Persistencia del Romanticismo


El miércoles pasado, José Batres Montúfar cumplió 200 años de su nacimiento. í‰l formó parte de ese grupo de poetas que empezó a configurar -lo que podí­amos decir- la literatura nacional, ya que empezó a crear sus obras cuando el paí­s recién se independizaba de España. Además, dentro de la crí­tica literaria clásica, se le ha encasillado dentro de la corriente literaria del Romanticismo.

Mario Cordero
mcordero@lahora.com.gt

José Batres Montúfar, escritor centroamericano, cumplió el pasado 18 de marzo 200 años de nacimiento.La Editorial Piedra Santa editó las obras completas de José Batres Montúfar, que se resumen en tres cuentos en verso, siete poesí­as lí­ricas, tres traducciones y diez poemas de corte lúdico.

José Batres Montúfar, como bien se puede deducir, nació el 18 de marzo de 1809, en San Salvador, que por entonces formaba parte de la Capitaní­a General de Guatemala. Murió joven a los 35 años de edad, el 9 de julio de 1844 en Guatemala.

Gozó de los beneficios que su familia de alcurnia podí­a tener en los tiempos de la Independencia y los revoltosos primeros años de Guatemala emancipada: buena educación, acceso a participaciones polí­ticas, etc.

Como parte de su educación, desde niño se formó en las artes de las letras. Aunque no se le ha reconocido, entendió muy bien la versificación poética, además de conocer varias lenguas -como el francés, el inglés, el latí­n y el griego-, que posteriormente lo ayudaron a realizar traducciones.

Sin embargo, su padre, José Mariano Batres, lo introdujo al mundo de las armas, y a través de ello, participó en batallas, estuvo encarcelado -junto a Miguel Garcí­a Granados, que después serí­a el ideólogo de los liberales- y participó en exploraciones, como la del Rí­o San Juan, actualmente en litigio territorial entre Nicaragua y Costa Rica; en esa época, esta ví­a fluvial era considerada como la ideal ante el probable paso transoceánico, que posteriormente se hiciera en Panamá.

VIDA

Casi con la independencia, Batres Montúfar empezó a tener participación en la recién creada federación centroamericana. En 1825, ingresó a la recién creada academia militar, de donde se graduó como subteniente de artillerí­a. Un año después, cuando cumplió 18 años, participó en la Batalla de Milingo, en los años duros en que la región centroamericana no se poní­a de acuerdo en el proyecto que deseaba.

En esa ocasión, cayó capturado en manos del Ejército salvadoreño, y estuvo preso por casi un año. Ahí­ conoció a Miguel Garcí­a Granados, que muchos años después serí­a presidente de Guatemala. Entre Batres Montúfar y la hermana de Garcí­a Granados, Josefa, más conocida como Pepita, surgió una amistad entrañable, que dio motivos a más de un escándalo.

Al ser liberado, continuó como parte del Ejército, aunque con una participación más moderada. Inició sus estudios de Ingenierí­a, y se graduó en 1835. Dos años después, partió en la misión exploradora que buscaba hacer un reconocimiento territorial del Rí­o San Juan. Centroamérica buscaba, entonces, ofrecer un territorio ante el interés de las potencias europeas de realizar un canal interoceánico. El Rí­o San Juan era un punto de mucho interés, ya que casi partí­a el istmo con su extensión.

En uno de sus poemas, titulado «San Juan», Batres Montúfar comenta esta travesí­a: «De fieras poblado, de selvas cubierto / que vieron erguidas cien siglos pasar, / allá en Nicaragua se extiende un desierto / ¡Su historia… ninguna! Su lí­mite? el mar».

La tragedia tocó su vida en ese viaje, ya que su hermano Juan murió, a consecuencia de la dura experiencia, quizá por alguna enfermedad adquirida a través de los mosquitos, que en muchas ocasiones detení­a las expediciones. En su poema «San Juan», su intención es recordar este deceso, que coincidentemente, el rí­o y su hermano tení­an el mismo nombre: «Tu nombre tení­a mi amigo, mi hermano, / sobre él derramaste tu odioso veneno / apenas bebiendo su aliento lozano / el hálito impuro que brota tu seno.»

Posteriormente, se involucró en la polí­tica. En 1839, fue designado como jefe polí­tico de Amatitlán. En 1940, participó en la batalla contra las huestes invasoras de Francisco Morazán. En 1841, formó parte de la prestigiosa Sociedad Económica, lo cual le dio fuerte impulso para ser diputado a la Asamblea Legislativa en 1842.

En su obra literaria, es común encontrar sus referencias polí­ticas, sobre todo su simpatí­a con el partido Liberal, que por entonces buscaba la forma de gobernar, y que cuando lo lograron, se quejaron del mal estado del paí­s, aduciendo que los conservadores lo habí­an desfinanciado.

Por ejemplo, esta rápida referencia en su cuento en verso «Don Pablo»: «Â¿Qué más dijera el jefe del Estado, / hablando de las rentas nacionales, / si de la patria el hueso le ha tocado / cuya carne tocó a los liberales?!»

Sin embargo, más que un férreo defensor de los Liberales, más bien fue un irónico crí­tico polí­tico, como otra referencia en su obra: «cargar con algo es un equivalente / de mandar que otro cargue; en tal manera / se acostumbra decir entre la gente / que el Rey, el Presidente, el Diputado, está cargando el peso del Estado.»

Sin abandonar por completo sus obligaciones dentro del Ejército, fue declarado de baja en mayo de 1844, por motivos de enfermedad, a lo cual ya no se repondrí­a, puesto que morirí­a poco tiempo después, el 9 de junio de 1844.

OBRA

Su producción como literato, hoy dí­a, no se conoce a su plenitud, ya que al morir varios de sus manuscritos fueron destruidos por su familia. Sin embargo, por lo que se ha recuperado, se le considera como uno de los escritores más importantes de Guatemala del siglo XIX.

Dentro de la crí­tica tradicional, se le enmarca dentro del Romanticismo. Crí­ticos españoles que conocí­an su obra, lo elogiaron. Por ejemplo, el crí­tico español Marcelino Menéndez y Pelayo dijo que «Don José Batres Montúfar es la verdadera gloria de Guatemala… Ni a Heredia, ni a Bello, ni a Olmedo, se les hace injuria con poner cerca de sus nombres el de este contemporáneo suyo, cultivador de una poesí­a tan diversa, pero no menos exquisita en su género, con ser este uno de los géneros menos elevados y aun menos recomendables del arte literario».

Por su parte, Juan Valera, escritor español, comentó que «no cabe duda que Batres Montúfar, es en su género, uno de los mejores poetas del habla castellana, así­ por su estilo suelto como por su amplio dominio de la rima, por los que pudiéramos llamar sus caprichos métricos y por ese inimitable estilo descriptivo que muy pocos pueden igualar».

¿Pero qué es lo que les llamó la atención? Hoy dí­a, la obra rescatada de José Batres Montúfar se puede hallar recopilada en una edición publicada por la Editorial Piedra Santa, denominada «Pepe Batres Montúfar. Obras completas», en donde se recogen poesí­as, traducciones y, sobre todo, tres cuentos en verso.

VALORACIí“N

Bastante conocido es el poema «Yo pienso en ti», el cual usualmente es enseñado en el sistema de educación de Guatemala, y puesto a declamar por los maestros. En teorí­a, quizá, es el poema más conocido del paí­s.

El éxito de este poema se debe, quizá, a la facilidad métrica que presenta y su fluidez sintáctica, además de ser un poema romántico, muy del gusto del público. De hecho, en varias de las clásicas compilaciones de poesí­a en español, se suele encontrar este texto de Batres Montúfar.

Sin embargo, sin querer desmeritar el poema, literariamente es más interesante su faceta como narrador; se le conocen tres cuentos en verso: «Don Pablo», «Las falsas apariencias» y «El relox». Se caracterizan éstos por su buena versificación, es decir, en los tres, no abandona la misma fórmula de octetos rimados perfectamente, con versos endecasí­labos, es decir, de once sí­labas. En sus más de 330 estrofas, no falla en esta estructura, lo cual denota un buen dominio de las reglas de versificación.

En la educación clásica de esa época, era usual que se instruyera en versificación, a fin de que quien supiera escribir, también fuera capaz de expresar sus ideas en forma de poemas. Sin embargo, de todos los poetas que hoy dí­a se conocen del siglo XIX, ninguno alcanza la misma maestrí­a que Batres Montúfar. De hecho, otros no son constantes en su versificación, muchas veces cometiendo fallos.

Sus cuentos en verso, además, poseen una buena descripción y toques picantes y de buen humor, que intentan desenmascarar las falsedades de la sociedad guatemalteca, que aún viví­a con las rí­gidas normativas morales de la Colonia.

Otros ejemplos de genialidad, aunque se diluyen un poco por su simplismo, son sus «juguetes cómicos», que son poemas -o más bien ejercicios de versificación- que intentaban sorprender al lector con ciertos recursos lúdicos, como que al leerlos de arriba abajo tuvieran un sentido, y viceversa, otro contenido.

Por ejemplo, éste, llamado «Otra de doble sentido, leyéndose de abajo arriba»:

«Si crees, Silvia, que te quiero, / crees muy bien; y crees muy mal / si crees que no soy formal, / si crees que soy embustero. / Crees, Silvia, lo verdadero si crees que te amo de veras, / estás creyendo tonteras / se estás creyendo al revés. / Es mentira; y muy bien crees / si cierto mi amor creyeres.»

Lo mismo, sólo que leí­do del último verso ascendiendo hasta al primero -y haciendo caso omiso de la puntuación- dirí­a más o menos lo siguiente: «Si cierto mi amor creyeres, es mentira; y muy bien crees si estás creyendo al revés. Estás creyendo tonteras si crees que te amo de veras. Crees, Silvia, lo verdadero, si crees que soy embustero. Si crees que no soy formal, crees muy bien; y crees muy mal si crees, Silvia, que te quiero.»

Como se podrá apreciar si se leen las dos posibilidades en voz alta, suena de una forma más fluida la segunda versión, por lo que se intuye que en realidad la versificación la compuso para ser leí­da de abajo arriba, pero le dio vuelta para hacer el juego cómico.

También, para quien sepa de versificación, se habrá dado cuenta que en este poema no es tan rí­gido, y comete fallos, justificables a la luz del Romanticismo.

PERSISTENCIA DEL ROMANTICISMO

Sí­, Romanticismo, porque José Batres Montúfar fue romántico. Sin embargo, deberí­a haber un consenso en qué tipo de romántico es. El término romántico surge en forma peyorativa. Se decí­a de alguien que sólo pensaba en los tiempos pasados, que querí­a volver a los tiempos del Imperio Romano -en tono de burla- por lo que surge el término romántico. Sin embargo, con el paso del tiempo ha modificado su concepción, y debido a la temática amorosa en la que confluyó la literatura, hoy se asimila el término con el amor.

Sin embargo, el romantico en realidad era una persona inconforme con su tiempo, y que pensaba que todo tiempo pasado era mejor.

Y, dicho sea de paso, Batres Montúfar -junto a José Milla- deben ser los más románticos de la literatura guatemalteca, porque se encargaron de ver en el pasado un tiempo mejor. Ambos escribieron su narrativa, buscando en tiempos coloniales sus historias.

Hoy dí­a, se cree de Batres Montúfar que es romántico, más por su carácter amoroso en «Yo pienso en ti» que por su actitud inconforme. De cualquier forma, muchos de los rasgos «románticos» de la actualidad, pueden ser encontrados en su germinación en Batres Montúfar, sobre todo en las personas que aún conciben la poesí­a sólo en su carácter amatorio (y sufriente) como en esas personas que creen que todo tiempo pasado es mejor: ¡Es el mejor rasgo romántico de nuestra sociedad!

OBRA


CUENTOS EN VERSO

Don Pablo (dos partes)

Las falsas apariencias

El relox (dos partes)

POESíAS LíRICAS

Yo pienso en ti

Canción

San Juan

Marí­a

El Volcán de Agua

Romance

La tranquilidad

POEMAS SATíRICO HUMORíSTICO

Suicidio

Cuento

De repente

En un dí­a de campo

El cazador

EJERCICIOS POí‰TICOS

Juguete

Décima de consonantes obligados

Décima (Enigma)

Otra: De doble sentido, leyéndose de abajo arriba

Cuarteto: De igual clase

TRADUCCIONES

A la rosa (Oda)

A Pirra

A Leucone