El traje talar utilizado por los cucuruchos en Guatemala tiene una larga trayectoria en la historia de la cultura nacional.
Su origen se remonta a los primeros trajes de peregrinos utilizados en la Europa medieval en los inicios de la cristianización. Hacia el siglo IX, cuando peregrinos de toda índole recorrían los lugares sagrados centroeuropeos, y sobre todo, a partir del siglo XI, cuando, conjuntamente con las Cruzadas, se visitaban con regularidad los lugares santos en Medio Oriente. La máxima aspiración de un cristiano medieval era viajar a Tierra Santa a los lugares en donde el propio Cristo vivió y difundió su doctrina.
Esta indumentaria, por otra parte, está muy ligada a la vestimenta penitencial que se utilizaba en conventos y abadías, en especial entre los monjes clunicienses y benedictinos hacia el siglo XII. No obstante, el traje de peregrino fue establecido por la orden franciscana a partir del siglo XII, con las ordenanzas de San Francisco de Asís. Estos ropajes tuvieron amplísima difusión en toda Europa. En España se vuelven comunes, en todos los lugares consagrados, sobre todo en las multitudinarias peregrinaciones a Santiago en Compostela, en «ese camino de Santiago», «camino de las estrellas» que tanta importancia tuvo en la religiosidad popular de la Península y después del siglo XVI en el Nuevo Mundo Hispano.
La vestimenta de cucurucho, tal y como hoy se conoce en Guatemala aparece muy temprano en nuestro país, casi con el surgimiento de las procesiones mismas y sigue muy de cerca los colores y el simbolismo de la cuaresma y semana santa definida y establecida por el Concilio de Trento (1559-1565).
Los trajes iniciales de penitentes de las procesiones de Semana Santa fueron instituidos en las reglas de los conventos de Santiago de Guatemala a partir de 1550, cuando las procesiones eran acompañadas por los monjes intramuros. Los trajes eran básicamente los hábitos de los enclaustrados, aunque estaban jerarquizados según las ordenanzas de cada uno de las abadías y conventos.
Las primeras noticias concretas de los trajes de cucuruchos que se tienen en Guatemala, extra muros es la mención que de los mismos se hace en la procesión de Jesús de Candelaria en 1596, en la Crónica del Ayuntamiento de Santiago de ese año, en donde menciona la procesión que recorrió los alrededores del templo ese año el Viernes Santo en horas de la mañana en una pequeña andarilla. Se refiere también a la banda de músicos indígenas, a la música de metales y a los trajes de los penitentes.
En dicha Crónica del Ayuntamiento se rubrica que los hombres iban vestidos con una túnica morada, con una esclavina blanca «al estilo de los penitentes de Santiago de Compostela» y los criollos y nobles iban ataviados como penitentes: «portando cucuruchos negros, túnica y alba negra que les cubría el rostro, portando faroles con cirios encendidos». En dicha oportunidad, las insignias de Pasión eran portadas por los miembros del Ayuntamiento y por los criollos integrantes de los Gremios de Artesanos.
Tomás Gage describe hacia principios del siglo XVII (1625), los trajes talares de semana santa y su descripción coinciden con la anterior. José Moziño en 1795 también realiza un detenido examen de estos ropajes coincidiendo en lo básico, únicamente agrega, que durante los días miércoles y jueves santo los trajes eran de color morado, en tanto el Viernes Santo se utilizaban túnicas negras en conmemoración del luto de la muerte del Señor.
En el siglo XIX, Jacobo Hafkens, en 1860, en su libro de viajes, hace también una prolija descripción de los trajes de cucuruchos guatemaltecos y publica grabados de los mismos que coinciden con lo señalado desde el siglo XVI. Durante el resto del siglo XIX y el siglo XX, los trajes de cucuruchos no tuvieron mayores variaciones.
En tal sentido, la vestimenta del cucurucho en la actualidad se deriva del atuendo de los viejos penitentes coloniales y toma el nombre del «cucurucho» por el cono con que se cubrían la cara dichos penitentes. Por antonomasia se extendió toda la indumentaria que se viste en la Semana Santa guatemalteca. Estos trajes se componen de los siguientes elementos:
a. Túnica morada para los días de Cuaresma y Semana Santa y negra para ser utilizada en las procesiones de Viernes Santo, en ocasión de luto por la muerte del Redentor.
b. Esclavina morada o negra, también llamada paletina, que es una sobrecapilla que se coloca en los hombros del cucurucho. Este es precisamente el símbolo de la penitencia. La esclavina que utiliza el guatemalteco deriva directamente de los penitentes del Santiago de Compostela medieval.
La esclavina de Jesús de Candelaria, para el Jueves Santo, es de color albo o blanco, en primer lugar para conmemorar la santa cena y la institución de la Eucaristía, y en segundo por razones históricas, ya que en 1597 le fue concedido, por Breve Papal de Benedicto XIV, el privilegio de utilizar dicho color en las procesiones del Viernes Santo extramuros a la Cofradía de Jesús de Candelaria.
c. Cíngulo, cinturón (a veces conocida como paletina), de color morado, blanco o negro según la simbología del día. El cíngulo del penitente encarna la autoflagelación con el que se castigaba la carne en tiempos medievales y coloniales, y que era también portado por los caminantes de Santiago de Compostela. La paletina o cinturón colocado alrededor de la cintura, es una imagen más de la pasión de Cristo interpretada por los guatemaltecos.
d. El traje se completa con un parasol también de color negro o morado según el día y la procesión.
En alguna de ellas, se utilizan cascos romanos forrados de tela morada, como en Candelaria y algunas procesiones de los antiguos barrios de la ciudad y en el interior del país.
Este es el traje de cucurucho de la semana santa guatemalteca. Muchos de ellos han sufrido variantes y adaptaciones que las hermandades y cofradías le han impuesto según sus gustos y necesidades.
Durante la Semana Santa en Guatemala también se estila otra indumentaria que es necesario destacar:
Los escuadrones de Palestinos que acompañan muchas de las procesiones guatemaltecas, que son hombres vestidos a la usanza de la Jerusalén bíblica y que llevan palmas o insignias en el cortejo procesional. Vale la pena subrayar también los escuadrones de romanos que también van en el camino de los cortejos procesionales que portan insignias romanas de la época de Cristo. Destacan los escuadrones romanos de la procesión de San José de Jesús de los Milagros, los de La Antigua Guatemala, de Quetzaltenango y otros lugares del interior del país.
El verdadero traje de penitencia, el cucurucho, que porta el individuo, que lo cubre de negro por completo y que lleva un cono penitencial también llamado cucurucho sobre su cabeza como símbolo de penitencia, ha vuelto a resurgir en las procesiones guatemaltecas. Prohibidas en distintas oportunidades desde la época colonial hasta el siglo XX, durante las dictaduras que asolaron Guatemala hasta la primera mitad del siglo XX, desaparecieron casi por completo. Resurgen en distintas procesiones a partir de 1950.
Las vestimentas de mayor originalidad de la Semana Santa guatemalteca son las de los Cruzados del Santo Sepulcro, tanto de la Recolección como del Calvario en la ciudad de Guatemala y en otras regiones del país, quienes sobre una túnica negra utilizan una capa blanca consagrada que recuerdan a los cruzados del Santo Sepulcro de la Isla de Rodas que han cuidado y cuidan el Santo Sepulcro en Tierra Santa desde el siglo XII. En muchas procesiones del país no se utiliza el traje de cucurucho, sino es un traje formal en los hombres, que llevan en sus hombros a las santas imágenes.
Usar el traje de cucurucho en la semana santa guatemalteca es casi un ritual, aunque mucho de ello se ha perdido ya. Sin embargo, dentro de las hermandades hay todo un auténtico «rito de pasaje» o preparación, para lograr utilizar el atuendo completo, pues va desde los aspirantes hasta el uso del traje completo. La indumentaria cuaresmal generalmente es generacional y pasa de padre a hijo y de generación en generación.
Todo el atuendo de la Semana Mayor es conservado con mucho cariño y cuidado por los penitentes, quienes lo van renovando año con año para lucirlo de la mejor forma en la Semana Santa del día, casi «como estreno».
En algunas procesiones como la de Jesús de Candelaria el Jueves Santo y de San José, el Domingo de Ramos, los turnos de honor de entrada y salida son cargados por hombres vestidos de etiqueta o media etiqueta, lo que proporciona más solemnidad y prestancia a las ceremonias.
En cuanto al vestido femenino, las variaciones no son muchas. Las mujeres usan un traje formal de color negro o blanco, según el día, y únicamente las integrantes de las hermandades utilizan una capa y una indumentaria diferente que no está generalizada en toda la población.
Finalmente, puede afirmarse que el traje de cucurucho es único en Latinoamérica, y ha adquirido su propia carta de naturaleza según el proceso histórico y la creatividad de sus mismos portadores y las hermandades y cofradías que le han dado y dan vida.