Los pedazos de aislante que se desprendieron del depósito externo de varios transbordadores espaciales estadounidenses y que propiciaron el desastre del Columbia en 2003, obligaron a la NASA a actuar y a gastar más de 1.500 millones de dólares, pese a lo cual los peligros persisten.
Una capa térmica del Endeavour se dañó poco después del lanzamiento el 8 de agosto por un pedazo de aislante de 10 gramos del depósito externo. La NASA pasó tres días haciendo pruebas para decidir si era necesaria una reparación.
Los responsables de la misión renunciaron el jueves a realizar reparaciones tras juzgar que esa pequeña hendidura no representaba peligro para el trasbordador y para el regreso a la tierra de los siete miembros de la tripulación.
A pesar de las modificaciones hechas sobre el depósito externo durante los 30 meses siguientes al accidente del Columbia y la muerte de los siete astronautas, en los lanzamientos posteriores se volvieron a observar pérdidas de aislante.
En el lanzamiento en julio de 2005 del Discovery, dotado del primer depósito externo modificado, un pedazo de espuma de unos 400 gramos se desprendió poco después del lanzamiento, perforando la protección térmica del borde del ala izquierda de la nave, según imágenes de las cámaras instaladas en el suelo y sobre diferentes sitios del transbordador.
«Tuvimos suerte», dijo Bill Parsons, entonces responsable del programa.
La NASA debió dejar en tierra los tres trasbordadores durante un año, y realizó una gran cantidad de modificaciones en el depósito.
Mejoraron las técnicas de aplicación de la espuma y retiraron del aislador ciertas partes del depósito, además de instalar sistemas de calentamiento para evitar la formación de hielo.
Con una altura de 46 metros, el tamaño de la Estatua de la Libertad, el depósito contiene más de dos millones de litros de hidrógeno y oxígeno líquido a muy baja temperatura que forma el comburente de los tres motores criogénicos de la nave. El depósito es utilizado solamente durante los ocho minutos y medio de ascensión antes de desprenderse y ser destruido.
Luego del incidente del Discovery en el 2005, la NASA realizó una importante modificación en el depósito para eliminar la principal fuente de pérdida de espuma.
Aunque esto no impidió que se desprendiera espuma, los pedazos que caen son ahora más chicos y por tanto menos peligrosos, dijo tras el lanzamiento del Endeavour, Michael Griffin, director de la NASA, quien reconoció que el problema no podría ser jamás eliminado del todo.
Para John Logsdon, experto en temas espaciales de la Universidad George Washington, «el tanque externo no es reparable porque ese problema es inherente a su naturaleza».
Todavía quedan entre 12 y 15 lanzamientos de transbordadores previstos, antes de terminar la Estación Espacial Internacional y poner fin al programa de esas naves en 2010. «Y cada uno de esos vuelos será un poco una apuesta, debido al problema de la espuma aislante», agregó.