El Congreso de la República concluyó su periodo ordinario de sesiones el pasado 15 de mayo y a pesar de que puede ser convocado a sesiones extraordinarias se ve poco probable que los intereses que mueven a los diputados cambien del rumbo de inactividad que les ha resultado tan cómodo y no habrá sesiones ordinarias sino hasta el próximo 1 de agosto.
En un escenario como el descrito y en el que las sesiones del Congreso se encontraron permanentemente copadas por la interpelación al Ministro de Cultura y Deportes, la cual inició el pasado 22 de enero, cabe ya reconocer que nos encontramos ante el periodo de sesiones menos productivo de cualquiera de las legislaturas que hayan existido en Guatemala. Imagino que a muy pocos diputados les interesará o se preocuparán por haber sido parte de este lamentable récord y sin duda ya podemos hacer un conteo de la lista de perdedores de esta ilógica inactividad. En cabeza de lista y sin duda, la generalidad de los guatemaltecos opina que la inactividad del Congreso nos costó por ejemplo, la no ratificación del tratado con la Comunidad Económica Europea, del cual simplemente quedamos rezagados porque el Congreso no entendió o no quiso entender que en un mundo tan competitivo como el actual los países necesitan aprovechar los tratados y las ventajas arancelarias o los beneficios comerciales que puedan existir, pues de lo contrario simplemente otros los aprovecharán y no podremos competir con ellos. En un segundo lugar en la lista de perdedores, aparece el Partido Patriota, el cual lució totalmente incapaz de negociar o de promover un diálogo que permitiera desentrampar la agenda legislativa y llegó incluso a sumarse a los deseos de continuar la interpelación a su propio Ministro de Cultura cuando existía la posibilidad de que el Pleno suspendiera la interpelación en aras de iniciar un juicio a su Ministra de Educación. En una tercera posición y solamente superados por los Patriotas por una nariz, el Partido Libertad Democrática Renovada, bancada interpelante del Ministro de Cultura, nos dio una imagen perfecta de lo disonantes que son sus discursos y vallas con propaganda electoral que hablan de democracia y diálogo, en contra de su actitud absurda de mantener una interpelación light entre juegos de pelotas y risas, sin importar qué era lo que se dejaba de hacer o a quién se perjudicaba, en tanto la agenda legislativa quedara totalmente bloqueada.
Se entiende por supuesto la figura de la interpelación como un acto de democracia en el que se hacen valer los controles entre los diferentes poderes del Estado, se entiende la necesidad de que exista un juego de intereses en el Congreso en donde las diferentes bancadas respondan a los intereses de sus electores y traten de poner estos intereses en la legislación que emitan. No se entiende o cuando menos yo no entiendo cómo es que estas personas volverán a estar en las listas de elección en una próxima campaña.