La fotografía que reporta el día sábado un diario local, capta al presidente Colom saludando al representante de la empresa Perenco, el señor Geoffrey Martin; la toma retrata el momento en el que se suscribe el convenio de ampliación para la actividad petrolera de dicha empresa. Pero ese saludo retratado también refleja otras realidades, implica las características de las condiciones sobre las que suceden este tipo de relaciones, diríamos transacciones, entre una transnacional y un Estado. La nueva configuración del escenario mundial impone cada vez menos poder a los estados nacionales y más capacidad para este tipo de empresas, por eso se les llama trans porque su acción supera e impacta más allá de la soberanía de los países, es más, en muchos casos no necesitan de la autorización de un Estado, puesto que la distribución actual de las relaciones económicas mundiales persuade a más de un jefe de gobierno, sin mencionar como dije en otra ocasión, las zonas grises en este tipo de negociaciones en la que algún tercero también cacha. En un país dependiente como Guatemala, con retrasos y taras que producen sus mismas élites que lo mantienen amarrado al puerto de la precariedad, la pobreza y la desigualdad, no puede tomar sus decisiones estratégicas sólo en función de sus problemas internos, está condenado a la acción implacable de las transnacionales. Son otros Estados más fuertes los que se encargan de influenciar a estas empresas, porque ni sólo los Estados ni sólo las empresas pueden controlar el mercado, es un juego de estrategia en el que hay peones y alfiles.
Empresas como Perenco tienen una capacidad financiera de tal magnitud que fácilmente superan el PIB de pequeños Estados como el guatemalteco. Fundada desde 1975, sus primeros pasos fueron en servicios de marina en Singapur, fue fundada por el francés Hubert Perrodo y fue en los ochentas cuando desarrolló su capacidad de expansión en la explotación de petróleo y gas. Perenco explota petróleo en tres países de ífrica; en cuatro de la zona mediterránea que colinda con la norafricana; seis países de Latinoamérica y Australia. En Guatemala tienen presencia desde el año 2001 y su actividad reportada en la página de internet institucional indica que mantienen 34 pozos en el área de Xan, norte de Petén, una refinería en La Libertad y un oleoducto de 475 km con salida en el mar Caribe; todo eso para sacar 11 mil 500 barriles diarios de petróleo.
Las acciones de expansión y explotación de transnacionales como Perenco sin embargo, encierran una terrible contradicción. Al ritmo actual, el mayor obstáculo para el futuro del sistema capitalista de «libre mercado» no es ni siquiera un sistema ideológico que se le oponga, es su propia avidez de acumulación, es la naturaleza misma, es el desmoronamiento del sistema de vida ecológica. Dicho en otras palabras, la excavadora capitalista acumulativa está por carcomer el propio terreno donde está parada. Esa forma obtusa de crecimiento está basada en el modelo prepotente que concibe la actividad económica sobrepuesta a la naturaleza, es todo lo contrario, la economía está situada en un mundo finito que no tiene recursos ilimitados, pronto se acabarán. El daño está hecho y catástrofes como la del Golfo de México continuarán amainando los últimos vestigios, el sistema global liberal no asumirá la autorregeneración ecológica y mantendrá el expolio sin sentido, los excluidos llegarán a un nivel de no retorno causando una explosión que tomará formas exacerbadas de rechazo.