Decenas de partidos y agrupaciones políticas se preparan desde ya para participar en la próxima contienda electoral con campañas mediáticas, proyectos, obras y giras a lo largo y ancho del país, pero la construcción de políticas e ideologías aún es una materia pendiente que no se encuentra, ni al final de la agenda partidaria.
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Como ya es una costumbre, cada cuatro años, las promesas y ofrecimientos de desarrollo llegan a la aldea Chajabal, en Totonicapán, una de las localidades más pobres del país.
Unos días antes o después de lo acostumbrado, pero al final, siempre pasa por la comunidad un desfile de políticos, identificados con símbolos de distintos colores, que ofrecen desde láminas, playeras y guacales, hasta reses y frijol para los electores. Todo por los votos.
Pero lo bueno se acaba rápido. Las promesas son cosa de meses, luego, todo vuelve a la normalidad y la pobreza se sigue enraizando.
Los niños se enferman y no van a la escuela, las mujeres hacen frente a la desnutrición de sus hijos y algunas mueren por falta de asistencia médica, y los hombres, por más que buscan, no encuentran trabajo ni tierra para sembrar la comida que necesitan sus familias.
En Chajabal, así se viven las elecciones. Promesas y láminas de zinc, discursos plagados de ofrecimientos y playeras, ofertas de desarrollo y transporte para el día de las elecciones. Después, vuelven a ser una comunidad olvidada, que sirvió de instrumento para ganar una elección.
El mismo esquema se replica en cientos de circunscripciones electorales de características similares, en donde los políticos aplican estrategias de marketing durante la campaña, a fin de ganar simpatizantes para los eventos electorales, pero poco o nada hacen para resolver los problemas sociales y proponer políticas públicas que respondan a las necesidades de la sociedad.
Los partidos en Guatemala no utilizan el tiempo preelectoral para generar y proponer políticas de desarrollo, de sostenibilidad económica, social y política. Dichas políticas y los valores de un partido, podrían desembocar en el aumento de afiliados que se identificaran con la causa.
«Es parte del sistema electorero actual», explica el analista político ílvaro Pop, del organismo Naleb. «Son manifestaciones de mercantilismo electoral que poco o nada tienen que ver con la verdadera política; están completamente alejadas del ideal del diálogo y la participación cívica que debería prevalecer dentro de los partidos políticos», señala.
«Lo que observamos en los meses anteriores a las elecciones no puede llamarse política. La verdadera política partidista implica la participación de los ciudadanos en la construcción de la democracia, lo cual se consolida a lo largo de años de trabajo y esfuerzo», sostiene.
CONVOCATORIA
De acuerdo con la Ley Electoral y de Partidos Políticos, «corresponde al Tribunal Supremo Electoral convocar a elecciones. El decreto de convocatoria a elecciones generales y diputados al Parlamento Centroamericano, se deberá dictar el día dos de mayo del año en que se celebren dichas elecciones. Con base en la convocatoria las elecciones se efectuarán el primero o segundo domingo de septiembre del mismo año…».
De esa forma, la convocatoria oficial a elecciones se convierte el pitazo de salida para que durante cuatro meses suenen los jingles, las coreografías y los bailes de las edecanes en todo el país. Así empieza la competencia entre los partidos por los mejores discursos, las mejores canciones y los regalos más llamativos, pero ¿hay preparación política de los partidos? ¿Cuándo se hace la convocatoria a elecciones, están éstos listos para hacer propuestas coherentes, viables y sostenibles?
A criterio de Pop, el sistema de convocatoria a elecciones tiene serias debilidades, pues limita el accionar de los partidos y agrupaciones políticas a una actividad proselitista de cuatro meses, que favorece la compra de voluntades con estrategias mercantilistas.
FORMACIí“N DE PARTIDOS
La formación de cuadros, el diálogo cívico y la consolidación de ideologías en cambio, es algo que casi ninguna agrupación considera dentro de su planteamiento, a pesar de que es el fundamento de una organización política democrática.
«Si los partidos políticos de verdad se ven a sí mismos como instituciones serias, deberían dedicarse de lleno a la revisión de sus políticas, estén o no en elecciones», señala el especialista. «Es una labor en la que deberían involucrar a sus afiliados y simpatizantes, pues ellos son su recurso más valioso».
En la misma línea, Marco Antonio Barahona, analista de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (ASIES), señala que existe una tendencia similar en Latinoamérica, en donde los políticos, lejos de solicitar más tiempo para construir los partidos y cimentar sus bases, buscan reducir los periodos de las campañas electorales para hacer en ellas cuantiosas inversiones en propaganda.
El experto se muestra de acuerdo en que durante el año electoral el proselitismo se realice de mayo a septiembre, pero que la discusión política sea una actividad permanente en la sociedad guatemalteca, que permita la evolución de los partidos políticos y su desarrollo.
Por eso, Barahona considera que los partidos deben presentar y revisar sus propuestas programáticas a tiempo completas. «Todo el tiempo deberían estar en campaña política, no sólo en las elecciones», dice.
«Los guatemaltecos deben ser críticos y apoyar a los políticos serios, no deben dejarse engañar por quienes ofrecen láminas, camisetas, y otro tipo de regalos, hay que ser realistas y reconocer quien ofrece políticas de Estado».
MENOS CAMPAí‘A
MíS POLíTICA
Renzo Rosal, del Instituto Centroamericano de Estudios Políticos, (Incep), indica que el ampliar el periodo electoral, como lo proponen algunos partidos, iría en el sentido contrario de la consolidación del sistema democrático, pues este espacio se abriría para beneficiar a los partidos que ya cuentan con ventaja electoral.
Sugiere, por otro lado, que los partidos se dediquen de lleno, durante los cuatro años que separan a cada elección, a desarrollar jornadas de diálogo y formación política con la ciudadanía.
«Lo que de verdad se necesita es escuchar a los líderes comunitarios, oír sus preocupaciones y juntos plantear soluciones a los problemas colectivos», señala.
«Ampliar la campaña proselitista, como actualmente se conoce, abriría las puertas para que se busquen fuentes de dinero ilegales; esto generaría debilidad política, se agitan las aguas y con esto el sistema se hace más inestable», indica.
Para el experto de Incep son suficientes cuatro meses para campaña, pues indica que con más espacio habría «mucha más mediocridad en los partidos políticos», pues se buscaría sólo fijar una canción, un símbolo o una imagen.
Rosal señala que en países más desarrollados como Inglaterra y Alemania las campañas proselitistas tienen una duración ocho a seis semanas, lo que se considera un promedio viable y coherente.
No obstante, las agrupaciones políticas se cimientan a través de los años, con la formación de líderes, que se forman en la cultura política a través del diálogo y la educación partidaria.
«Se necesita dar un jalón de orejas a una organización si no cumple, con su papel, se deben dar menos votos, a veces se premia a partidos que han hecho mal las cosas y no se reconoce a los que lo han hecho bien», dice.
Los analistas coinciden en que la política debe ser una labor permanente, pero de esa forma, los partidos con un mayor caudal electoral, mantendrían una franca ventaja sobre las nuevas agrupaciones o las menos populares.
«Es por eso que las reformas electorales deben ser completas. También es necesario transparentar a los partidos, y exigir que informen el origen del financiamiento, para que así se evite el respaldo oscuro y se evite la competencia desleal», sostiene.
Sólo con educación y cultura política continua, y con reglas claras que permitan la transparencia electoral podremos dejar esas prácticas electoreras que hunden cada vez más al país, puntualizó el experto.
¿MODIFICAR LA LEY?
Como consecuencia de los hechos recientes y de las opiniones de los analistas consultados surge una gran interrogante: ¿Es necesaria una modificación a la ley electoral y de partidos políticos para que éstos puedan generar políticas y discutir abiertamente de los problemas del país? ¿Si un partido convoca a los ciudadanos para dialogar sobre la pobreza, la seguridad, la justicia y demás problemas, no lo tomará el Tribunal Supremo Electoral (TSE) como campaña anticipada? ¿Están en desventaja los partidos opositores frente al Gobierno y sus figuras allegadas que «no» son funcionarios públicos ni secretarios generales del partido oficial?
Los analistas consideran vital que los partidos no se limiten sólo a mercadear al candidato, sino que además estiman fundamental que los partidos cumplan su función durante los 3 años y medio que no hay convocatoria a elecciones, pero el TSE ha sido de la opinión que quien quiera debatir acerca de temas o quien quiera escuchar a la población realiza campaña anticipada.
Sobre este punto particular, presentaremos en los próximos días una entrevista con la Presidenta del Tribunal Supremo Electoral.
Alejandro Giammattei, quien ha sido candidato presidencial en diversas ocasiones, indica que se debe diferenciar entre la propaganda electorera y el trabajo político, pues los partidos son instituciones que «deberían trabajar siempre y no ser de carácter electorero, que aparecen cuatro meses antes de las elecciones y quieren resolver los problemas del país».
Giammattei señala que el trabajo de los partidos políticos debe ser permanente, que genere una cultura política, de participación, y que la población levante la voz «para que haga sentir su conformidad o inconformidad con los funcionarios».
Además, indica que los partidos deben ser fiscalizados todo el tiempo y que se debe exigir que éstos sean capacitadores y formadores, que el mensaje le llegue a la población no sólo por el dinero de la campaña sino por la capacidad de los cuadros, que se promueva la cultura política hacia la población para poder capacitarla.
«El sistema genera y persigue que el candidato ofrezca y no cumpla al tener el poder, la gente oye y cree la mentira, las personas lo creen porque no hay formación, y no hay interés de que se forme porque no se quiere», dice.
Al mismo tiempo, el político señala que el TSE se debería preocupar, no tanto por las campañas anticipadas sino porque los partidos cumplan con su obligación, que es la de educar y promover los mejores planes para Guatemala.
La realización de reuniones y diálogos políticos ha puesto en la mira a varios partidos y agrupaciones políticas, a quienes las autoridades electorales les señalan por anticiparse a la campaña.
En el caso de Lider, con base al video de una televisora, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) determinó que la agrupación política estaba realizando proselitismo, por lo que cortó toda posibilidad para que se convirtiera en un partido, cancelándolo.
Menor fue el daño para la UNE y la GANA, aunque salta a la vista la preocupación de sus autoridades. En una reunión «privada» se proclamó a la primera dama Sandra Torres como la candidata oficial de la coalición. Lo que le valió a ambos grupos una multa de US$100 dólares y estar a un paso de la suspensión del partido. La UNE apeló la sanción y la Primera Dama sigue apareciendo en las entregas de los programas de Cohesión Social, a pesar de ya «no» ser Presidenta de dicho Consejo.
Por otro lado, el programa televisivo del diputado del Partido Patriota, Alejandro Sinibaldi, fue señalado por su supuesta implicación electoral. El TSE todavía investiga.
María Eugenia Villagrán, presidenta del TSE, anuncia que se presentará una propuesta ante el Congreso de la República para reformar la ley, esto en cuanto al financiamiento, fiscalización y control de los partidos políticos, y con ello aumentar el monto de la multa, que es de entre $25 a $100 dólares a entre $25 a $100 mil.