Periodistas de opinión y sus vicisitudes


Eduardo-Villatoro-2013

Probablemente uno de los géneros periodísticos que más satisfacciones provoca es el de columnista, después de haber bregado en la crónica roja, el reportaje especializado, entrevistas emotivas, informaciones de acontecimientos en grupos y comunidades y otros ámbitos del periodismo impreso.

Eduardo Villatoro


Sin embargo, esta tarea del periodista de opinión también suele ser muy ingrata porque cuando el articulista no se acomoda a inclinaciones o presiones de amigos, colegas y hasta cercanos familiares, también acarrea enemigos gratuitos, si es que opta por ser fiel a sus principios, equivocados o no, sin doblegarse ante reales o supuestas amenazas, a lisonjas interesadas, elogios inmerecidos, ofertas indecorosas o, en el pasado, hacerle frente a intimidaciones que, para salvar la vida, uno se vio obligado a huir presurosamente del país, como vulgar bandolero.

   Lo que más perturba, empero -por lo menos en lo que a mí concierne- es perder el afecto, respeto o aprecio de viejos amigos, antiguos compañeros de estudios o de trabajo y parientes, porque se toman muy a pecho y de forma personal conceptos, criterios y argumentos sostenidos por el columnista, sobre todo cuando aborda asuntos de carácter ideológico o aspectos de política partidista, sin que los razonamientos que se esgrimen contengan dedicatorias particulares, sino que se plantean ideas, enfoques, observaciones o críticas ajenas por completo a tácticas maliciosas contra personas con las que se han cultivados armoniosas relaciones, pero que éstas difieren sustancial o superficialmente de la manera específica del periodista de apreciar las circunstancias de sucesos acontecidos o de vislumbrar lo que puede ejecutarse en beneficio de la colectividad que pertenecemos o añoramos.

   Para citar un caso concreto menciono a José Domingo Rizzo, a quien conocí en el Banco de Guatemala y en los inicios de la campaña electoral del general Romeo Lucas, cuando un pequeño grupo afín y seguidores del desaparecido Manuel Colom Argueta y a instancias de este inmolado socialdemócrata, fuimos a colaborar con el también ya fallecido Francisco Villagrán Kramer, candidato vicepresidencial y cofundador del FUR, ignorando lo que iba a ocurrir durante el régimen luquista.

   El caso es que a Mingo Rizzo, quien previamente mantenía estrechos lazos de amistad con su paisano devenido en gobernante, éste le ofreció el cargo de vicepresidente del Banguat; pero por decencia y honestidad profesional no aceptó la oferta. Se ganó, empero, la ojeriza de quien ambicionaba esa posición y la obtuvo. Recientemente falleció.

   Por sus propios méritos, José Domingo ascendió y después de ocupar el cargo de jefe de Tesorería de la banca central, renunció dignamente, se jubiló y se radicó en Estados Unidos donde desarrolló brillante carrera empresarial.

   Cuando señalé atrocidades cometidas por gobiernos militares, mi excompañero salió en defensa de Lucas, sin que yo mencionara a Rizzo; pero lectores que escriben al portal de La Hora enviaron comentarios peyorativos contra José Domingo, quien me los atribuyó, y así perdí la amistad de un amigo honrado y leal, que demostró su fidelidad a la memoria de su coterráneo, blanco de furibundos ataques políticos.

   ¡Mucho lamento no haber esclarecido a tiempo esas tergiversaciones, así como deploro otras amistades rotas a causa de ser congruente con mis convicciones!

   (El reportero Romualdo Tishudo me felicita porque hoy es el Día del Periodista).