Un director de una radioemisora y director de un medio informativo que se transmite en esa misma emisora, decide aceptar un sueldo en una institución pública, pero no renuncia de los cargos de director de la radioemisora ni de director del medio informativo, como quien dice queriendo ser juez y parte en el manejo de la opinión y de la información derivada de la institución pública referida.
Y en efecto, este sujeto no permite la crítica a la institución pública donde cobra sueldo, aunque haya información que amerite y exija comentarios críticos, pues ese es el propósito de que se le pague, y al contrario, en lugar de criticar, se dedica a alabar y enfatizar obras que no existen o están extraordinariamente sobrevaloradas.
A este ciudadano que dice ser periodista, pero que en mi modesta opinión puede ser cualquier otra cosa, menos periodista, se le puede llamar hasta publicista, pero sin que tenga a su cargo la dirección del medio informativo y no ejerza influencia en el mismo, pues siempre deseará quedar bien con el amo que le paga por adularlo públicamente.
Esto normalmente ocurre en la provincia, y para justificarse, estos pésimos periodistas argumentan que lo que ganan como periodistas no les permite llevar una vida digna y decorosa. Entonces lo lógico, lo ético y lo moral es olvidarse de ejercer el periodismo y dedicarse a cualquier otra actividad que les permita mejores ingresos, pero no deben seguir encaprichados manchando el nombre del periodismo independiente y limpio que es el que la población burlada de este país exige.
A estos turbios personajes hasta se les hacen homenajes, como para resaltar ese tremendo déficit ético, creando un contraste que verdaderamente produce repugnancia porque ofende a quienes con verticalidad, intelectualidad y capacidad, a diario luchan por ganarse el sustento de sus familias, haciendo un trabajo identificado con el interés colectivo y no particularizado en un transitorio político que tiene la cola bien machucada.
Todo esto es producto de la reflexión en el día del Periodista, fecha que me obliga a recordar al mejor periodista que ha tenido Izabal, y que cayó gracias a las reacciones hepáticas de quienes fueron señalados como corruptos, y cuya ejecución extrajudicial ha quedado hasta ahora, envuelta en el manto de la impunidad y del silencio. Rindo homenaje pues, a JORGE MYNOR ALEGRíA ARMENDíRIZ, miembro de la Asociación de Periodistas Integracionista de Centroamérica -APICA- cuando ha cumplido cinco años de haber sido ejecutado por quienes son los soportes de la impunidad y enemigos irreconciliables de la libre emisión del pensamiento. Este sí fue un auténtico periodista que se agiganta más cuando grupos interesados deciden hacer homenajes a personas cuya trayectoria fue manchada desde el mismo momento en que se pusieron a la orden de un político funcionario de conducta anómala que les paga sueldo por adularlos en el medio de comunicación a su cargo. Cualquier hombre está obligado a defender la verdad, aunque no consiga siempre hacerla triunfar. Manzoni.