Persiste y predomina el voto para la derecha


Las votaciones del domingo pasado permiten adelantar algunas ideas acerca de cómo queda el cuadro polí­tico del paí­s. Así­ como hay algunos elementos «nuevos» a considerar, la tendencia general apunta en dirección del afianzamiento de los agrupamientos de derecha. Las cinco principales conformaciones conservadoras con mayor intención de voto y los resultados que obtuvieron en las urnas, lo confirman. Al menos, de tres de ellas, dependerá el control del Congreso de la República en tanto que la cuarta, pasa a constituirse en la bisagra de la que las demás no pueden prescindir.

Ricardo Rosales Román

A la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), virtual agrupamiento ganador de la primera vuelta, no se le puede considerar como una conformación socialdemócrata. Sus correligionarios y simpatizantes no votaron en esa dirección. La mayorí­a de ellos son de derecha; otros, tienden hacia el centro, y su contingente más numeroso que le respalda y sigue, talvez no alcance a entender lo que significa adherirse a un proyecto con estas caracterí­sticas.

Es cierto que su candidato presidencial, dí­as antes de las votaciones, hizo referencia a su identificación con esa corriente ideológica y, el domingo, expresó su simpatí­a hacia el presidente de Brasil, el de España y a la mandataria chilena. En cí­rculos cerrados se sabí­a que en el extranjero y en conversaciones privadas, fue frecuente escucharle hablar de su adhesión a la socialdemocracia. Si así­ fuera, a lo más que se podrí­a llegar es a considerarlo como parte de las corrientes derechistas que predominan al interior de la Internacional Socialista (IS). Lo que no hay que descartar es que ello le signifique costos polí­ticos y el alejamiento de algunos de sus financistas más conservadores, lo cual podrí­a favorecer al candidato con el que se enfrentará en la segunda vuelta.

Las otras cuatro principales conformaciones de derecha son el Partido Patriota (PP), la Gran Alianza Nacional (Gana), el Frente Republicano Guatemalteco (FRG), y el Centro de Acción Social (CASA).

Otros cinco agrupamientos de la misma tendencia y cuyos porcentajes de votación quedaron muy por debajo de lo que esperaban son el Partido Unionista (PU), la Unión del Centro Nacional (UCN), el Partido de Avanzada Nacional (PAN), la Unión Democrática (UD), y el Desarrollo Integral Auténtico (DIA). Uno de ellos, al menos, podrí­a perder su registro como partido.

Como fuerzas ubicadas en el centro, están: Encuentro por Guatemala (EG), y la Democracia Cristiana Guatemalteca (DCG). El EG, después del pasado dí­a 9, afianzará su posición de centro y todo indica que tenderá a desarrollarse y consolidar no tanto por los votos a favor de su candidata presidencial y sus apenas tres curules que puede llegar a tener en el Congreso, sino por el papel que corresponde a su dirigente principal y su posible condición de séptima fuerza en el cuadro polí­tico del paí­s. La otra banca, le corresponderí­a a Winaq.

En cuanto a la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), no es fácil ubicarla como una fuerza de izquierda. Hay suficientes indicios como para advertir su no disimulada tendencia a correrse hacia el centro y reubicarse como una fuerza de centro izquierda, pese a que haya prestado su ficha electoral al Movimiento Amplio de Izquierda (MAIZ), que sí­ cabe ubicársele en la izquierda. Todo indica que como el bajo porcentaje logrado en la votación presidencial corre a cargo de MAIZ, para URNG queda expedito el camino para su probable reubicación, máxime si mantiene su precaria calidad de partido inscrito gracias a las dos curules con que parece contar. En esas condiciones, su cúpula dirigencial podrí­a considerar que con ese corrimiento dejarí­a de ser la fuerza marginal en que está aún a costa de tenerse que mover hacia el centro.

Agrupamientos como la Alianza Nueva Nación (ANN), la UD, y la DCG, están en riesgo de perder su inscripción como partidos. Las que llevan la peor parte son la ANN, expresión de la izquierda radical desfasada, y la Democracia Cristiana Guatemalteca, uno de los partidos con más antigua y permanente participación polí­tica y electoral. Su desaparición es un duro golpe para la corriente social cristiana, como lo es para la izquierda que la ANN desaparezca. No está demás decirlo, pero ello se podí­a prever aún antes de las votaciones del domingo.

Un dato más. En 2003, los votos en blanco equivalieron al 3.88 por ciento; los votos nulos, al 4.78 por ciento; el abstencionismo, fue de un 42.11 por ciento. El domingo pasado, los votos en blanco, ascendieron a 131 mil 829 (3.71 por ciento); los votos nulos, a 206 mil 43 (5.79 por ciento); y, no asistieron a las urnas, 2 millones 433 mil 441 ciudadanos (40.67 por ciento). Están empadronados 5 millones 990 mil 29 votantes.

Además de lo que ya queda dicho, hay otras cuestiones más que pueden contribuir a intentar, al menos, sacar unas primeras conclusiones de las recién pasadas votaciones generales. A ellas y a los posibles escenarios para antes, durante y después del 4 de noviembre, me referiré la semana entrante.