Dashilan, un barrio comercial situado en el corazón histórico de la capital china, estará de estreno la próxima semana después de haber sido reedificado por completo, en el marco de un plan urbano de reconstrucción de cara a los Juegos Olímpicos (8-24 de agosto).
Según las autoridades, el barrio de Dashilan abrirá sus puertas al público a partir del 7 de agosto para exhibir el lifting, que ha costado nada menos que 9.200 millones de yuanes (1.400 millones de dólares) y cuyo principal objetivo era, aseguran, proteger las «reliquias históricas y culturales».
Pero los comerciantes de la calle Qianmen, que se dirige hacia el sur desde la plaza de Tiananmen y la Ciudad Prohibida, no son tan entusiastas con esta renovación.
«Todo parece bonito pero no estoy tan seguro de que la renovación vaya a traernos más clientes», dice una comerciante conocida como Hou en Yueshengzhai, una tienda que vende carne asada a los pequineses desde 1775.
«La restauración fue bastante bien pero no sé si se puede decir que fuera justa», declaró, negándose a dar su nombre completo.
Se refería a la gran cantidad de tiendas vacías que se ven hoy en la avenida Qianmen, convertida ahora en vía peatonal, y a los elevados alquileres que las nuevas empresas deben pagar para asegurarse su presencia en la zona.
También hablaba de las muchas callejuelas que parten de la calle Qianmen, de las que miles de antiguos clientes se vieron obligados a mudarse y cientos de casas y edificios fueron destruidos para abrir paso a la gran renovación.
Según el gobierno, antes de la renovación la densidad de población en Dashilan era de unas 44.000 personas por kilómetro cuadrado, entre las más altas de la ciudad.
Ahora el barrio ha cambiado por completo y todo lo que queda son algunos edificios vacíos y escombros.
Desde que empezó la remodelación en 2005, los vecinos lamentan el papel que han tenido en el proyecto varias compañías inversoras ligadas al gobierno, que lo han manejado con un claro objetivo comercial para convertir el antiguo barrio en objeto de gloria empresarial.
«Dashilan fue la cuna del mercado comercial de Pekín y tiene 500 años de historia», decía Dong Wenhu, de la tienda de seda Qianxiangyi, que tiene 178 años de antigí¼edad.
«No creo que esta renovación haya sido un éxito porque muchos edificios antiguos que podrían no haber sido destruidos lo han sido. Aunque su objetivo fuera restablecer las raíces comerciales del barrio, podrían haberlo hecho mejor a la hora de preservar la historia», añadía.
La preservación de los edificios históricos habría atraído a más turistas extranjeros al barrio, que siempre ha dependido de los clientes chinos, aseguró.
Entre los edificios históricos derruidos está el teatro Guanghe, edificado durante la dinastía Ming (1368-1644) y considerado el primer teatro de ópera de Pekín.
Muchos otros han seguido su misma suerte, como el restaurante Bianyifang Peking, que durante varias generaciones rivalizó con el restaurante especializado en pato asado más famoso, el Quanjude. Fundado en 1752, se hizo famoso por servir a Qianlong, uno de los emperadores más conocidos de la dinastía Qing (1644-1911).
Li Chungeng, del grupo propietario del restaurante, no quiso criticar la iniciativa aunque admitió que todas las tiendas de la avenida Qianmen han sufrido pérdidas durante la renovación y muchos hoteles y restaurantes, antes muy apreciados por los turistas chinos, tuvieron que cerrar.
«El barrio estaba anticuado, los sistemas de fontanería y alumbrado eran viejos y peligrosos. Renovando el distrito todo esto se ha modernizado», decía Li.