Mafias organizadas han formado una red para robar los bienes patrimoniales peruanos, muchas veces obedeciendo a pedidos hechos a través de Internet, y los sacan del país por fronteras con insuficiente control, denunciaron autoridades culturales.
«Perú es el país en Latinoamérica más afectado con la salida de bienes patrimoniales robados seguido por Bolivia y México», dijo el mayor de la policía de Interpol-Perú, Eladio Zamudio.
Actualmente hay 10 investigaciones para recuperar objetos peruanos que están en Uruguay, Bélgica, Brasil, España, Estados Unidos y Francia, agregó.
Perú es una mina para estos traficantes, ya que el país posee una enorme cantidad de objetos incas y preincas, fósiles, pinturas coloniales, momias y cerámicas en museos con una seguridad deficiente.
Además su subsuelo todavía alberga tesoros arqueológicos muy tentadores para los famosos ’huaqueros’, esos buscadores ilegales de cerámica y momias en las tumbas indígenas.
Sólo en el 2006 fue denunciado el robo de 141 bienes patrimoniales, muchos de los cuales salieron del país y de los que apenas se recuperaron 33.
Para el estatal Instituto Nacional de Cultura (INC) las sustracciones son más, pues existe una cantidad no conocida de objetos arqueológicos que se consiguen por medio de los huaqueros, que los venden a centros de venta legales.
«Los que están detrás de estos robos son las mafias organizadas, y en el Perú las mafias no sólo son de droga, sino también de patrimonio cultural», dice Cecilia Bákula, directora del INC.
Aseguró que muchos robos son a pedido, y según la Interpol y la Aduana estos hurtos en algunos casos se gestionan a través de la internet.
Un funcionario del Museo Arqueológico de Pachacamac dijo que se tuvo que enviar la talla en madera del Señor de Pachacamac para su custodia al Museo de la Nación porque en internet apareció un anónimo comprador de esa reliquia.
El tráfico comienza muchas veces en las calles de Lima, con menores ofreciendo a los turistas tejidos antiguos, flautas incas o también fósiles de dientes del megalodón, ese gigantesco tiburón que vivió hace diez millones de años en el mar Pebas, donde hoy está la amazonía peruana.
Las mafias tienen contactos en todo el país con personas que les comunican donde hay una pieza de valor y sin vigilancia, como sucede en gran parte de las iglesias andinas y sitios arqueológicos, dijo Blanca Alva, Directora de Patrimonio Histórico del INC.
«Es difícil vigilar a más de 100 mil sitios arqueológicos e históricos identificados a la fecha», reconoce.
Señaló que las iglesias del valle andino del Mantaro, en el centro del país, han sido saqueadas y ya no hay altares, retablos, espejos o pinturas… ni una sola pieza religiosa. «Todas han sido robadas, incluyendo cálices de plata y oro», dijo.
Un caso de asombro fue el robo en el 2002 del Altar de Challapampa de la iglesia de Puno (sudeste) con 450 kilos de peso y tres metros de altura. Salió sin que nadie lo notara por la frontera con Bolivia y apareció en venta en una galería privada de Texas en EEUU. Se logró recuperar y fue devuelto en el 2003 tras intensas gestiones.
También una toca de la cultura moche (que vivió entre 100 AC y 700 DC), recubierta de oro y con un valor de un millón de dólares en el mercado negro, fue recuperara en Londres en 2006.
El año pasado se logró evitar que se sacaran del Archivo de la Nación 397 manuscritos de los siglos XVI, XVII y XVIII que ya habían sido empaquetados en 114 sobres, dijo John Alarcón Herrera, Jefe de Oficiales de la Aduana Postal.
Los traficantes emplean modalidades para sacar los bienes del país como maquillar el objeto como si fuera arte moderno o cubrirlo con pinturas. A veces incluso, para mejorar el golpe, los traficantes llenan con droga las cerámicas precolombianas.
Uno de los últimos casos cometidos por traficantes fue el robo, a comienzos de marzo, de la histórica bandera peruana con la que el libertador José de San Martín proclamó la independencia de Perú en 1820.
Fue recuperada, dos semanas después, cuando los delincuentes la vendían en una casa antigí¼edad en Lima.