de que el río Este trate algún día de reunirse de nuevo con el río Hudson, 120 Wall Street y otros edificios enfrentan un trabajo aún mayor y más costoso: Trasladar la crucial infraestructura a pisos superiores o incluso a los techos.

«Vamos a tener que reubicar el equipo para que la historia no se repita», dijo Moss.

Lejos, en las partes más altas de la ciudad, el Centro Médico Langone de NYU y el Centro Hospitalario Bellevue tuvieron que instalar generadores en pisos elevados donde pudieran ser protegidos en caso de inundación. Pero aun así sufrieron fallas con Sandy, aparentemente porque otros componentes importantes del sistema de respaldo de energía eléctrica, como las bombas y tanques de combustible, se encontraban en los sótanos a una cuadra del río Este.

Mientras que el 120 Wall Street goza de cierto grado de normalidad, otras torres de cristal más nuevas y altas a su alrededor siguen cerradas y cuadrillas de contratistas y trabajadores luchan por recuperar la electricidad, los teléfonos y otros servicios.

El desorden en el bajo Manhattan también ha llegado a los tribunales. La semana pasada, un residente de una torre de apartamentos de lujo que permanece deshabitada presentó una demanda por 35 millones de dólares contra la compañía de administración y consejo del edificio, acusándola de «culpa grave» tras el paso de Sandy.