Pensando babosadas


Marco Antonio del Cid

No entiendo porqué en esta rejodida vida todo tiene que ser en serio o en serie, quien sabe si hay otra vida y si en ella es la misma situación, lo cierto del caso es que todo en esta vida «debe tener un sentido o dirección razonable» para ser aceptado por la «zoociedad», de no ser así­ se considera de orate y hasta poco cristiano el pensar, decir o actuar de los susodichos.

¿No serí­a más fácil poder expresar nuestras babosadas a como se nos dejan venir?

Según el diccionario Encarta, «babosada» en una de sus acepciones es una necedad o tonterí­a, en otra, es una cosa intrascendente o sin valor. Así­ es como espero que alguien no vaya a pensar, o decir, que este espacio sea parte de una vulgaridad o chabacanada, aunque en realidad? talvez un poquito.

Al final de cuentas, «pensar babosadas» no es tan vil como suena, es casi una filosofí­a social aplicada a nuestras necesidades, natural en nuestro comportamiento «chapí­n», es algo impreso en nuestra manera muy particular de pensar, decir y actuar. Particularizo el pensamiento de la expresión y entre sí­ del actuar, porque es de público conocimiento que del diente al labio hay una gran distancia, imagí­nense cuánto más es la distancia entre la cabeza y el labio, y otro tanto entre el labio y la mano.

Desde niños nos decí­an nuestras mamás, generalmente en un tono muy especial, cuando dejamos tirado el mandado de la tienda «eso te pasa por andar pensando babosadas?», o más clásico aún, ¡dejá de pensar babosadas y andá a hacer los deberes!; se pone mejor con el tiempo, cuando las hijas encuentran a su prí­ncipe azul, o del color que les haya tocado, y la gente se pregunta, muy tradicionalmente a sus sagradas espaldas, ¿qué babosada estaba pensando ésta cuando se fijó en ese fulano?

Pensar babosadas es parte de nuestra cultura, está latente en nuestro comportamiento dí­a a dí­a, desde el sencillo ciudadano hasta el polí­tico. Pensar babosadas es más autóctono que el mercado dominguero de Chichicastenango, el lago de Atitlán, los vestigios mayas de Tikal, la Antigua y el caldo de frijoles juntos.

Babosadas en la polí­tica e historia. Los primeros testimonios de pensar babosadas los encontramos en tiempos de los mayas. A la fecha nos preguntamos ¿se los llevaron los marcianos? ¿hallaron un paso a un universo paralelo? ¡NO, NO Y NO! En mayor escala, el fenómeno se repitió a los ojos de todos en Guatemala hace unos pocos años, ninguna investigación se ha realizado al respecto: «más de un millón de guatemaltecos desaparecidos», sin rastro o familias que den algún testimonio, solamente una pequeña cruz en un papel? silogiando, me parece que los mayas también votaron por el FRG.

Babosadas en el romance. Los hombres decimos cada babosada con tal de conquistar a una mujer que es verdaderamente sorprendente que nos crean. Las mujeres se quejan constantemente que no las escuchamos, pero si ellas nos hubieran escuchado en un principio no tendrí­an razón para estar cambiándonos la vida después de la única oración que verdaderamente nos escucharon.

Podrí­a seguir enumerando ejemplos de babosada pero a estas alturas, estimado lector, creo que ha recapacitado en las babosadas que ha pensado, dicho o hecho desde que se levantó hasta este momento. Ahora me preocupo, no por las babosadas del pasado, que al final de cuentas pensemos lo que pensemos, digamos lo que digamos, o hagamos lo que hagamos sólo queda soportarlas, corregirlas o divorciarnos; me preocupo de las babosadas por venir, porque esas podrán mejorar nuestra situación o terminarla de amolar.

Mario, un mi tí­o, me dijo hace un chorral de años: «el chapí­n promedio, está en una fiesta pensando en los deberes del estudio, está en pleno examen final, pensando en los clavos del trabajo, y está en el trabajo pensando en quién invitar para ir a la fiesta». Este es el prototipo de las babosadas chapinas.

La pasamos tan atorados en tanta babosada inútil que perdemos el sentido de las que tienen valor. Nos concentramos en pelear o nos rendimos en lugar de resolver… siempre he pensado que para cada problema hay más de una solución (si no hay dueño de esta frase, por favor, la apuntan en mis haberes). Para resolver cualquier cosa es suficiente con tener las ganas de encontrar la solución.

Hagamos de nuestras babosadas algo útil. Siempre se puede. Si creo que creo solamente creo que creo. El maestro de que las babosadas se pueden convertir en algo útil es Thomas Edison, por si no se acuerdan es el inventor de las bombillas, aparte de inventar la bombilla descubrió dos mil formas de cómo no se hacen, esto de sus propias palabras.

Pero, pero, pero… no por ser una babosada, nuestras ideas, frases y acciones dejan de tener valor. Seguramente la idea de la independencia como paí­s aún no ha terminado de fraguar, probablemente Gabino Gaí­nza y secuaces estaban pensando babosadas en su momento; pero a ellos agradezco el honor y orgullo de, a donde vaya, hacerme llamar «CHAPíN».

DE HOY: Feliz cumpleaños «Campeona». Va por ti, porque estoy luchando por ti y porque te amo. Tené seguro que no me rindo y creo en las babosadas que pienso, digo y hago.