Considerado por unos como «el mayor pecador de la Iglesia» y por otros como precursor en la denuncia de los escándalos de pedofilia, el papa Benedicto XVI continuaba el sábado en el centro de la polémica, acusado de haber hecho la vista gorda ante los abusos sexuales cometidos por los sacerdotes.
El portavoz del Vaticano, el padre Federico Lombardi, defendió que los ataques lanzados por la prensa contra Benedicto XVI por su gestión de los escándalos de pedofilia en el seno de la Iglesia católica no le han debilitado.
«Los recientes ataques mediáticos provocaron daños pero la autoridad del Papa y el compromiso de la Congregación por la Doctrina de la Fe contra los abusos sexuales a los menores no salen debilitados sino reforzados», afirmó Lombardi, citado por la prensa italiana.
Benedicto XVI, que ya había sido criticado como líder de la Iglesia tras la publicación de informaciones sobre cientos de casos de pedofilia en el seno del clero encubiertos durante décadas por su jerarquía, se ve ahora atacado directamente.
Según el diario New York Times, en 1996, cuando dirigía la Congregación por la Doctrina de la Fe, a cargo de los problemas de pedofilia en el clero, Joseph Ratzinger evitó sancionar a un religioso estadounidense acusado de repetidas violaciones a 200 niños sordos.
«Â¿Cómo han podido los católicos hacer esto?» ¿Cómo han podido los sacerdotes (pedófilos) continuar ejerciendo y celebrando la comunión?», se preguntaba el sábado el diario británico The Independent en un editorial.
En España, un profesor de teología citado por El País, Juan José Tamayo, de la Universidad Carlos III de Madrid, se sorprendía de «la facilidad con la que, en el caso de la interrupción voluntaria del embarazo, la jerarquía eclesiástica establece la relación directa entre pecado y delito exigiendo las consiguientes sanciones penales para las mujeres y sus colaboradores, y (…) la dificultad a la hora de hacer lo mismo con los abusos sexuales cometidos por personas consagradas a Dios».
Según un sondeo publicado en la revista alemana Stern, el 17% de los alemanes afirma confiar en la Iglesia católica (contra 29% a finales de enero) y 24% en el Papa (38% en enero).
En algunos casos, el jucio es extremadamente severo. «El Papa es seguramente el mayor pecador de toda la Iglesia católica», consideraba un suizo citado por la Tribune de Ginebra.
Pero también se alzaron muchas voces para «no cargar sobre el Papa todos los pecados de la tierra», como escribía el diario regional francés Republique du Centre.
«Es la paradoja de Benedicto XVI, atacado en el exterior (de la Iglesia) por no haber actuado, y desde el interior por haber actuado demasiado», analizaba el italiano Corriere della Sera.
Muchos católicos recuerdan todavía las duras palabras pronunciadas por Ratzinger pocas semanas antes de la muerte de su predecesor Juan Pablo II y de su ascenso al pontificado.
«Tantas mancillas en la Iglesia, y en particular entre los que, en el sacerdocio, deberían pertenecerle totalmente», lanzó en marzo de 2005. «A menudo, Señor, tu Iglesia nos parece una barca lista a hundirse, una barca que hace aguas por todos lados», agregó.
Pensaba seguramente en todos los delitos graves que había debido instruir como prefecto de la Congregación por la Doctrina de la Fe. En ese cargo, fue artífice en 1981 de un decreto que exigía a los obispos que hiciesen llegar todas las informaciones al Vaticano y alejasen a los curas pedófilos de los niños.
Benedicto XVI «fue el primero en sentir la necesidad de reglas nuevas, más severas» para combatir la pedofilia en el seno de la Iglesia, recuerda el cardenal alemán Walter Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos.
«Limpieza» sí, pero en Roma nadie cree en un «big bang», según la expresión del vaticanista Sandro Magister.
«Tras cada polémica, algunos aprovechan para proponer una reforma total de la Iglesia, de su funcionamiento estructural», explicó a la AFP.
La ola de escándalos de pedofilia en el clero católico de Europa sigue creciendo y con ella las denuncias de las víctimas de abusos sexuales, que ahora amenazan a la iglesia italiana y sus 50.000 sacerdotes.
«La cantidad de víctimas va a aumentar en forma exponencial en las próximas semanas», predijo a la AFP Roberto Mirabile, responsable del movimiento antipedófilo La Caramella Buona.
En Bolzano, norte de Italia, la curia abrió recientemente una dirección de correo electrónico para recabar testimonios, después de que un diario local de idioma alemán publicara las revelaciones de un hombre que afirma haber sido violado en un convento, en los años sesenta, cuando era un adolescente.
A comienzos de marzo, la Congregación para la doctrina de la fe, encargada de examinar las denuncias, solicitó a la diócesis de Verona, norte de Italia, que reabriera una investigación sobre más de 60 casos de abusos sexuales en un instituto para niños sordomudos.
«La Iglesia italiana está preocupada y comienza a actuar frente a lo que podría convertirse en un escándalo», dijo Mirabile.
A mediados de marzo, en el diario Avvenire del episcopado italiano, Charles Scicluna, que dirige las investigaciones del Vaticano sobre crímenes sexuales, dijo que estaba preocupado por la «persistencia de una cultura de silencio» aunque consideró que el «fenómeno no parecía alcanzar proporciones dramáticas» en Italia.
El 18 de marzo pasado, el obispo de Bolzano, Monseñor Karl Golser, pidió «perdón» a las víctimas y las alentó a contactar la diócesis, diciendo que quería disipar «la impresión de que la Iglesia quiere esconder algo».
En el caso de Verona, la diócesis va a interrogar a las víctimas de los abusos revelados por el semanario L»Espresso en enero de 2009, que habían dado lugar solamente a una investigación interna de la Iglesia.
Sacerdotes y empleados del Instituto Católico Antonio Provolo de Verona, fueron acusados de haber abusado de 67 niños sordomudos entre desde los años cincuenta hasta 1984.
El portavoz de la diócesis, Bruno Fasani, confirmó las nuevas investigaciones pero calificó la cifra de «no confiable».
Bajo el título «El Infierno Italiano», el semanario L»Espresso publicó el viernes un nuevo artículo dando cuenta de «40 casos de abusos» cometidos por religiosos, entre ellos un cura en Toscana y una monja en Lombardía, norte de Italia.
Para Mirabile, la ola de escándalos y la reciente carta pastoral del Papa a los fieles de la iglesia irlandesa empujará a muchas víctimas a romper el silencio.
«La carta del Santo Padre constituye sin duda un aliento», dijo el padre Fortunato di Noto, un sacerdote siciliano cuya asociación Meter es muy activa contra la pedofilia y la pornografía infantil.
Desde noviembre pasado, cuando un informe reveló que la jerarquía eclesiástica irlandesa había cubierto las centenas de abusos sexuales cometidos por sacerdotes, decenas de casos de pedofilia fueron denunciados en Alemania, tierra natal del papa Benedicto XVI, en Austria, en Holanda y en Suiza.
Sin embargo, hasta hace unos días, los medios de comunicación italianos, en particular la televisión, no le habían acordado mucha importancia al tema.
Para Mirabile, eso se explica por el «apego y la devoción» de los italianos a la iglesia católica y por el hecho de que «el Vaticano está en Roma».
El portavoz de las víctimas de Verona, en cambio, acusa al gobierno italiano que «no intervino, a diferencia de los gobiernos de Irlanda y Alemania».