Pérez Molina y su “ilusionismo” en seguridad


javier-estrada

La principal promesa de Otto Pérez Molina durante la campaña electoral fue trabajar para garantizar la seguridad de los guatemaltecos y ahora, pasado más de un año de gestión, es evidente que el Presidente nos ha fallado.

Javier Estrada Tobar


No esperaba que se detuvieran las muertes violentas y ni siquiera una reducción considerable de la inseguridad en solo doce meses; eso sería pedir demasiado, considerando que un problema que viene de muchos años atrás no se puede resolver de la noche a la mañana y tampoco en un año.
Por otro lado, sí esperaba estrategias integrales para resolver de fondo los problemas de seguridad en el largo plazo y aminorar paulatinamente los actos de violencia que enlutan cada día a más familias guatemaltecas.

El error del Presidente en su política de seguridad, a mi criterio, consiste en que no se está trabajando en la «seguridad», sino en la «percepción ciudadana sobre la seguridad», es decir, una especie de ilusionismo en torno al que giran cifras, discursos y actos públicos que parecen positivos y alentadores, pero no acciones concretas que cambien la realidad para la mayoría.

Al desplegar a las fuerzas militares en la zona 18, por ejemplo, se crea la percepción de seguridad entre la población; esto puede hacer sentir más seguros a los vecinos y crear un clima de aparente calma. No obstante, la zona 18, con su característica pobreza, exclusión y desigualdad, continuará siendo, al igual que muchas otras zonas con las mismas condiciones, una fábrica de jóvenes desocupados y con escasas oportunidades para encontrar un empleo digno, que seguramente encontrarán más aceptación y  opciones de crecimiento en una mara, que en una sociedad que los etiqueta como marginales.

El ilusionismo también consiste en incrementar la presencia de las fuerzas de seguridad en las fronteras como estrategia para combatir el contrabando y el narcotráfico. Sin embargo, es un secreto a voces que los narcotraficantes se desplazan en aviones y los más grandes contrabandistas no necesitan esconderse al pasar por las aduanas, pues es justamente ahí donde encuentran toda clase de facilidades para burlar la ley.

Podrá instalar cámaras de seguridad e incrementar el número de efectivos de la Policía y el Ejército, pero esa solo sería una simple ilusión de seguridad mientras  no se contemple erradicar la enraizada corrupción que está enquistada en esas instituciones, caracterizadas por el reciclaje de los altos mandos y efectivos que sirvieron en el pasado a las cuestionadas fuerzas de seguridad del Estado.

El ejemplo perfecto para el ilusionismo está en las cárceles, en donde se han instalado sistemas para bloquear la señal celular, pero quienes se encargan del funcionamiento de esos artefactos no han demostrado ser personas confiables y permiten que las comunicaciones fluyan; podrán construirse decenas de cárceles de máxima seguridad para hacer sentir seguros a los guatemaltecos, pero de nada servirá si los responsables de los penales permiten el ingreso de celulares, computadoras y todo tipo de objetos a los privados de libertad, como ha sucedido hasta ahora.

Lo que he descrito anteriormente no es una novedad y seguro que el Presidente, con amplios conocimientos de seguridad, comprende bien que se necesitan medidas contundentes y estrategias de largo plazo para encarar la violencia.

Cabe aclarar que el tema no compete solo al Presidente; la seguridad está interrelacionada con la justicia, y si ambas son efectivas y funcionan de manera adecuada, se crea una percepción funcional y un importante mensaje que transmite la certeza del castigo para quienes irrespetan la ley. A esto hay que sumar la importancia de crear oportunidades de desarrollo que permitan garantizar el bienestar de la población.

El mensaje final es para el Presidente, para que cumpla su promesa de seguridad (no con mano dura) y articule una propuesta real de seguridad, justicia y desarrollo que involucre a la ciudadanía, porque sin lugar a dudas, los guatemaltecos que ya estamos cansados de la violencia y las muertes cotidianas nos sumaríamos a un proyecto que nos ayude a vivir en paz.