Las plazas financieras asiáticas, que todavía no logran sobreponerse de la borrasca bursátil que afectó a todas las Bolsas del mundo a principios de la semana, volvieron a operar hoy en una atmósfera de extrema volatilidad, acentuada por las caídas de Shanghai y Tokio.
El índice Nikkei de la Bolsa de Tokio cerró en baja de 0,86%, que refleja la inquietud de los inversores.
Shanghai, que se había recuperado ligeramente ayer luego de la histórica caída del martes (-8,9%), cerró la jornada con un repliegue de 2,91%, en un marco de extremo nerviosismo.
El índice de Shanghai retrocedió 83,88 puntos, para situarse finalmente en 2.797,19.
En Hong Kong, el índice Hang Seng a cerró en baja de 1,55%, mientras que Taipei, que estaba cerrada ayer, perdió 2,83%.
Al finalizar la jornada en las otras plazas asiáticas, el Hang Seng de Hong Kong cerró en baja de 1,55%.
Por su parte, Singapur presentaba un leve repunte ( 0,18%)
En cambio, subían las bolsas de Manila ( 4,0%), Sydney ( 0,38%) y Wellington ( 0,29%).
El nerviosismo de los mercados, según los profesionales, traduce la actitud expectante de los inversores que desean comprobar si la depresión de los últimos días se calma, como afirman numerosos analistas, o si –por el contrario– la tempestad se transforma en huracán financiero.
Numerosos profesionales predicen un largo periodo de volatilidad.
«Los inversores se preguntan si la tormenta verdaderamente terminó», comentó Masatoshi Sato, estratega de Mizuho Investors Securities.
«A corto chez plazo podríamos asistir a sobresaltos en ciertos mercados donde los precios están sobrevaluados. Hay un extremo nerviosismo y la volatilidad va a continuar, por lo menos, hasta mediados de marzo», predijo.
Wall Street, que experimentó el martes su peor caída desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, reaccionó tímidamente ayer ( 0,43% del índice Dow Jones), pero esa recuperación fue demasiado débil para tranquilizar a los operadores.
«No hay pánico, pero muchos temen que prosiga la corrección. La mayoría piensa que el respiro de Wall Street será de breve duración», analizó Ric Klusman, operador de Aequs Securities en Sydney.
Pese a todo, algunos observadores no pierden su optimismo.
«El impacto de la caída bursátil mundial debería calmarse rápidamente. No soy el único en pensar que se trata de un fenómeno temporario», explicó Kenichi Azuma, de Cosmo Securities.
«Los inversores se toman su tiempo para decidir su comportamiento», agregó.
La tormenta de esta semana comenzó por el temor a un estallido de la burbuja especulativa bursátil de China y los rumores –desmentidos por las autoridades de Pekín– sobre una posible adopción de medidas para aumentar la presión fiscal sobre las plusvalías obtenidas mediante inversiones mobiliarias.
Philip Niem, estratega de Barclays Wealth Asia, estimó que la reciente ola de ventas es el síntoma de preocupaciones más profundas.
Los inversores, a su criterio, temen resultar decepcionados este año por los resultados financieros de las grandes empresas internacionales, debido al ascenso de las tasas de interés y al aumento de los precios de las materias primas.
«La corrección debería terminar en marzo. Pero los temores de un deterioro de los resultados de las empresas van a moderar el vigor de la recuperación en relación al impulso que se advirtió en el segundo semestre de 2006», concluyó.