Veo una tira cómica donde los recién casados están pidiendo jalón para irse de luna de miel, y el chofer le dice a su acompañante: «Pese a la vida dura la juventud tiene su fe». (Prensa Libre 17-06-2009).
Esto me hace pensar, dada la situación económica actual, que es también una pandemia mundial (la palabrita está en boga), al respecto de que los jóvenes por mucha fe que tengan piensen en contraer matrimonio.
Claro, esto respecto a las clases desposeídas económicamente, descartando a los países de extrema pobreza, en donde sin matrimonio y en virtud de la promiscuidad abundan los hijos, pero como decía mi abuelita: «Dios bendice a los pobres dándoles muchos hijos», aunque se mueran de hambre. Sin embargo, en esto hay sus diferencias pues en las clases económicamente pudientes estas circunstancias no les afectan, sus matrimonios los realizan a todo lujo, con cientos de invitados como se ve en la tele, y muchos valiosos regalos. Elegantes trajes, sobre todo el de la novia, (que ya es señora por el matrimonio civil), con solemne misa en el adornado templo católico. O en la iglesia según el credo de los contrayentes.
Después de la boda y el fiestón, en lo que tienen que pensar y repensar los recién casados, es a dónde ir a pasar la «luna de miel», porque hoy por hoy la cosa está seria con esa pandemia A H1N1 extendida por todo el planeta, y no estaría bien que al regreso uno de los ya esposos volviera infectado y la recién casada dado el caso, tuviera que cambiar el albo traje por uno negro.
Leí y vi fotografías de los EE.UU., el país de los súper abundantes billetes verdes, que gentes han tenido que ir a vivir en los jardines de lo que fue su casa, o en otros lugares bajo un árbol a la intemperie, porque al haberse quedado cesantes no tuvieron para pagar las mensualidades de la hipoteca, y como los bancos son estrictos y sin misericordia, pues a la calle.
En estos países llamados en vías de desarrollo, los candidatos a matrimoniarse deben pensarlo dos veces, pues si alguno de los papás de la pareja no cuenta con una casita propia, a la hora del crujir de dientes por causa del desempleo se las verá a palitos. Si ya han conseguido una casa en alquiler tienen que pagar la renta, servicios de energía eléctrica, de agua, teléfono, gas licuado, extracción de basura, algunas medicinas y pago de la consulta médica, sin olvidar la proximidad del bebé, la alegría de los abuelos.
En los actuales momentos ya estamos viendo muchos de esos casos, pues pese al buen corazón de los propietarios que les permitan un poco de atraso, éste no puede ser extenso porque a ellos la falta de pago les afecta en su programa de ingresos.
No es esta la primera vez que se presenta una situación como la actual, las ha habido antes y las habrá después. Se me ocurre pensar que esos suicidios acaecidos en el puente Martín Prado Vélez, o del Incienso, tenga que ver con los momentos amargos que estamos viviendo. De manera que quienes están pensando «nupciarse» en estos días lo sopesen con calma por lo menos dos veces, que se aguanten las ganas y esperen que pase esta racha de las vacas flacas para no verse en trapos de cucaracha.