Pasar entre Escila y Caribdis: entre la espada y la pared


Ramiro-MacDonald-2013

De la mitología griega me he permitido la libertad de rescatar una historia e interpretar –de forma muy personal- la situación en que nos encontramos los guatemaltecos. El enunciado “entre Escila y Caribdis” significa estar en medio de dos peligros inminentes, de forma que alejarse de uno… hace que caigamos en el otro.

Ramiro Mac Donald


La historia de Escila es la siguiente: hija de Forcis y Hécate, era antes una hermosa ninfa, transformada en un terrible monstruo marino. Se le describe como un torso de mujer, con larga cola de pez como culebra;  seis perros salvajes salen de su alargado cuerpo, con dos patas cada uno, listos para desgarrar. Estos feroces animales tienen tres filas de colmillos. Nadie se les puede acercar o es atacado irremediablemente. En una antigua vasija, esta monstruosidad, ostenta una filosa daga y su cuerpo femenino concluye en una serpiente marina. La jauría siempre ha estado asociada con  amenazas a la vida. La culebra de mar, es un símbolo de antiguas leyendas, de seres mitológicos que atormentaban a los tripulantes de inestables y endebles carabelas.

Esta figura emblemática, es una analogía a la violencia desenfrenada que abruma a los guatemaltecos. Escila representaría a la violencia personificada, por la daga que empuña, malintencionadamente. En tanto, Caribdis, es otro tipo de fuerza maligna; hija de Poseidón (dios del mar) y Gea (la madre tierra) es la  representación monstruosa de los remolinos que se tragan todo lo que se les acerca. Esta fuerza marina hunde las embarcaciones, tragándoselas. Hundir es sinónimo de vencer, de terminar en lo más bajo: es el fondo = un averno submarino.

Según la mitología griega, Escila y Caribdis convivían juntas, una frente a la otra, en un estrecho paso marítimo. Como los dos lados del pasadizo se encontraban muy cercanos, aquellos marineros que intentaban evitar a Caribdis pasaban demasiado cerca de Escila, y viceversa. Si no morían devorados por los afilados dientes de la jauría, terminaban irremediablemente en el fondo del mar, producto de los remolinos que hundían las embarcaciones que transitaban por ese angosto espacio. Caribdis podría considerarse como la tribulación que se desata desde el corazón de los hombres, de manera obsesiva y mortificadora. Podría representar al miedo, equivalente a una fuerza centrípeta, que atrae y termina por hundir los navíos, igual que a la voluntad o el alma humana; es la angustia que provoca la violencia y que nos paraliza; porque cobra una altísima cuota de dolor diario, sembrando incertidumbre.

Escila, la violencia, Caribdis, la desesperanza. Ambos males nos acechan desde hace varios años. Como sociedad, estamos enfermos, a ambos lados del estrecho caminar; no podemos transitar tranquilamente hacia alta mar, porque si nos acercamos mucho a la violencia, termina por robarnos la vida y si nos orillamos al otro, nos hundimos en angustia perpetua.

Para las elecciones pasadas, había tanta desesperación por la violencia, que una gran mayoría, terminó exigiendo “mano dura”.  Nos encontrábamos entre la espada y la pared, atascados en un mar incontrolable de violencia desenfrenada, por lo que fuimos hechizados por un partido político que hizo planteamientos muy severos, creyendo que era la solución.  Pero hoy, el país sigue igualmente hundido en la desesperación, ante las expresiones de violencia que continúa haciendo daño. Ante esta desilusión, pronto el pueblo estará exigiendo supermano dura…cada día, más dura. Y se propondrá derogar los derechos consagrados en la Constitución… y se cerrará el Congreso, para acallar la oposición… y  se establecerá Estado de Sitio en todo el país… y nos obligarán a transitar por aquel estrecho pasadizo. Entonces estaremos  de nuevo entre Escila y Caribdis.

¿Qué intereses oscuros mueven esas fuerzas subterráneas que siguen empujando la incontrolable espiral de violencia? ¿Con que propósitos, Guatemala?