Perogrulladas navideñas


Inicio nuevamente la comunicación con usted luego de unas breves vacaciones fuera del paí­s para refrescarme, dicen algunos, o para simplemente respirar nuevos aires y volver a empezar. En esta ocasión, siendo que las fiestas de Navidad están por venir, quiero desearle un feliz descanso y los mejores deseos para que pueda disfrutar en unión de su familia.

Eduardo Blandón

Voy a decir cosas de Perogrullo o algunas cosas medio trilladas para la fecha, pero que me parecen de cualquier forma oportunas. En primer lugar, creo que estos dí­as son tiempos propicios para la familia. Nada mejor, según mi opinión, que dedicar estos dí­as de reposo al hogar, los hijos, la esposa o a quien usted quiera y ame de verdad. Enciérrese en su casa, dí­gale a los amigos que de buena onda, no lo inviten a salir ni a distraerse innecesariamente en la calle y trate de compartir amor con quienes por tanto tiempo (a lo largo del año) se les ha privado de semejante afecto. Juegue con los niños, abrace a su esposa(o) ?esfuércese- y haga hasta lo imposible por no encerrarse a ver televisión, leer libros o conectarse a Internet.

En segundo lugar, es tiempo oportuno para reposar. Intente despertarse más tarde, no se levante, quédese en la cama y juegue con su esposa al escondido entre las sábanas. Tóquela y nuevamente recorra esa piel que ha tenido ?de repente- tan olvidada en el año. Véala a los ojos y bésela, incluso dí­gale que la quiere. Sea tierno. Igual recomendación va con los niños o sus hijos. Abrácelos (no sea salvaje y aprenda a querer), dí­gale que los quiere y juegue con ellos. Sáquelos a jugar y revuélquese con ellos en la grama, coma en el suelo y limpie las nalgas del pequeño, es tiempo propicio para finalmente hacerlo ?incluso respire profundo para que no se olvide del olorcito de su criatura-. Por una vez en la vida, en esta única semana de reposo o dí­as, no sea bravucón. Intente no enojarse, esfuércese y domine su instinto prehistórico. Aunque usted tenga la razón no haga de estos dí­as un infierno.

Por último, no se descontrole en las comidas ni en las bebidas. Especialmente en esto último tiene que ser radical. No digo que no haya que beber, sólo apelo a la moderación. No sea el tí­pico borracho que arruina las fiestas navideñas. Recuerde los clavitos que se arman cuando está por medio del alcohol: se dice más de la cuenta, se hace el ridí­culo y hasta puede hacer cosas fatales para el porvenir de la familia. Intente ser feliz sin beber. Quizá no sea necesario tomarse tragos en estas fechas para ser feliz, ahora lo tiene todo, papá, mamá, esposa, hijos? Qué más quiere. El licor es mal consejero y usted lo sabe. Recuerde, sólo un par de semanas sin beber. ¿Cree usted que es demasiado?

Esto que escribo es también terapia para mí­, no vaya a creer que soy un santo de iglesia. Yo mismo he hecho todo al revés (como usted quizá alguna vez), pero por eso me lo predico y lo escribo para usted, para no cometer los mismos errores sempiternos. Que la pase bien y espero saludarlo muy pronto, claro, si Dios nos da vida y usted me lo permite.

Felices fiestas navideñas.