Partidos polí­ticos, grupos sociales y los inmigrantes


Aludiré a dos artí­culos que publiqué la semana pasada, uno de los cuales se refiere al pobre desempeño de los partidos polí­ticos cuando se registran crisis que ameritan su participación, cuyo vací­o es ocupado por grupos de la sociedad civil que gradualmente están cumpliendo funciones que corresponden a aquellas organizaciones partidistas, y el otro texto atañe a las débiles gestiones que  realiza el Gobierno, especialmente la Cancillerí­a, para lograr que la administración del presidente Obama conceda el Estatuto de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés) a cientos de miles de guatemaltecos que residen  ilegalmente en Estados Unidos.

Eduardo Villatoro

Vinculo estos dos temas porque el caso de los inmigrantes implica un mayúsculo problema de envergadura nacional, puesto que son alrededor de un millón y medio de compatriotas los que se radicaron en la nación del norte, la mayorí­a sin la documentación en regla, situación que los torna vulnerables para ser extraditados por el gobierno de Estados Unidos, lo que, a su vez, implica más dificultades económicas y sociales para Guatemala, al concretarnos al aspecto puramente monetario, en cuanto al monto de remesas que esos guatemaltecos enví­an mensualmente a su paí­s de origen; pero que afecta sensiblemente a esos compatriotas cuando súbitamente son arrancados de sus sitios de trabajo y de los hogares que lograron formar con mucho sacrificio.

  ¿Qué están haciendo los dirigentes de los partidos polí­ticos para contribuir con los frágiles esfuerzos del régimen del presidente Colom a fin de que los guatemaltecos inmigrantes obtengan el beneficio del TPS? ¿Es que sólo cuando se acerca el momento de las elecciones generales los candidatos a la Presidencia de la República acuden a las ciudades norteamericanas donde residen más guatemaltecos, en búsqueda del voto de los familiares de quienes están lejos del terruño y que en Guatemala pueden ejercer el derecho al sufragio?

  

Todo mueve a pensar que los polí­ticos en general, con sus raras y consabidas excepciones, huyen de sus obligaciones y de sus promesas electorales, apoyándose reiterativamente en su conocido oportunismo. Ni siquiera los dirigentes y diputados del partido oficial han mostrado un genuino interés por ayudar a nuestros compatriotas que con sus remesas constituyen un aporte significativo a la economí­a nacional, con lo que coadyuvan a que el Gobierno pueda hacerle frente a sus urgencias financieras, e igual actitud de indiferencia hacia los guatemaltecos residentes en Estados Unidos se observa de parte de los lí­deres y legisladores de las colectividades polí­ticas de la oposición, aunque en el pasado reciente sus aspirantes presidenciales fueron a limosnear el voto de los ciudadanos meditante la influencia que pudieran ejercer sus familiares que actualmente corren el riesgo de ser deportados de un momento a otro.

  

Ese vací­o también podrí­a ser llenado por grupos de la Sociedad Civil, para demostrar que esos entes no están integrados por meros oportunistas que sólo buscan notoriedad cuando las circunstancias lo ameritan y sus intereses están en juego, porque también hay que decir que muchos de esos minúsculos sectores sobreviven del recurso internacional, y para no sucumbir tienen que demostrar que realizan activismo social.

  

Pero entre la Sociedad Civil funcionan serias organizaciones académicas, de investigación y de protección a los derechos humanos a las que no se les puede negar su profesionalismo y honestidad, y de ahí­ que entre su tareas deberí­an privilegiar el caso de los inmigrantes guatemaltecos en Estados Unidos, al tomar en consideración nuevamente la pasividad y egoí­smo de los partidos polí­ticos.

   (El analista Romualdo Tishudo le pregunta a un polí­tico de la UNE por qué no tiene hijos. El diputado responde: -Para evitar obligaciones paternales me conformo con hacer el amor con mis cuñadas, y así­ sólo tengo sobrinos).