El partido comunista chino (PCC) inicia mañana, en un ambiente marcado por los llamados a la democracia y por la atribución del Nobel de la Paz al disidente encarcelado Liu Xiaobo, su gran reunión anual, la que podría dar indicaciones sobre los nuevos dirigentes.
Oficialmente, este pleno de cuatro días a puertas cerradas tiene por objetivo el fijar las grandes líneas de la política económica quinquenal 2011-2015.
Como en años anteriores, esta sesión plenaria podría ser teatro de intensas batallas políticas, cuando la rivalidad entre facciones se hace más enconada cuando se acerca el fin del mandato del presidente Hu Jintao y del primer ministro Wen Jiabao en 2013, según los expertos.
Wen Jiabao, generalmente considerado como más liberal que el primero, creo la sorpresa a comienzos de octubre, cuando formuló inéditas declaraciones a la cadena de televisión estadounidense CNN, censuradas en China.
«Creo que la libertad de expresión es indispensable en todos los países, dijo Wen. Deberíamos crear las condiciones que permitan al pueblo criticar la acción del gobierno».
Por último, admitió que los llamados en «pro de la democracia y la libertad se harán irresistibles».
Según el analista político Willy Lam, de la Universidad china de Hong Kong, las veleidades de cuestionamiento de la dirección del partido único no son motivadas por una democratización de China sino por un descontente provocado por el control creciente que ejerce la dirección sobre las grandes decisiones que corresponden al comité central.
Responsables de PCC critican también a la dirección porque según ellos están bajo control de las grandes sociedades industriales allegadas al Estado, lo que se traduce, siempre según ellos por una baja de la competitividad y un aumento de las desigualdades.
Según otros analistas, otros miembros del PCC piensan que el disidente chino Liu Xiaobo, premio Nobel de la Paz 2010, que cumple una pena de 11 años de cárcel por sus ideas democráticas, fue condenado de manera excesiva.
No obstante, las airadas reacciones del gobierno chino no cesaban, una semana después que el disidente recibiera el Nobel, estimando que le premio equivalía a «alentar el crimen» y denunciando «las guerras ideológicas sin fin» del Occidente.
La esposa del disidente encarcelado, Liu Xia seguía en detención domiciliaria en Pekín, mientras que en Tokio, el Primer ministro japonés, con riesgo de reactivar la reciente crisis chino-japonesa, pedía la liberación del intelectual.
«Liu Xiaobo fue declarado culpable de un crimen. Atribuirle el premio Nobel equivale a alentar el crimen», declaró Ma Zhaoxu durante un encuentro regular con la prensa.
«Las escasas personas parciales del comité (Nobel) noruego no tienen derecho a juzgar», prosiguió, agregando que «no se puede violar la independencia de la justicia china».
China había presionado a Noruega para que no se otorgara el premio a Liu, que era uno de los favoritos. Esta distinción constituye una afrenta para Pekín, que ha sido instado por numerosos países a liberar al disidente.
Liu Xiaobo, de 54 años, se convirtió el viernes 8 de octubre en el primer ciudadano chino premiado con el Nobel de la Paz.
En un editorial titulado «las guerra ideológicas sin fin contra China», el diario Global Times lanzaba este jueves una nueva serie de ataques contra el Nobel.
«El premio Nobel de la paz no es una voz aislada», estimaba. «Forma parte de un concierto lanzado por diferentes organizaciones no gubernamentales, entidades económicas y organizaciones internacionales, y orquestado por países desarrollados», afirmó el periódico, conocido por sus posiciones nacionalistas.