No tengo ningún problema con la fauna. Por el contrario, la respeto. Y justamente por esa razón no puedo tener consideración por los Coyotes, como se conoce a los traficantes de personas que intentan migrar sin documentos hacia el norte y que no tienen vinculación con esos inocentes y solitarios animales de los llanos.
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Sin embargo, aún creo que los Coyotes no son los verdaderos villanos en el la historia de la migración. O al menos no son los peores. Aunque sean oportunistas, usureros y criminales, solo son un producto de un sistema de injusticias e inequidad, que es responsabilidad de otras personas con poder en influencia.
Los traficantes de personas responden a la necesidad de personas que quieren irse de Guatemala a causa de la violencia o la pobreza, dos factores que no son producto de la casualidad, sino el resultado de las decisiones y acciones de la clase política y de los grupos de poder, que al final resultan ser peores que los Coyotes.
Si no hay alimentos suficientes en los hogares, las escuelas están en pésimas condiciones, los hospitales prestan asistencia tardía y deficiente, y las fuerzas de seguridad son parte del juego de la inseguridad, no es por causa del destino, sino porque hay quienes obtienen beneficios cuando las cosas no funcionan como deberían en el país, y no les importa hacer insostenible la vida de muchos guatemaltecos.
Desde los funcionarios de más alto rango, hasta mandos medios y empleados en las instituciones públicas encuentran la forma de beneficiarse de la corrupción, y ellos –junto a sus socios particulares– son los responsables de asesinar los sueños y minar las posibilidades de desarrollo para la mayoría de los guatemaltecos, que ven oportunidades más allá de las fronteras.
Al final, si queremos responder con entereza a la migración deberíamos volver la vista a esas personas que hacen de Guatemala un territorio inseguro e inhabitable, y que a pesar de esas circunstancias, viven en el país para hacer sus negocios y enriquecerse a costa de la precariedad de los demás.
En este contexto, la idea de la Vicepresidenta y la Fiscal General de actuar contra los padres de los menores migrantes solo parece una forma de desviar la atención de las verdaderas causas de la migración, que tienen que ver con la administración deficiente de los recursos públicos y sobre todo, con la corrupción.
Por eso no sorprende que hasta la fecha no haya una sola causa penal iniciada por los delitos establecidos en la Ley contra la Corrupción, y que por eso los corruptos caminen libres y vivan sin temor a ser procesados, escudados con el manto de la impunidad.
No quiero eximir de responsabilidad a los Coyotes y mucho menos hacer parecer que son víctimas, pero creo que si se trata de abordar integralmente el problema de la migración no debemos ensañarnos contra los Coyotes, sino ver a los verdaderos responsables de la precaria realidad guatemalteca.
Si la mayor riqueza de un país es su población, tenemos que hacer algo para detener la fuga de guatemaltecos, con o sin documentos, y garantizar el bienestar colectivo.