Es correcta la apreciación de que el gobierno ha trabajado intensamente en el último año para mejorar la percepción ciudadana sobre la inseguridad más que corregir en verdad el problema, pero este mes de enero por lo visto ha sido un revés importante, porque se trata de un período extraordinariamente sangriento y que se caracterizó por la brutalidad de algunos crímenes que nos colocan en situación difícil porque el temor de la ciudadanía ante la posibilidad de hechos como el de esta semana que concluya con el ataque a un convoy en el que se trasladaba a una presa, puede provocar una tragedia entre la población inocente.
Así como se puede generar la percepción de que estadísticamente estamos mejor con un buen manejo de la información y comparación de datos mes a mes reflejando rebajas en el número absoluto de homicidios, hechos como los que han ocurrido en enero tienen el efecto totalmente contrario porque se exacerba el sentimiento de inseguridad.
Y aparte de los crímenes contra la vida, que son obviamente los más importantes y terribles, hay que ver que no se ha logrado una reducción significativa del asalto diario contra automovilistas y pasajeros del transporte público que pierden sus celulares, caso sobre bases cotidianas. Y cada uno de esos asaltos es un potencial hecho de sangre, pero además, deja secuelas de inseguridad y de indefensa de los ciudadanos que son las que contribuyen a que nos sintamos de rodillas ante los delincuentes, por más que se organicen fuerzas de tarea que a la larga hacen modestos avances en comparación con lo que pueden hacer los delincuentes. Nuestro mayor interés, desde luego, es que la gente se sienta segura porque mejora la seguridad y no porque la propaganda quiere que nos sintamos tranquilos. Porque cuando pasan períodos como este mes de enero, toda la buena propaganda realizada a costo millonario para convencernos de que ya vamos por buen camino, se derrumba porque puede más el hecho que la percepción.
Ojalá que se nos presenten pronto serios planes de prevención del delito y de combate a los delincuentes, para que, sabiendo lo que está haciendo la fuerza pública, nos podamos sentir confiados en que hay una estrategia. Hoy por hoy se observa que los servicios de inteligencia, elementales para prevenir, no están actuando como corresponde, porque los ataques mismos contra las fuerzas de seguridad son una falla tremenda en lo que se refiere a recabar información de lo que hacen y se proponen los grupos de delincuentes que están plenamente identificados.
La paz social de los guatemaltecos demanda acciones más concretas y firmes de nuestras autoridades.
Minutero:
Con la ola de violencia
se vino a romper la cadencia
que, según la publicidad,
nos iba a dar seguridad