Pese a reformas, queda mucho por hacer


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En el oeste, aterrorizados pobladores huyen de sus viviendas en llamas después de una explosión de violencia étnica y religiosa. En el norte, los refugiados de una guerra civil tiritan de frío en campamentos y enfrentan dificultades para cubrir sus necesidades básicas. Y en cárceles húmedas languidecen cientos de presos políticos, preguntándose si algún día saldrán.

Por TODD PITMAN YANGON / Agencia AP

Este no es el Mianmar que el presidente Barack Obama verá al convertirse el lunes en el primer mandatario estadounidense en visitar este país lleno de pagodas. Desea alentar la sorprendente transformación democrática que se lleva a cabo en la nación asiática desde el año pasado, pero hay preocupaciones de que su visita pudiera ser prematura.

La veloz revolución en el país es frágil. Su emergente transición se ha visto manchada de sangre. Y aún hay muchas cosas sin terminar: desde la revocación de duras leyes que contribuyeron a silenciar a toda una generación de disidentes prodemocráticos, hasta la reorganización de una estructura política del poder que aún se inclina a favor de los militares.

«Si el presidente Obama no pone todo su peso para que se concreten más reformas urgentes en Mianmar, este viaje corre el riesgo de ser un inoportuno espaldarazo presidencial a un régimen que se ha hecho de la vista gorda mientras la violencia continúa, destruyendo poblados y comunidades apenas en las últimas semanas», destacó Suzanne Nossel, la directora de Amnistía Internacional en Estados Unidos.

Funcionarios de la Casa Blanca advirtieron el jueves que la visita de Obama a Mianmar, también conocida como Birmania, no debería ser vista como una «gira de la victoria». Reiteraron que aún se requieren acciones urgentes, en particular para liberar a los presos políticos y poner fin a la violencia que consume al estado occidental de Rajine.

«Este es un momento en que creemos que los líderes birmanos se han colocado en el camino correcto y para nosotros es crucial que no dejemos pasar el momento para influenciarles a fin de que continúen», destacó Danny Russel, el principal asesor de Obama sobre Asia.

Prácticamente no hay duda de que las reformas en Mianmar se han producido con mayor rapidez y se han expandido más allá de lo que cualquiera aquí se hubiera atrevido a soñar.

Hace sólo unos cuantos años, este era un lugar denigrado por Washington como un aislado «puesto de avanzada de la tiranía», un país encabezado por un cúpula xenofóbica de militares tan desconfiados de Occidente que rechazaron asistencia extranjera incluso cuando sufrieron el embate del ciclón Nargis que mató a más de 100 mil personas en el 2008.

Pero el gobierno de Thein Sein sorprendió al mundo. Dio libertad a cientos de presos políticos, aunque no a todos; firmó un alto al fuego con numerosos grupos rebeldes; abolió un sistema draconiano de censura a los medios periodísticos y reorganizó las leyes de finanzas y de inversiones.

Y la líder de oposición Aung San Suu Kyi, que pasó más de dos décadas presa en su propia residencia, es actualmente una legisladora elegida por el voto popular con voz oficial en el gobierno.